Mesita, el artista de Canelones al que oyen millones, canta con Duki y Emilia y tiene los pies sobre la tierra

Mesita, uno de los uruguayos más escuchados en Spotify en el mundo, llega a Montevideo Music Box con el inicio de su gira internacional. Antes charló de sus sueños e intenciones con El País.

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Mesita.
Mesita.
Foto: Difusión.

Es uno de los músicos uruguayos más escuchados del mundo, con canciones que superan los mil millones de reproducciones y colaboraciones con artistas como Duki, Bizarrap, Nicki Nicole, Emilia y Tiago PZK.

Se llama Santiago David Messano, tiene 25 años y nació en Canelones, pero todos lo conocen como Mesita. Es un exponente del género urbano y, en pleno crecimiento, se presentará este jueves en Montevideo Music Box para el inicio de una gira que lo llevará por varios países y, dice, no podía empezar en otro lugar que no fuera Uruguay. Las entradas para el Tsunami Tour están a la venta en Redtickets a 800 pesos.

Hay una frase de L-Gante con la que Mesita se siente identificado: “Yo no quiero hacerme cheto, quiero hacerme millonario”. "Y si no millonario está todo bien, pero un cheto no va conmigo", dice en charla con El País.

Mesita, que comenzó cantando Pappo en el ómnibus y es responsable de éxitos como "Una foto", "Dale mecha" o "Cheto mal", siente que fue importante haberse criado con los pies en la calle de tierra. Comenta que esos valores, esa educación que recibió de sus padres y amigos, evitan que pierda el rumbo. Por eso, insiste, el dinero no podría cambiarlo: "En los momentos donde vos te podrías confundir, los valores bien enseñados son los que te permiten saber cómo lidiar con esa situación. Eso me define, mis valores".

Mesita.
Mesita.
Foto: Difusión.

También opina que los uruguayos no solemos estar a la vanguardia musical, aunque entiende que deberíamos tener una mayor apertura para los nuevos géneros, estilos y artistas. "En vez de quedarnos rezagados criticando, abramos la mente y logremos salir al mundo. Estamos en un buen momento como para mostrarle a la gente que se puede, y tenemos que apoyar al que lo está intentando. Vengo a traer el ejemplo de que se puede, por eso arranco mi gira internacional en Montevideo", dice.

Sobre algunos hitos de su carrera, lo que ha aprendido de sus ídolos y el artista con el que le gustaría hacer una colaboración, esta charla con Mesita.

—¿Cómo cambió tu carrera el remix de “Una foto”? ¿Qué te trajo, más allá de las escuchas?
—Me trajo muchas oportunidades a nivel internacional, porque fue un hit mundial. Batimos récord de streaming digital de la historia de Uruguay, va camino a los mil millones de reproducciones entre todas las plataformas. Es un momento tremendo, y lo que me llena es que gente del panorama internacional de la música está mirando a Uruguay y diciendo: ¿qué pasa acá con la música urbana y esta nueva movida? Me han llamado de muchos países, gente a la que, antes de esa canción, era muy difícil pensar en llegar.

—Somos un país de rock, plena y folclore. ¿Qué tan complicado fue iniciar una carrera haciendo trap?
—Costó un montón. Nadie me abría las puertas, como que no confiaban del todo. Me costó años. A raíz de mi triunfo en Argentina y en el ámbito internacional, ahí la gente empezó a cambiar, pero es un país en el que cuesta. Y el trap o el reggaetón no vienen a desplazar a la otra música. Hay que entender que la música es un conjunto de cosas, y yo escucho folclore, plena y rock dependiendo el día. Pero la música que escucho no me define y todos deberíamos de poder escuchar un poquito de todo.

—También sos de darle una oportunidad a los cantantes que están comenzando, seguramente una ayuda que no tuviste en tus inicios.
—No, no la tuve. Con 20 años me tuve que ir a Argentina y dejé todo atrás, mi familia, amigos; tuve que vender todo para ir, para darme contra la pared, golpear puertas en cualquier estudio musical intentando aprender, porque no había nadie que te enseñe de este negocio. Este género de música es distinto por cómo se maneja, cómo se estructura un equipo de trabajo para hacer esta música, y tuve que ir fuera del país para aprender cómo se hacía donde ya se había establecido. Por eso creo que es muy importante que haya podido triunfar afuera, para compartir este conocimiento. Ojalá mañana baje la tasa de rechazo en mi país y que la gente diga: “Es música para divertirse, y está bien”.

—En el EP "Tsunami" hay una colaboración con Duki, que de alguna forma certifica tu lugar en las grandes ligas. ¿En Argentina te sentís un par o te considerás un outsider?
—Me considero un par y ellos me han hecho sentir así, siempre. Duki fue el primero. El primer día que estaba en Argentina, sin nada, fue el primero que me mandó un mensaje. Me dijo: “Yo vivo acá”, me mandó la ubicación de su casa y me dijo: “Cuando quieras venir, comemos algo y hablamos”, y me han ayudado con muchas cosas del negocio, contactos, de todo. Estoy muy agradecido con la gente de Argentina y los artistas que me han incluido como uno más en su rubro.

—¿Qué se aprende de una persona como Duki o Bizarrap, con quien hiciste la “Session 13”?
—Lo que puedo destacar es que esta música nueva tiene su dificultad. No es que apretás un botón y ya está. Y de ellos también aprendí el ejemplo de la constancia, del trabajo y el sacrificio, porque en esto también se necesita ser un profesional. Puede que la gente no lo crea, pero me levanto a las siete de la mañana y mis días a veces terminan a las dos de la madrugada. Y de ellos aprendí eso, que si sos profesional, haces las cosas bien y le das para adelante, la gente te apoya y se pueden generar cambios. Ellos fueron un gran ejemplo para mí.

Mesita.
Mesita.
Foto: Difusión.

—También seguís estableciendo lazos con la escena uruguaya, y hace poco presentaste “Tu fanático” con La Nueva Escuela. ¿Cuánto te importa llevar a lo más alto o a la mayor popularidad a la música uruguaya?
—Es una de mis principales prioridades. Más allá de lo que pueda triunfar en la música y darme a conocer en otros países, una parte de mi corazón siempre va a estar en Uruguay, y yo elijo venir a invertir mi tiempo acá para generar este movimiento y estar presente. No solo con mi música. También cuando veo que hay un artista por levantar cabeza o le está yendo bien, soy el primero en escribirle, en decirle: “Mirá, esto es así, tené cuidado con estos contratos, con esto otro”. No porque tenga un interés, no quiero ser representante de ellos, pero sí para decirles lo que me costó cuatro años de lucha, para que quien empieza a hacer música en Uruguay tenga un poquito más claro cómo es el camino. Porque puedo aprender a tocar la guitarra o el piano, pero a hacer música urbana, entender cómo se distribuyen las plataformas digitales, cómo funciona el negocio de regalías y el negocio editorial internacional, nadie te enseña, y siempre hay gente que se aprovecha de eso.

—¿Con qué artista uruguayo te gustaría colaborar?
—Me gustaría hacer una canción con No Te Va Gustar, con Matías Valdéz. Tengo el sueño de unir a toda la música de Uruguay. Es importante entender que la música es una, y nos tenemos que apoyar entre todos, porque cada música tiene un lugar, una ocasión y un momento para el día y la vida de las personas.

—Sos de Canelones y vivís en Argentina, ¿pero qué es lo más canario que conservás?
—Lo más canario, andar descalzo y sin remera, y sentarme afuera de mi casa en una reposera a tomar sol, con el mate en la mano. Es más, yo necesito, por lo menos un par de horas por día, pisar el pasto o la tierra descalzo; si no, no vivo. También la sencillez, la manera de ser que tenemos, en especial en Canelones que somos medio perfil bajo, con una vida más relajada. Porque aunque no parezca, porque a la hora de subirme a un escenario tengo que dar show, cuando me bajo me pongo mis chinelas, me saco la remera y chau, así soy.

—¿Cuesta mucho mantenerse con esos pies en la tierra?
—Obvio, es una lucha que está salada, pero tiene que ver con los valores que te hayan inculcado en tu familia y del círculo que te rodees. Yo trato de rodearme de gente que no me dice a todo que sí. Tengo los mismos amigos que no tienen miedo de decir: “Che, acá le estás errando”. Me lo dicen de una. Lo mismo mi familia que es lo más bajado a tierra. Mi viejo no tiene auto. Le dije: “Viejo, te regalo un auto” y me dice que no. Él anda en bicicleta por Solymar y recarga la garrafita para ponerle la hornalla arriba. Ellos siguen viviendo así, y eso es lo que me hace ser como soy. Mi madre es profesora de liceo, y mi viejo trabajaba en una fábrica en Maroñas. Mi familia es laburante de clase obrera, y trato de que no perdamos nunca eso.

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