Michael Barenboim sobre el West-Eastern Divan Ensamble, el arte como unión y el programa que traen a Uruguay

El director y violinista ⁠Michael Barenboim, los violinistas Hisham Khoury y ⁠Sindy Mohamed, y el chelista ⁠Izak Nuri, integrantes del Ensamble charlaron con El País previo a su visita a Uruguay.

Michael Barenboim (centro) junto a los integrantes del West-Eastern Divan Ensemble.
Michael Barenboim (centro) junto a los integrantes del West-Eastern Divan Ensemble.
Foto: Difusión.

Compuesto por músicos de la West-Eastern Divan Orchestra y con dirección del concertino Michael Barenboim, el West-Eastern Divan Ensamble llegará a Montevideo en el marco de la temporada 2025 del Centro Cultural de Música. El conjunto de cámara se presentará en el teatro Solis el 4 de junio y las entradas están a la venta por Tickantel.

Nacida en 1999, la West-Eastern Divan Orchestra, surgió a raíz de las charlas entre el director de orquesta y pianista argentino-israelí Daniel Barenboim con el escritor y académico palestino Edward Said. A través del intercambio de ideas sobre música cultura y humanidad entendieron la necesidad de encontrar una forma alternativa de abordar el conflicto palestino-israelí: la música.

Comenzaron con un taller para jóvenes músicos, puntapié para la creación de una de las orquestas más destacadas y reconocidas del mundo. En 2020 nació la West-Eastern Divan Ensamble, conjunto de cámara que se ha presentado en distintos escenarios del mundo. Actualmente se encuentran de gira por Sudamérica. Previo a su visita a Uruguay, realizaron conciertos en el teatro Cultura Artística de San Pablo, y mañana se presentan en el Teatro Colón de Buenos Aires.

Llegan con un programa que incluye Rosamunde, el cuarteto para cuerdas de Shubert, y el septeto de Beethoven para cuerdas y vientos.

El director y violinista ⁠Michael Barenboim, el violinista Hisham Khoury, la violista ⁠Sindy Mohamed (integrante desde el inicio del Ensamble) y el chelista ⁠Izak Nuri se encuentran en el camerino del Cultura Artística de San Pablo. En dos horas presentarán la última función de su parada por Brasil, y entre risas y bromas —la cábala del grupo antes de salir al escenario—, charlaron con El País.

Michael Barenboim.
Michael Barenboim.
Foto: Difusión.

—Este ensamble de la Western-East Divan Orchestra está cumpliendo cinco años y nació para celebrar los 20 de la orquesta madre. ¿Cuál fue el punto de partida?
Michael Barenboim: El ensamble fue creado e hizo su gira inaugural en 2020. La idea fue llevar el espíritu de la orquesta a un formato de música de cámara, más íntimo, donde se pudiera apreciar a los músicos tanto en su individualidad como en su excelencia colectiva. Esa es la idea, como una versión en miniatura de la orquesta.

—Además, es una posibilidad para hacer más giras.
Barenboim: Sí, claro. Aunque es diferente, porque son giras distintas con otros promotores, programas y escenarios. Y sí, es mucho más rápido organizar una gira con un grupo de cámara que con una orquesta de 80 o 100 músicos. Además podemos tocar dos conciertos en una ciudad, algo que no podríamos hacer con la orquesta grande. Es lo que se puede hacer con una orquesta de cámara.

—Daniel Barenboim es un pilar en la historia de la orquesta. ¿Hay algo en su forma de entender la música que se mantiene en los ensayos o sobre el escenario?
Sindy Mohamed: Sí, claro. Todos hemos trabajado con él y hemos aprendido muchísimo. Y esa forma de trabajar también se aplica a la música de cámara, especialmente cuando tocamos piezas como Beethoven. Sabemos cómo lo habría hecho con la orquesta, así que eso todavía resuena.

—La East-West Divan es un ejemplo de colaboración entre músicos israelíes y palestinos. ¿Por qué ese mensaje no ha llegado a más personas?
Hisham Khoury: Es difícil de responder. Hacemos lo mejor que podemos.

Barenboim: Quizás deberías preguntarle a esas personas que no reciben el mensaje. Nosotros tratamos de transmitirlo, pero tal vez solo llega a quienes vienen a los conciertos. Y eso no es suficiente.

—En ese sentido, ¿sienten que la orquesta ha contribuido a generar diálogo?

Barenboim: Es complicado. ¿Cómo funcionaría eso? Somos una orquesta sinfónica. Pretender resolver un conflicto de más de cien años tocando una sinfonía de Beethoven es pedir demasiado. La música es poderosa, sí, pero con eso no basta.

—Comprendo, pero la música une culturas y ayuda a sanar.
Barenboim: Sí, pero hay que conocer las causas del conflicto si se quiere resolver. Las personas que estamos en esta sala tocamos música. Creo que el genocidio que está ocurriendo ahora en Gaza es una muestra de que si se aceptan ciertas injusticias que se repiten durante décadas, el resultado es la catástrofe. Este proyecto es importante, pero no es una solución para ese conflicto.

—Sí, pero es una luz. Demuestra que se puede trabajar y crear juntos…
Mohamed: Sí, claro. El público también siente eso. Cuando nos ven en el escenario creen que estamos resolviendo algo o que estamos mostrando que es posible convivir.
Y sí, es posible. Nadie nos obliga a estar acá, nosotros lo decidimos. Pero es muy distinto a la realidad. Hay que tratarlo como dos cosas diferentes.

Izak Nuri: Tocar juntos puede ser símbolo de que es posible comunicarse entre los seres humanos. Pero decir que estamos resolviendo algo, es un tema completamente distinto. Nosotros simplemente compartimos una experiencia humana como la música. Nos gustaría poder resolverlo, claro.

—Con todo lo que está pasando hoy en la región, ¿cómo impacta eso en el clima del grupo, o en el repertorio?
Nuri: Nosotros venimos de contextos muy distintos, y a veces no estamos de acuerdo con algo, pero lo hablamos y se resuelve. Luego tocamos y dejamos todo eso de lado. No tenemos una solución mágica.

Khoury: Tocar no significa que olvidamos todo. Pero nos ocupamos del tema, y hablamos mucho. A veces es difícil, porque tal vez no todos estamos de acuerdo, pero esa es nuestra realidad.

Barenboim: Creo que hemos aprendido a que cuando tenemos un espacio donde todos somos iguales, como en un conjunto donde todos tenemos la misma voz, eso podría generar un diálogo muy productivo. Si pudiéramos lograr eso en la vida real, donde todos seamos iguales en esta parte del mundo, creo que tendríamos una vida mejor y un futuro mejor.

—¿Qué pueden decir del programa que interpretarán en Uruguay?
Barenboim: Vamos a tocar Rosamunde de Schubert y el Septeto en Si bemol mayor de Beethoven. Es el mismo programa que tocamos en San Pablo. Así que estamos preparándonos para Uruguay. El Septeto es una obra maravillosa.

Nuri: Aunque algunos de nosotros no tocamos en ella, ¡nos encanta igual!

Mohamed: Rosamunde es un cuarteto de cuerdas muy importante del repertorio. Es una joya compleja de aprender. Muy lírica, muy Schubert. Tiene una belleza melancólica que va muy bien con cómo nos sentimos a veces.

Barenboim: Nosotros cuatro somos quienes tocamos Rosamunde, es una pieza que amamos. Porque cada movimiento, en sí mismo, es una maravilla.

Mohamed: No puedo decir lo mismo de Beethoven. Aunque después de tocar algo tan intenso como Rosamunde, es bueno tener instrumentos de viento, porque el sonido cambia mucho.

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