La historia del Teatro de Verano, el escenario que tuvo varias vidas, guardó noches históricas y cumple 80 años

Inaugurado el 15 de enero de 1944, las actas de la época aseguraban que no iba a poder resarcir sus gastos. Pero el Ramón Collazo se iba a convertir en uno de los escenarios más icónicos de Montevideo.

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El Teatro de Verano en 1962.
Foto: Centro de Fotografía de Montevideo.

Un teatro al aire libre y frente a la rambla del Parque Rodó parecía ser una buena idea, pero el proyecto surgido durante la intendencia de Juan Pedro Fabini (1943-1947) tenía sus resistencias. “El costo del Teatro de Verano coloca a la Intendencia en una situación penosa”, dicen las actas de la Comisión Municipal de Fiestas, el organismo que en aquella época se encargaba del tema. “No podrán resarcirse los gastos que ascienden a la suma de $30.000 a $35.000”.

“Era un ping-pong de sí y no entre el oficialismo y la oposición”, dice a El País Cristian Calace, actual director del Teatro de Verano. A pesar de eso, el proyecto prosperó y, aunque el comienzo fue un poco accidentado —“El Teatro se iba a inaugurar el 8, pero se tuvo que postergar porque esa noche llovió”, dice Calace—, hubo apertura. Así lo anunciaba El País en su cartelera del sábado 15 de enero de 1944: “Teatro Municipal de Verano. A la hora 22.00, inauguración de la temporada de espectáculos al aire libre. Presentación del ‘original Ballet Russe’’’.

De aquello se cumplirán, mañana, 80 años, que se celebrarán con un show en vivo de La Candombera, Kumbiaracha y Tinta Brava y el Bandón Murguero, gratis y con entradas agotadas. Será el festejo para un lugar que no solo pudo resarcir los gastos, sino que le dio, a los uruguayos, el escenario para un montón de momentos inolvidables.

Ahora, el Teatro de Verano original tenía poco que ver con el que es hoy. Así lo refleja la imagen que sigue en esta nota, recientemente rescatada por el Centro de Fotografía de Montevideo. “El escenario miraba hacia la rambla, sus patas eran macetones con árboles y los camarines estaban abajo de las tablas”, relata Calace. “La intención era buenísima, pero las inclemencias del tiempo eran muy complejas; con cualquier brisa se volaban las escenografías, por eso solo se podía usar hasta febrero. El inicio tuvo un sabor amargo; era muy precario”.

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El Teatro de Verano durante su construcción.
Foto: Centro de Fotografía de Montevideo.

Al año siguiente, el concurso de carnaval empezó a celebrarse allí gracias a una sugerencia de César Batlle Pacheco. “El Sr. expresa que en el Teatro de Verano se podría efectuar el Concurso de Agrupaciones Carnavalescas, estimando que con ello, dada la gran capacidad del teatro, se obtendrían beneficios considerables permitiendo fijar un precio de entrada accesible al alcance de todos”, se lee en las actas de la época. Era el origen de lo que se conoce como el “Templo de Momo”.

Sin embargo, no fue hasta 1974 —cuando la Intendencia le cedió el uso del escenario a Daecpu— que el Concurso de Carnaval se estableció definitivamente allí. Antes pasó por otros lugares, como la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario; así lo certifica un vinilo editado en 1961 y justamente llamado Carnaval uruguayo desde el Estadio Centenario.

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El vinilo "Carnaval uruguayo desde el Estadio Centenario", publicado por Editorial Minerva en 1961.
Foto: Discogs.

El Teatro de Verano atravesó varias vidas, y recién en 1962 el escenario pasó a ser techado. El cono acústico es responsabilidad del arquitecto Julio Giacosa, quien lo ideó para la 1ª Exposición Nacional de la Producción, que se celebró en Villa Española y para la que se construyó el Cilindro Municipal. Tras el evento, el cono se trasladó al Parque Rodó sin autorización de su creador. “Años más tarde, Giacosa escribió que esa fue la desilusión más grande de su vida profesional”, narra Calace. “Sin embargo, esa cúpula de chapa y con unos paneles de madera adentro, le dio una acústica muy alabada por los artistas”.

Luego, en 1986, el Teatro de Verano fue nombrado Ramón Collazo en honor al "Loro”, que había fallecido cinco años antes. El músico había sido miembro de la Troupe Ateniense y también compuso tangos como “Mamá, yo quiero un novio” y “Araca París”.

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Ramón Collazo en un ensayo de la Troupe Ateniense.
Foto: Archivo El País.

Fue por esa época que el escenario empezó a ser sede de grandes conciertos. En 1985, por ejemplo, se celebró un festival crucial para el rock posdictadura y que tuvo a todos los grupos que fueron parte del compilado Graffiti, como Los Estómagos y Los Tontos. En 1987 se reunió Opa en un concierto que quedó registrado en un disco, Los Redondos se presentaron allí en 1989 y varias canciones de aquella actuación fueron parte del álbum En directo, y en 1994 Joaquín Sabina actuó en un concierto que abriría Jorge Drexler y que cambiaría el destino del uruguayo.

Hubo más momentos históricos: la noche de 1978 en la que Los Gaby’s estrenaron su parodia a Juan Salvador Gaviota y la actuación de 1981 con la que La Reina de la Teja presentó su “Saludo a los barrios”; el show que Lou Reed ofreció bajo lluvia en el 2000 y el concierto que Mercedes Sosa presentaría en 2008 unos meses antes de morir; el espectáculo de 2009 en el que Jaime Roos cantó junto a varias figuras locales y la magnética actuación de Nick Cave and the Bad Seeds de 2018 en la que el frontman se paseó por las gradas. Cada lector tendrá su lista.

Nick Cave en el Teatro de Verano. Foto: Nicolás Pereyra
Nick Cave en el Teatro de Verano. Foto: Nicolás Pereyra.

En octubre del año pasado, el Teatro de Verano estrenó su última reforma —la anterior había sido en 2006, cuando se construyó una nueva cúpula— y luce mejor que nunca. Está listo para demostrarlo, tal como lo había propuesto Batlle Pacheco en los cuarenta, durante el próximo Concurso Oficial de Carnaval, que iniciará el lunes 29 de enero y por el que pasarán 38 agrupaciones, y con los primeros shows anunciados para la temporada (Voces de Oro y Platino, El Kuelgue, La-Cumbia-La).

Pero antes de eso habrá una fiesta. Ocurrirá mañana, cuando el Teatro de Verano cumpla 80 años y los festeje con eso que ha marcado todos sus tiempos: la música, viva.

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