Jorge Drexler estrena de sorpresa "El fin y el medio": "Un niño es un niño, no existen los daños colaterales"

Redacción El País
Jorge Drexler estrenó hoy "El fin y el medio", una nueva canción que reflexiona sobre las guerras, las crisis sociales y el miedo, con el foco puesto en los niños. El tema llega en pleno contexto de la guerra en Gaza y marca, además, el estreno de la primera composición compartida con su hijo Pablo, también músico y que lleva adelante un proyecto solista llamado pablopablo.

"El fin y el medio" fue lanzada en exclusiva este lunes en el programa Hoy por hoy de Cadena Ser, antecedida por la noticia de que en las últimas 24 horas Israel mató a 70 personas en Gaza. Entre los muertos hay al menos tres niños y según la organización Save the Children, ya son más de 20.000 los niños asesinados en casi dos años de guerra.

El músico uruguayo sorprendió al lanzar esta pieza sin previo aviso. Según él mismo contó en sus redes sociales, comenzó a escribir la letra hace años, pero la terminó "recién hace poco tiempo". "Aparentemente, los seres humanos no aprendemos nada de nuestras historias más dolorosas, y eso hace que algunas canciones sigan volviéndome, una y otra vez, al papel y a la guitarra", reflexionó. "Pero uno no escribe cuando quiere, sino cuando la propia canción lo dispone. Ellas tienen su propio tiempo y aunque me hubiera gustado terminarla antes, solo recientemente conseguí completar la letra y la idea tal como quería".

"El fin y el medio", además, fue producida por los uruguayos Lucas Piedra Cueva y Tadu Vázquez junto con el propio Drexler. Tadu aportó programaciones mientras que otro artista montevideano, Facu Balta, tocó los teclados. Nasrine Rahmani y Borja Barrueta grabaron percusiones.

"Acerca del contenido de una canción, prefiero siempre dejar que ella hable por sí misma y confiar en lo que esta tenga que decir por sus propios medios", señaló Drexler, sin adentrarse en el mensaje de una letra elocuente, cuya primera estrofa dice: "Un refugiado es un refugiado, / un niño es un niño / y el miedo es el miedo. / Destierro es destierro / y una hipocresía es una hipocresía. / No hay signo, no hay bando, / no hay ideología ni misterio. / No hay un solo fin que justifique cualquier medio".

El videoclip, diseñado por Sheila Blanco, es una animación en la que la letra negra se va apareciendo de a poco sobre un fondo blanco, con un detalle bien particular: cada vez que aparecen las palabras "niño" o "niños", resaltan en rojo, como un especial llamado a la atención.

Un refugiado es un refugiado,
un niño es un niño
y el miedo es el miedo.
Destierro es destierro
y una hipocresía es una hipocresía.
No hay signo, no hay bando,
no hay ideología ni misterio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.

Un daño es un daño
del verbo dañar.
Todos los daños son daños centrales.
Un niño es un niño,
no existen los daños colaterales.
No hay meta, no hay causa,
ningún motivo, ningún premio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.

El fin es un punto por siempre distante,
una cambiante ficción.
Un ciclón a merced de una hoja,
una paradoja como la de Zenón,
donde algo parece que se va acercando
y siempre se escapa, siempre se esconde,
siempre a la misma exacta distancia
de un mismo horizonte.

El dedo que aprieta el gatillo
debería saber esto:
No hay “tuyos” ni “suyos” ni “míos”,
si son niños son nuestros.
(Todos los niños son nuestros).
Ni patria, ni credo hay,
ni diferencias de criterio.

No hay un solo fin que justifique cualquier medio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.

Foto: Antón Goiri.