Larbanois & Carrero narran la historia de cinco clásicos de su repertorio

Mario Carrero y Eduardo Larbanois. Foto: Leonardo Mainé.

ENTREVISTA

Antes de su show del Antel Arena, el dúo que celebra sus 45 años repasa la historia de cinco de sus clásicos: de "Cuanto cante el gallo azul" a "Ocho letras"

Eduardo Larbanois y Mario Carrero están sentados en una mesa de un bar de Palermo. Es un martes al mediodía y están preparando los últimos detalles del recital que ofrecerán el sábado en el Antel Arena para celebrar sus 45 años de historia. Cuando se encuentran con El País, Carrero le hace escuchar un fragmento de “A redoblar”, de Rumbo, a su colega de toda la vida. Están analizando los detalles de las armonías vocales que definen al himno de resistencia a la dictadura.

Minutos más tarde se sumergirán en el repaso de su repertorio, ese que le aportó varios clásicos al cancionero popular. Antes del show del sábado, Larbanois & Carrero le cuentan a El País la historia de cinco de sus canciones.

"Cuanto cante el gallo azul"

Se editó en Amigos, un disco de 1978 grabado junto a Juan José de Mello y Carlos y Washington Benavides. Ese proyecto, que marcó el debut de Larbanois & Carrero también incluye uno de sus mayores éxitos. “Esa polca se bailaba por el norte y la recopiló Bolívar Pérez, un hombre que tocaba muy bien el acordeón, y luego ‘El Bocha’ Benavides le puso texto”, relata Larbanois. “Es una canción realmente folclórica porque no se sabe quién es el autor de la música”.

“Cuando cante el gallo azul” fue la primera de tantas letras que les brindó Benavides, con quien trabajarían durante varios años. “En la primera versión que grabamos, Mario puso un carta de naipes entre el encordado y el mástil para que sonara como un redoblante”, agrega. Pero ese no fue el único efecto artesanal del que se sirvieron para mantener el espíritu de la canción: además del acordeón y de las guitarras, en la grabación publicada en Amigos se escucha el aporte de un peine tocado con hojilla, que evoca el sonido de una armónica.

“Zumba que zumba”

Salió en Cuando me pongo a cantar, un disco de 1980 que recopila las canciones que presentaron junto al percusionista Yamandú Pérez y al guitarrista Enrique Rodríguez Viera en un ciclo de recitales para el Teatro del Centro. “Zumba que zumba”, que abre el álbum, surgió gracias a Benavides. “Un día nos cruzamos con el Bocha en la calle y nos dijo: ‘Tengo un zumba que zumba para ustedes’, vayan por casa’’”, cuenta Larbanois. “No teníamos ni idea de qué era, y nos mostró una versión de Soledad Bravo”.

“El zumba que zumba es un ritmo popular venezolano, y la vas a escuchar en otras canciones como ‘Angelitos Negros’, de Los Olimareños”, agrega Carrero. “La empezamos a ensayar cuando Eduardo vivía en Luis Franzini; me acuerdo que la cantábamos en el altillo y nos íbamos repartiendo los versos. A tal punto los repartimos que, durante mucho tiempo, no sabíamos qué cantaba el otro”, dice, entre risas.

“Ocho letras”

“No iba a ir en el disco porque teníamos miedo”, admite Larbanois. “Lo que pasa es que a veces hacías la grabación, sacabas el disco y después te lo retiraban”, dice sobre la época de Antirutina, el álbum que lanzaron en 1983, cuando la dictadura empezaba su caída. “Teníamos tantas dudas de si la sacábamos que en esa primera versión la voz de Mario es la voz guía. Para los que no están en el oficio, eso es cuando hacés la línea melódica sin demasiado esfuerzo, nada más que cantando para que los instrumentos se aglutinen; después cantás de nuevo. Pero como cuando nos decidimos lanzarla no había tiempo, marchó nomás con la voz guía de Mario y yo le metí una segunda voz”.

“La letra salió al mismo tiempo que la melodía”, recuerda Carrero. “Estábamos en Sondor y yo me puse a tocar un teclado con un solo dedo mientras me salía la letra: ‘En el aire, en el fuego, en el vendaval...’. La canción habla de la censura y la tortura, y por eso dice: ‘Allí donde te imponen guardar silencio, silencian tu boca con sufrimiento’. Tiene una dinámica muy fuerte de resistencia”.

Lo más llamativo del abordaje musical de “Ocho letras” es que lo que comienza con un rasgueo de charango a cargo de Larbanois se traslada, de forma natural, a un impulso rockero gracias al fraseo de la guitarra eléctrica de Jorge Galemire, y el pulso firme de la batería de Yamandú Pérez. Es una de sus canciones más significativas.

"Santamarta"

“Podría haber un ‘Santamarta’ diferente todos los días porque la cosa va cambiando siempre”, dice Carrero sobre el tema que abre el álbum Canciones de Santamarta, de 2001. “La letra habla de mi resistencia a que estemos estandarizados, por eso planteo el tema de que se celebre Halloween: no es que tenga un purismo total; estoy hablando de la pérdida de la identidad, que es lo más jodido porque pasás a estar en un ‘mundo snack’ totalmente globalizado”.

El tema, que plantea un análisis de los cambios sociales en los pueblos del interior, tiene, para Carrero, una fragmento esencial: “Santamarta está informada de la cumbre de Ginebra, / Si la reina estuvo enferma, o Palermo erró un penal, / Todo el mundo vive al tanto de un millón de cosas nuevas, /pero ya nadie se entera de lo que pasa en su ciudad”. Al respecto, dice: “Entiendo que los cambios vienen en beneficio de la humanidad, pero ya nos enteramos en tiempo real de cualquier cosa menos de lo que nos pasa. Y eso nos hace perder la identidad”. Habrán pasado más de 20 años de su salida, pero el mensaje de “Santamarta” sigue tan vigente como en aquella época.

“La historia no es solo un libro de hojas amarillentas"

El diálogo en torno a “Santamarta” deriva en esta canción de Conclusiones (2015), del último disco de canciones inéditas del dúo. “A lo largo de los años, hemos tenido la posibilidad de hablar con jóvenes de distintos centros estudiantiles en los que se analiza el tema de la dictadura, y nosotros les decimos que la historia es una rueda que no para: lo que hicimos o no hicimos ayer es lo que recogeremos mañana. Entonces, no es que porque se haya terminado la dictadura, el tema se bloqueó y empezamos de nuevo. Y yo quería expresar eso en la canción”, explica Carrero.

Acompañado de un coro a cargo de la murga Curtidores de Hongos y un emotivo solo de guitarra de Christian Cary, el dúo le canta a las nuevas generaciones. “A todos nos duelen cosas, / La oscura noche que tuvimos que sufrir, allá por los setenta, / Sé que a vos te resulta tan lejana, tan ajena, / Como a mí me resultaba Gabriel Terra”, cantan. Al respecto, Carrero dice:“A nosotros nos marcó mucho la Guerra de Vietnam y la foto de la niña desnuda que corre por la ruta quemada por napalm. Lo que pasa ahora es que ves 500 fotos de la guerra en tiempo real y eso hace que te olvides enseguida; como todo pasa a mil, nada te marca mucho ni te hiere. No podemos dejar que eso nos pase”.

45 años

Una celebración que se completa con dos lanzamientos

Además de su show en el Antel Arena, para el que aún quedan entradas disponibles en Tickantel (los precios van de 700 a 900 pesos), la celebración de los 45 años del dúo se completará con dos lanzamientos. El primero es el libro Adonde nos lleven los caminos, escritor por el periodista y músico Martín Duarte, que se sumerge en la historia de Larbanois & Carrero y aborda sus inicios artísticos, sus primeros recitales, sus militancias políticas, sus grandes espectáculos y sus intercambios con leyendas como Alfredo Zitarrosa, Washington Benavides, Rubén Lena, Vera Sienra y Pepe Guerra.

Por otra parte, el sello Montevideo Music Group editará próximamente Larbanois & Carrero - 45 años, un vinilo que recopila varios de los clásicos del dúo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar