ENTREVISTA
El 8 de diciembre, Karibe con K llega al Teatro de Verano para celebrar tres décadas de música. Antes, Gerardo Nieto, Miguel Cufos y Yesty Prieto hablaron con El País
El miércoles en la tarde, mientras los dos televisores del bar ubicado frente a la Plaza 1° de Mayo sintonizaban el mismo canal argentino en el que un conductor de traje lamentaba la muerte de Diego Maradona, tres de los miembros originales de Karibe con K se reunieron para repasar su trayectoria con El País.
“No se puede creer”, dijo el dueño del lugar apenas vio entrar, juntos, a Gerardo Nieto, Yesty Prieto y Miguel Cufos. “Tenemos que sacarnos una foto”. Con una sonrisa, los tres cantantes del grupo tropical uruguayo más exitoso de la historia se levantaron de sus asientos para posar junto al hombre, que segundos atrás estaba sentado comentando al muerte de Maradona junto a un grupo de amigos.
“Pará, apagá la tele”, le dijo a uno de sus amigos, ahora fotógrafo improvisado, antes de tomarse la foto junto a los tres cantantes. Aunque sea por unos 10 segundos, el astro argentino dejó de ser el tema central del bar. Minutos más tarde, mientras los cantantes intentan analizar por qué el conjunto fundado en 1989 sigue siendo trascendente, el dueño del bar llega con la foto impresa y les pide que se las autografíe. “Esto no se ve todos los días”, dice.
Y tiene razón. Es que Karibe con K se reunió para celebrar tres décadas de historia en el Teatro de Verano. Y lo harán el próximo martes 8 de diciembre a las 21.00 con un show donde repasarán sus éxitos indispensables (“Polvo de estrellas”, “La cita”, “Amores como el nuestro”, “La única” y unas cuantas más), junto a varias joyas de su repertorio.
Antes de ese espectáculo (con entradas a la venta en Abitab), los tres cantantes de Karibe con K repasaron sus discos, su dinámica de trabajo, el éxito repentino y los extravagantes vestuarios que usaban en cada uno de sus shows.
—Su segundo disco, Sobredosis, fue el que terminó de definir la popularidad de Karibe con K. ¿Cómo lo recuerdan?
Miguel Cufos (M.C.): Sobredosis fue el remate para llegar allá arriba. Había arrancado con “Mujeres de la vida” (Los agentes del sabor, 1989) y después la agarró aquel (señala a Gerardo Nieto) de sobrepique con "Sobredosis" y la sacó volando (Risas)...
Gerardo Nieto (G.N): Le pegué con tres dedos al ángulo (Risas). Y eso que juego poco al fútbol...
M.C.: Es que fue así: es medio explicable y no lo que nos pasó con Karibe. Si empezamos a buscar una explicación al éxito, que seguramente debe haber…
Yesty Prieto (Y.P.): Ojo, mirá que éramos lindos (risas)...
M.C.:A eso iba. Hasta hoy es difícil conseguir gente que cante bien, que tenga buena presencia y a unos músicos toquen bien. Son tres cosas fundamentales.
G.N: Te entiendo, pero creo que no hay explicación de que haya sido un furor. Las cosas estaban bien hechas y trabajábamos mucho. Nosotros teníamos dos puntales: Eduardo Ribero (creador de Karibe con K), que nos enseñó marketing y a decir: “Nosotros somos artistas y en un año vamos a ser los número uno”; y, en la parte musical, Óscar Gómez. Él era un perro atrás de cada de nota, de la afinación, la métrica y cada coro. A mí me marcó esa manera de laburar e hicimos muchas cosas para que Karibe fuera lo que es.
—Y Eduardo Ribero era muy bueno eligiendo el repertorio.
G.N.: Sí. En algún momento venía una salsa romántica de Estados Unidos o de Centroamérica y lo aprovechábamos. Acá la música tropical tuvo una bisagra. Antes era una música bailable, y las orquestas sonaban y la gente bailaba todo. (Canta) “Cortaron a Elena y se la llevaron p’al hospital”. Eso está buenísimo, pero no eran esas letras románticas que seducían a las mujeres. Captamos a todo un público femenino y para eso fue clave el vestuario, la coreografía y los temas.
Y.P: Y teníamos el pelo largo. En ese momento las orquestas tocaban de traje y pelo corto, y nosotros estábamos dando vuelta carnero en el escenario (risas).
M.C.: Claro, todo eso tiene explicación, pero tanto no se puede creer que cuando nos juntemos vengan botijas de 16 años con vinilos para que les demos autógrafos…
G.N.: Sí. Y creo que la gente terminó adoptando y queriendo a Karibe. Quedó en el pueblo como una orquesta de barrio y esa idea del pobre que llega y triunfa.
—También hubo un gran trabajo para cuidar su imagen: las presentaciones de discos, conferencias de prensa, el vestuario. ¿Eso influyó?
G.N: Nosotros trabajamos mucho para Karibe. Hacíamos un disco tras otro, el vestuario cambiaba todo el tiempo, y salíamos del Radisson en limusina y firmábamos autógrafos en todos lados...
M.C.: (mira a Gerardo) ¿Te acordás, pelado? Nosotros nos veníamos en ómnibus de los bailes y un día Eduardo nos dijo: “Ustedes no pueden andar más así porque la gente no se puede acostumbrar a verlos”. Después nos puso seguridad y no nos podíamos quedar en los bailes después de tocar porque decía que teníamos que ser inalcanzables como artistas.
—Ustedes grababan tres discos por año. En 1990 salió Amos del futuro, Generación 2001 y Dios los Cría. ¿Cómo era el trabajo?
G.N.: Era divino trabajar y trabajar. Y hablando del marketing, me acuerdo una conversación que tuvimos cuando miramos el nombre que había tirado Ribero para Generación 2001, nosotros nos reíamos pensado: “Está loco el viejo” (risas). En ese momento sacamos la cuenta y vimos que íbamos a tener treinta y pico de años... “Pah, vamos a ser unos viejos, no creo que siga cantando”.
M.C.: Y al final llegamos a la generación del 2001 y ya estamos por llegar al 2021. En aquel momento uno se reía, pero es que el tipo tenía otra cabeza y era un visionario. Tengo 53 y nunca pensamos que íbamos a hacer un Teatro de Verano a esta edad. Creíamos que la gente no nos iba a dar más bola.
—“Pensando en bailes nació Karibe con K”, dice la canción que abre Sobredosis. En YouTube hay un video en vivo donde hacen coreografía con un vestuario especial. ¿Cómo recuerdan la estética del grupo?
Y.P: Y…la ropa me da un poquito de vergüenza (risas). El primer traje pasó medio desapercibido, pero después llegó una chaqueta celeste con lentejuelas y estaba bravo andar en ómnibus. Igual no me importaba mucho…
—Me sorprenden las imágenes de cuando se vistieron de karatekas. ¿Cuál fue la más rara?
G.N: Sí, nunca entendí por qué nos vestimos de karateka (risas). Qué lo parió.
M.C.: Igual la peor de todas fue cuando nos vestimos de negro con unas hombreras y un cinturón con una “K” hecha con lentejuelas. Éramos como unos metaleros (risas). Después había otra con Gerardo vestido de dorado, estilo Luis XV.
—El 8 de diciembre celebran los 30 años del grupo en el Teatro de Verano. ¿Cómo surgió ?
G.N.: Pensamos que era una fecha para hacer algo importante con todo lo que significa el título del espectáculo. Tenemos músicos de primerísima línea, que no son los oficiales de Karibe porque es difícil juntarlos y nos da pena, pero la productora eligió a una grilla de músicos de muy alto nivel. Queremos hacerlo al mejor nivel posible.
—¿Sienten que, en este contexto, se va a generar otra energía con el show?
G.N.: Sí, por lo menos le damos algo. Creo que en este tiempo de pandemia, el ser humano está oprimido. Se siente vulnerable y más que nunca necesita estímulos para sentirse bien. Para mí siempre es necesario juntarse con Karibe, porque la gente nos quiere ver juntos. Y siguen pasando cosas insólitas cada vez que nos juntamos.