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La transformación de Nicki Nicole: qué le pasa con Uruguay y cómo es el show que trae al Antel Arena

Tiene 23 años y es una de las argentinas más escuchadas del mundo. El País vio en Buenos Aires el espectáculo que el 14 de octubre llegará al Antel Arena y charló con Nicki Nicole sobre su momento.

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La cantante argentina Nicki Nicole en el Movistar Arena.
Foto: Difusión

Son tres líneas para sostener un mundo: está la mente, está el corazón, está el alma. Son tres líneas para proponer un mundo: el espacio que queda entre los tres ángulos equiláteros es un oráculo en el que despejar dudas, en el que buscar certezas. Son tres pilares y ahí, sobre ellos, Nicki Nicole cimienta su nueva era: tiene 23 años, es una de las artistas argentinas más escuchadas del planeta, y lo único que quiere es dar respuestas.

Para eso, dice, hizo un disco como ALMA: “Para que la gente conecte, se despeje y pueda encontrar respuestas en mis canciones. Para que yo, a la vez, pueda encontrar respuestas en mi propia música”.

Es 7 de setiembre. En Montevideo llueve con violencia, pero en Buenos Aires el agua cae más bien con piedad. Nicki Nicole hace un raid de entrevistas: sentada en una sala abierta y gris del Movistar Arena que, por estos meses, es su segunda casa, el cuerpo cómodo en un conjunto deportivo negro que no logra opacar su luz natural, atiende a cuatro medios uruguayos en turnos de a cinco o siete minutos.

A El País, cuando habla de ALMA, le dice: “Siento que es una catarsis medio general y está bueno que pase, sobre todo en gente que está creciendo. A veces estás medio confundido y una canción te puede dar una respuesta”.

Con Nicki Nicole, todo parece tratarse de la conexión.

Lanzado el 18 de mayo de 2023, ALMA —según datos de su productora Dale Play— fue el disco más escuchado de Argentina durante más de dos meses. Sonó en vivo en Chile y en España y, entonces, desembarcó en el Movistar Arena de Buenos Aires. El 7 de setiembre, en pleno recital y por la demanda de entradas, la cantante anunció una nueva fecha. Así, su serie de presentación de disco ya agotó funciones el 26 y 27 de agosto y el 7 y 8 de setiembre, y va por lo mismo el 19 y 20 de octubre.

Después, en noviembre, llegará a México por primera vez desde que se hizo público su romance con Peso Pluma, el cantante local que por estas horas revoluciona la música latinoamericana. Y antes vendrá a Uruguay.

El sábado 14 de octubre, Nicki Nicole —más de 22 millones de oyentes mensuales en Spotify, primera argentina en actuar en el late night show de Jimmy Fallon, cinco veces nominada a los Latin Grammy y tres veces ganadora de un premio Gardel— dará su primer show propio en Montevideo.

Tras haber participado en festivales y tras hacer en vivo el tema “Venganza” junto a No Te Va Gustar en el Estadio Centenario en 2021, la cantante de “Dispara” llegará con todo su despliegue al Antel Arena, para mostrar su alma y su última versión. Produce Gaucho; entradas en Tickantel.

La rosarina avisa que, después del show, espera quedarse unos días aquí. “Me encanta estar, ir a la playa un rato”, dice.

Luego reflexiona: “Me pasa en Uruguay que mucha gente grande me escucha; como me pasa acá en Argentina, mirar el público y ver tantas edades variadas me encanta, porque quizás no inspiro a una sola generación sino a varias. Y está buenísimo llegarles a todos y que no importe la edad, ¿viste?”.

Con Nicki Nicole, todo parece tratarse de la conexión.

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Nicki Nicole presenta "ALMA" en el Movistar Arena de Buenos Aires.
Foto: Difusión

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Si su disco debut Recuerdos, de 2019, era una casa de techos bajos, de bases sólidas y decoración plana, naif, y Parte de mí (2021) era una reforma que se encargaba de pulir, de combinar estilos y de recargar las paredes, ALMA es un edificio compacto, reluciente.

En sus habitaciones ya no hay necesidad de pintar con estridencia: la paleta de colores es sobria y el foco está puesto en las texturas que ordenan el espacio, que de alguna forma orientan la experiencia.

Los visitantes son, todos, del universo concreto de Nicki Nicole, que es urbano y soulero y pop: el rapero Milo J hace un aporte extraordinario en “Dispara”, la joya del disco; Young Miko le da su lánguida ferocidad a “8AM”, y el español Rels B y el argentino YSY A le calzan a la perfección a temas como “Qué le pasa conmigo?” o “Caen las estrellas”. Con ellos pero sobre todo sola, Nicki Nicole explora la intimidad y le da luz a algunos asuntos más oscuros. Es un disco de sanación, que va del desamor —este año se separó del rapero Trueno, otra de las figuras destacadas de su generación artística argentina— a la claridad que llega después, cuando todo se vuelve a acomodar.

Es un disco, ya lo dijo, para encontrar respuestas.

La producción, esencialmente de Santiago Alvarado y Tatool aunque hay más créditos, incluye a El Guincho (“qué le pasa conmigo?”, “Se va 1 llegan 2”), socio creativo de la española Rosalía, una artista de notoria influencia en varias de las decisiones de este disco. El salto de calidad es asombroso, y Nicki Nicole lo sabe.

Atrás quedaron los vicios de “Wapo traketero”, el hit que le abrió las puertas de la escena y que definió su forma de cantar, y de aquella iniciática sesión con Bizarrap. En ALMA, la voz de la rosarina es de pecho, más directa, más honesta, frontal.

“Tiene que ver con que cuando arranqué a hacer música no sabía cantar”, dice a El País sobre la historia que comenzó cuatro años atrás. “Usaba los instrumentos que me funcionaban, que era la voz más nasal, y eso llevaba a que no se me entienda tanto y a no poder entonar. Después fui aprendiendo, en base a la música que fui sacando, y se puede ver esa evolución a lo largo de mi música. Creo que saqué la voz para afuera porque aprendí muchas cosas. Y crecí, la voz me fue cambiando y yo fui llevándola a un lugar. A mí me gusta ir mucho a los graves, ir a los agudos también, y que si escuchás una canción mía pero no sabés quién la canta, no sepas si hay una sola persona o si son tres. Por eso me encanta cómo se escucha este disco, y siento que mi voz está en un buen momento. Puedo defender al 100 esos temas, y eso me da más seguridad”.

Después dice que el show de ALMA, el que traerá el 14 de octubre a Uruguay, es un contraste enorme con lo que solía hacer. Que antes pegaba canciones y ahora piensa en términos de obra y que esto —el disco, la experiencia en vivo— es una ofrenda completa. Que hay “una Nicki mucho más plantada, más madura”, y que eso se va a ver. En escena, allí donde su ínfimo cuerpo transmuta.

*

Nicki Nicole tiene el ángel de las antiguas divas. Bajo una larga chaqueta de charol blanco, con el pelo que le cae de lado en un ondulado ancho e inocente, las pestañas inmensas, la cintura ceñida, camina el escenario del Movistar Arena como si no hubiera otro territorio más cómodo que habitar, y arrastra con ella una seducción heredada, suave, clásica.

Por momentos, con prendas modernas que oscilan entre la armadura y el atuendo de boliche, es más bien un ángel redentor suelto en distopías a lo Mad Max, rodeada de un cuerpo de baile que es retrofuturista y, cuando se une, late como si fuera un único músculo, se contrae y se expande y se rearma y se rompe como si fuera la tierra en la base de un volcán a punto de estallar.

Su voz, limpia y sólida, es la que tira las riendas del minimalista carruaje. En un escenario vestido por pantallas, triángulos, tubos de luz y todos esos performers, apenas hay dos músicos, uno de cada lado, y un cuarteto de cuerdas en penumbras listo para intervenciones acertadas y puntuales. El centro es, siempre, Nicki Nicole, que abre la noche con su máxima entrega, la canción “Tienes mi alma”, y ese día, justo en el arranque de las Eliminatorias rumbo al próximo Mundial de fútbol, la cierra poniendo el Himno Argentino al servicio de un pogo bien ordenado.

El lugar está lleno de jóvenes, adolescentes, millennials, niñas, madres, parejas, grupos de amigas, que la cantante atiende como anfitriona en su propia casa. Quiere que estén bien, que disfruten, que eventualmente lloren pero en colectivo. Quiere agradecerles (antes de “Plegarias”) y entonces ella también llora. Después les habla: dice que sabe que todos batallan muchas cosas, pero que al final, todo se soluciona. Que se puede salir adelante.

A la altura del suelo, entre las filas de sillas que cubren el campo de un Movistar Arena que ahora alberga a más de 11.000 personas, rebotan los alaridos y caen las lágrimas. Mire donde se mire, hay alguien que llora como se llora cuando se sueltan las angustias o se cumplen sueños. En los brazos en alto, los carteles de cartón repiten una misma frase: “Nicki, quiero un abrazo tuyo”, “Nicki, ¿te puedo abrazar?”.

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