"Fiebre de sábado a la noche": la historia de la banda sonora que catapultó a los Bee Gees a la cima del mundo

La banda sonora de la película protagonizada por John Travolta supo ser el álbum más vendido de la historia y convirtió a los Bee Gees en leyendas; sin embargo estuvo a punto de no existir. Esta es su historia.

"Fiebre de sábado a la noche". Foto: difusión
"Fiebre de sábado a la noche".
Foto: difusión.

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La banda sonora de Fiebre de sábado a la noche es una auténtica cápsula del tiempo. Aquel vinilo doble, cuya edición uruguaya estaba cubierta por un nylon trasparente, es un fiel retrato del espíritu de la música disco. La estética de la tapa, una referencia obligatoria cada vez que se organiza una fiesta para la Noche de la Nostalgia, muestra a un joven John Travolta vestido de blanco y con el brazo y el dedo en alto. Ese movimiento, parodiado incontables veces, se podría definir así:es como si el actor estuviese señalando a la bola de cristal del techo o apuñalando al aire.

Detrás de Tony Manero —así se llamaba el personaje de Travolta—, se ve una foto enmarcada de los tres Bee Gees, también vestidos de blanco, con brazos cruzados y sonrientes. Dos falsos stickers dorados prometen éxitos del trío formado por Barry, Robin y Maurice Gibb, y de grupos como Tavares, K.C. & The Sunshine Band y Kool & the Gang. Son 75 minutos de éxitos que, hasta la salida de Thriller de Michael Jackson, lo convirtieron en el álbum el más vendido de la historia.

La banda sonora de la película que hoy a las 21.40 se podrá ver en Movie Montevideo, es el greatest hits definitivo de la música disco. Solo en la cara A están cuatro de los mayores clásicos de los Bee Gees: “Stayin’ Alive”, “How Deep Is Your Love”, “Night Fever” y “More than a Woman”. Luego hay espacio para novedades como “If I Can’t Have You”, escrita por los Gibb e interpretada por Yvonne Elliman; y una versión cercana al soul de “More Than a Woman” a cargo del quinteto Tavares.

Hay más. El resto del álbum recopila éxitos ya publicados de los Bee Gees (“Jive Talkin’” y “You Should Be Dancing”), una inovlidable relectura disco de la Quinta Sinfonía de Beethoven (“A Fifth of Beethoven”, de Walter Murphy) y la larguísima pero irresistible “Disco Inferno” (de The Trammps). Con ese combo era casi imposible perder: el disco doble estuvo 24 semanas en el número uno de Estados Unidos y, en la actualidad, lleva vendidas 40 millones de copias en todo el mundo.

Sin embargo, el álbum estuvo a punto de no existir.

Fiebre de sábado a la noche fue producida por Robert Stigwood, quien ya había trabajado para otras dos películas cuyas bandas sonoras habían sido furor: Jesucristo Superstar (1974) y Tommy (1975). El empresario, además, había creado en 1973 a RSO Records, un sello cuyas mayores figuras eran Eric Clapton y los Bee Gees. En su interés por mezclar el mundo del cine y la música, en 1976 contrató a un entonces desconocido John Travolta para que protagonizara la adaptación cinematográfica de un artículo titulado “Tribal Rites of the New Saturday Night” y publicado por el periodista británico Nik Cohn.

Casi 20 años después, Cohn reveló que gran parte de su fascinante reportaje sobre la escena disco era una invención, pero la historia era tan seductora que en su momento nadie cuestionó su veracidad. Lo más sorprendente de la película, aparte del ficticio reportaje de Cohn, es que los Bee Gees no iban a formar parte de la banda sonora. “En realidad, bailé canciones de Stevie Wonder y Boz Scaggs”, admitió Travolta.

Pero apenas la película entró en posproducción, Stigwood se percató de que no podía dejar pasar la oportunidad de que su grupo estrella —del que además era manager— fuera parte de la banda sonora que producía su sello. En ese momento, el trío de hermanos estaba en el norte de Francia trabajando en el que sería el disco sucesor de Children of the World, su segundo proyecto dedicado al R&B y al funk.

“Ya habíamos grabado cuatro o cinco canciones cuando Stigwood nos llamó desde Los Ángeles y nos dijo que estaba trabajando en una película de bajo presupuesto sobre la música disco; nos preguntó si teníamos algún tema a mano”, relató Robin Gibb. “Le respondimos que no teníamos tiempo para componer canciones y que ni siquiera teníamos idea de qué iba la película”.

Pero, al final, Stigwood los convenció. Les contó algunos detalles de la historia y en un fin de semana escribieron “If I Can’t Have You”, “Night Fever” y “More than a Woman”. “Cuando le mostramos los demos a Stigwood y a Bill Oakes (el supervisor musical de la película), se volvieron locos y dijeron que iban a ser geniales”, relató. “Todavía no teníamos ningún concepto claro sobre la historia, tan solo habíamos recibido una especie de guion preliminar”.

Más adelante llegaría el tema insignia de Fiebre de sábado a la noche, que, además, se convertiría en el himno disco: “Stayin’ Alive”. Y a pesar de es una fiesta de falsetes y riffs pegadizos, la letra tiene su costado oscuro. “Trata sobre la supervivencia en las calles de Nueva York”, explicó Robin. Su hermano Barry agregó: “La gente pide ayuda a gritos, es una canción desesperada que se volvió gigante. Todo el mundo lucha contra las cosas que pueden hundirte”.

El combo de éxitos que lo Bee Gees publicaron en la banda sonora de la película los convirtió en uno de los grupos más populares del mundo. Su dominio en la lista de éxitos continuó gracias a Spirits Having Flown, de 1979, que expandió su sonido disco de la mano de hits como “Tragedy” y “Love You Inside Out”. Sin embargo, el fenómeno empezaba a agotarse y varios se hartaron del falsete de los Bee Gees.

Sin buscarlo, se convirtieron en la cara visible de la agresiva campaña Disco Sucks (“La música disco apesta”), que llegó a su punto máximo en julio de 1979, cuando el locutor estadounidense Steve Dahl organizó una explosión de vinilos del género —Fiebre de sábado a la noche y Spirits Having Flown fueron los favoritos— en un estadio béisbol de Chicago. En 1999, Maurice ofreció una entrevista en la que reveló cómo la campaña afectó la gira de Spirits Having Flown. “El FBI y el Servicio Secreto rodeaban nuestro avión cada vez que aterrizábamos por una amenaza de bomba. Era aterrador”, aseguró.

Además, unas cuantas radios estadounidenses se negaban a pasar sus canciones. “No podemos sacar un hit porque Fiebre de sábado a la noche tuvo éxito. Eso es estúpido”, denunció Barry en una entrevista de 1979. “Somos un grupo pop, no una fuerza política. Nos gustaría vivir en los ochenta. ¿Les molesta?”.

Pero como refleja el documental How Can You Mend a Broken Heart?, el rechazo fue tan fuerte que le costó sobrevivir a los ochenta. Publicaron tres discos y compusieron para Barbra Streisand y Diana Ross, pero no alcanzó. A pesar de tener grandes álbumes como Odessa, Cucumber Castle y Trafalgar, siempre quedaron relacionados con la época de Fiebre de sábado a la noche.

¿El consuelo? Escuche con atención cómo la sección de vientos y cuerdas dialogan y exaltan el grito de auxilio de los Gibb en “Stayin’ Alive”. Si a eso se le suma la genialidad con la que armonizan sus falsetes, uno entiende por qué es una de la mejores canciones de la historia. “Cuando los hermanos cantan suenan a un instrumento que nadie puede comprar”, dijo Noel Gallagher. Y el ex Oasis, que sabe del tema mejor que nadie, tiene toda la razón.

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