Gilberto Santa Rosa: su historia, el sonido de Puerto Rico y por qué lo emociona Uruguay

Compartir esta noticia
Gilberto Santa Rosa. Foto: Difusión
Gilberto Santa Rosa.
Foto: Difusión.

ENTREVISTA

El Caballero de la Salsa llega el 27 de julio al Antel Arena, y antes conversó con El País. "No hay cosa que me guste más que la presentación en vivo", dijo.

Sentado en Miami, tomando un café en el corazón de la Calle 8, Gilberto Santa Rosa dice que no es adulador sino sincero cuando asegura que Uruguay es uno de los países que más disfruta visitar. “Creo que la primera vez me mandaron para que no fastidiara más”, comenta entre risas antes de explicar que hay algo, en la escala pequeña y la amabilidad de la gente y la parte antigua de Montevideo, que asemejan a esta tierra con la suya, Puerto Rico. Y eso lo emociona.

A Uruguay volverá en cuestión de días, para presentarse el 27 de julio en el Antel Arena, un escenario que pisará por primera vez (hasta ahora solo había cantado en el Teatro de Verano). Santa Rosa, el Caballero de la Salsa, traerá el show de su gira Camínalo, que luego llevará por América Latina y Estados Unidos y que tiene como particularidad “la energía de haber estado dos años encerrado”; quedan entradas a la venta en Tickantel.

“El público tiene muchos deseos de divertirse, de salir, y nosotros ni te cuento”, avisa en charla con El País el cantante, que acaba de lanzar una arrolladora versión en salsa de “For Sale”, el hit de Carlos Vives y Alejandro Sanz. “Y a mí no hay cosa que me guste más que la presentación en vivo. Me divierte, fascina”.

De eso y más, esta entrevista.

—No hay nada que te guste más que cantarle a la gente y, sin embargo, la pandemia nos apartó de esa posibilidad y un poco nos dejó sin baile, o bailando solos. ¿Qué fue todo ese período para vos?

—Fue un período de aprendizaje muy grande, porque fue de hoy para hoy. Yo era de las personas que no pensaban que esto iba a durar tanto y que iba a tener el impacto negativo que tuvo, en la sociedad en general y en la industria de nosotros. Entonces me quedé bastante tranquilo, pero cuando vi que la cosa iba pa’ largo, lo que hice fue ocuparme, en vez de preocuparme. Adaptarme a la situación. Y creo que eso tuvo que ver con lo que me haya reenamorado del estudio: me refugié allí, empecé a hacer todas estas fórmulas de trabajo virtual, y no me quedé quieto. No me desesperé, pero sí fue un momento muy duro.

—¿La música siempre es un refugio?

—Sí, regularmente. Porque además de ser un obrero de la música, soy un gran fanático de la música. Entonces me sirve para trabajar y me sirve como pasatiempo.

—Empezaste de muy pequeño en el mundo artístico. ¿Cómo eran los sonidos que te rodeaban en Puerto Rico?

—Ah, espectaculares. Espectaculares porque Puerto Rico era como el punto de encuentro de todas las vertientes de música popular: latinoamericanas, norteamericanas, inclusive algunas europeas, entonces teníamos esa influencia por todas partes. Y en los años que yo me crié, en los sesenta, era un niño y los niños absorben muy fácilmente. Y en esa época lo mismo sonaban los Beatles que Tom Jones que El Gran Combo, que en mi casa era una religión (se ríe). Y Tito Rodríguez, Frank Sinatra… Había una mezcla de música popular del mundo, y mi padre tenía la buena costumbre de escuchar discos del mundo; de hecho, siendo un niño escuché tango, paso doble, hasta música de banda, de marcha. ¡Hasta eso se escuchaba en mi casa! Crecí en un barrio muy musical y toda esa influencia fue lo que usé más adelante. Eso y la escuela, porque cuando llegué me encontré con una maestra de ciencia que además nos daba clases de música en las tardes, y organizó una agrupación y ahí vi un refugio para mi inquietud musical. Ella me enseñó gran parte del repertorio latinoamericano.

—¿Recordás la primera vez que una música te conmovió?

—Lo recuerdo como ahora. Fue mi primer recuerdo de música, y yo le diría que uno de los primeros recuerdos de la vida. Yo tendría como cuatro años y vi a El Gran Combo de Puerto Rico por primera vez en televisión. Y me impactó. Me acuerdo el día, la hora, todo. Yo dije: “Wow, eso es lo que yo quiero hacer”. Y de ahí empezó a creer el interés. Y yo para la época tenía una memoria extraordinaria, perdón mi modestia, y me aprendía todo muy rápido. Entonces en mi casa, en la casa de mi abuela, empecé a buscar esos discos, a ponerlos y a aprendérmelos. Ellos tenían un grupo muy dinámico, hacían coreografías y bailaban, y aprendía viéndolos en televisión.

—Y hoy que cambiaron las tendencias y la tecnología, ¿a qué suena Puerto Rico?

—Puerto Rico hoy tiene un sonido muy urbano, como la mayoría de los sitios que visito. Todavía existe gusto por los demás géneros, y siempre sonó con éxito la balada, el rock, y hay un sonido nuevo muy interesante de artistas jóvenes de salsa, de rock, de balada, de baladas pop, de esas cosas urbanas que mezclan ahora. Y a todo eso suena Puerto Rico.

—¿Desde qué lugar, con qué mirada te enfrentás a los nuevos artistas, al futuro de la música y a este sonido nuevo?

—De dos maneras. Primero lo miro con la satisfacción de haber pasado por ahí y de tener un sitio, de decir: “Caramba, estos muchachos que están trabajando ahora por su futuro, me recuerdan mucho a cuando yo estaba en esa posición”. Era totalmente diferente, pero sí me recuerdan a mí. Y por otro lado los admiro, porque parece que no, pero tienen grandes retos y los han podido afrontar, y en eso han sido muy tenaces. Eso no quiere decir que a mí me guste o no determinado género, determinado artista: lo que quiere decir es que yo respeto. El tiempo me enseñó a respetar el talento de otros, y a no envidiarle el éxito a nadie, y desde esa perspectiva veo todo. Y el que es bueno, es bueno; el que no, que se ponga a armar su show (se ríe).

"El tiempo me enseñó a respetar el talento de otros, y a no envidiarle el éxito a nadie"

Gilberto Santa Rosa

Camínalo es el nombre del tour que te trae de vuelta a Uruguay. ¿Cómo definís, hoy, el camino musical que has hecho?

—Yo siempre hago la misma comparación. Para mí, mi vida y mi carrera han sido como una montaña rusa. A diferentes velocidades en algunos momentos, a veces subiendo, otras veces bajando vertiginosamente y otras veces balanceado. Y ha sido un proceso de aprendizaje increíble, porque a medida que pasan los años uno quizás no aprende más, sí, pero aprende mejor.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar