Noelia Recalde, la argentina que tiende puentes con Nicolás Ibarburu y Uruguay

ENTREVISTA

Noelia Recalde está concentrada en la música y, por eso, ni siquiera reparó en algunas coincidencias semánticas, quizás más superficiales, que tiene con Nicolás Ibarburu. La argentina acaba de lanzar Mi propia casa, su nuevo disco solista, mientras que el uruguayo tiene en su haber el muy elogiado Casa rodante, de 2016. Ella integra el proyecto Triángula y él, Trío Ventana y, si se bucea más, la lista podría agrandarse.

A esos puentes que los unen se suman, ahora, los shows compartidos. Recalde e Ibarburu tocarán esta noche en La Trastienda, juntos por primera vez y con un repertorio que promete guitarra, voces calmas y sensibilidad. Los acompaña la banda Quarktetris, y quedan entradas en Abitab.

Recalde, que nació en Gualeguaychú y a los 17 años se fue a La Plata y, de ahí, a Buenos Aires, es cancionista y emprendedora, tiene trabajos en solitario y con proyectos grupales, y acaba de cerrar una gira por España en la que, sobre todo, disfrutó de compartir.

“En este momento estoy en ese punto de expansión de la música, de compartir lo que hago y aprender de lo que hay en cada lugar”, cuenta a El País. “Es una nutrición espectacular y además trae mucha frescura, porque la música tiene tantas posibilidades que yo por ahí veo una sola perspectiva, pero de repente me cruzo con algún músico o música que toca la misma canción, le abre una puertita nueva y todo se transforma en una nueva fiesta. Compartir hace que esa frescura permanezca, se expanda”.

De compartir con el cantante y guitarrista Nicolás Ibarburu, de su cruce y expansión, Recalde dice esto: “Siempre toda la música de Uruguay fue una guía de alegría, de sensibilidad. Admiro a muchísimos músicos de allá y cuando me crucé con Nico, el dialogo fue muy fluido y muy fácil. Y a los dos nos encantó la música del otro y estamos re gozados”.

En La Trastienda, hoy, ofrecerán un recital de bloques, con canciones de los dos, con momentos juntos y por separado. En juego entrará lo lúdico pero también lo terapéutico, lo espiritual, eso que hace a la composición y al sonido de Recalde, que es dulce y de raíz y también profundo, experimental. Ahí también hay un puente con Ibarburu.

—Desde el título y ubicado en este contexto histórico, tu nuevo disco, Mi propia casa, queda muy ligado a la pandemia. ¿Cuánto hay de eso?

—El disco es cien por ciento pandémico. Mi casa se transformó en mi universo. Yo siempre estoy viajando, en movimiento, y fue muy fuerte la quietud de la casa, y fui haciendo un trabajo de analogía entre el inconsciente y la casa como materia; anduve en todos los estadíos posibles y traté de traducirlo a las canciones. Hay lugares de alegría, lugares oscuros, lugares de delirio. Creo que en la pandemia nos habilitamos, todos, ciertos permisos, y en mi caso intenté estar más en contacto con el arte que no puedo sostener cotidianamente: la danza, la pintura, la creatividad en la ropa y un montón de cositas que pude ir buscando ahí, en el tiempo quieto. Y siento que eso se filtró en la música, absolutamente.

—¿Y qué aprendizaje te dio la quietud?

—Creo que hice un desmalezamiento y una actualización de mi personalidad, de todo, entonces el aprendizaje fue muy interno. Más allá de que haya sido un tiempo muy duro e inesperado, para mí fue una pausa de autoconocimiento muy zarpada, que disfruté mucho ahora que veo a la distancia. Mientras estuve ahí fue un mar bastante profundo, y creo que eso también se traduce en Mi propia casa.