Por Rodrigo Guerra
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Axel atraviesa uno de los momentos más prolíficos de su carrera. Solo en abril lanzó una nueva versión de “Te voy a amar”, su canción insignia, que grabó en vivo junto a Lucas Sugo; publicó “Cambiar el destino”, el tema principal de la película Humo bajo el agua, protagonizada por Mariano Martínez y Rodrigo Guirao Díaz; y agotó dos funciones en el Teatro Ópera de Buenos Aires.

Además, según le cuenta a El País en el lobby de un hotel céntrico, acaba de viajar a Ecuador para filmar la primera parte de un reality show de canto en el que trabaja junto a su colega Pamela Cortés y a la actriz Erika Vélez; compuso dos canciones con el uruguayo Matías Valdez y está preparando los últimos detalles de su recital de este sábado en el Auditorio Nacional del Sodre.

“Uruguay me ha acompañado desde mi primer disco, La clave para conquistarte, de 1999. Me acuerdo de venir a Montevideo a hacer promo y de tocar en Punta del Este en el verano. Este reencuentro va a ser muy especial”, adelanta.

El show, que tendrá a Sugo como invitado, propondrá un repaso por toda su carrera. Tendrá canciones de todos sus discos y un repertorio que roza los 35 temas. “Va a haber momentos para bailar, otros de euforia y de introspección”, promete. “Vamos va a hacer música tropical, folclore, baladas y canciones pop”.

En la previa del concierto, Axel repasa, en primera persona, la historia de cinco clásicos de su obra.

“La escribí en setiembre de 2009 mientras Delfi (Delfina Lauría), mi compañera, estaba embarazada de Agueda, nuestra primera hija. El estribillo, que dice: ‘Te voy a amar y hacerte sentir, que cada día yo te vuelvo a elegir’, lo hice pensando en mi hija, que estaba por nacer. La primera parte la hice en un hotel de Puerto Rico pero me faltaba el resto, y la completé con David Roma, un amigo de Córdoba, que había tocado alguna vez conmigo y en ese momento estaba viviendo en España. Habíamos perdido el contacto y cuando viajé para allá por una gira le escribí y nos encontramos. Me dijo que estaba trabajando en una tienda de ropa porque la música era muy difícil, así que le propuse que se viniera a Argentina a componer.

Me dijo que no tenía plata, así que le pagué el pasaje y vivió en mi casa 15 días. “¿Y si no sale nada?”, me preguntó en un momento. “Bueno, al menos lo intentamos. Pero si sale una canción que tiene éxito, entonces somos las personas más felices del mundo”. Al final, la primera que escribimos fue ‘Te voy a amar’.

Esa canción tiene algo mágico porque cuando salió mi hija tenía tres meses y la única canción que la hacía dormir era la maqueta en la que la trabajaba. 'Te voy a amar' tiene mucho significado para mí y no por nada es mi canción más popular: la canto desde México hasta Usuhaia y no deja de darme sorpresas”.

“Es el reflejo de la madurez y habla de aprender a reconocerse con nuestras luces y sombras. Todo cuerpo que recibe luz proyecta sombra, y tenemos que desmitifcar que eso es algo malo. Por eso, la letra dice: “Tengo mi corazón en la mano, / Soy bueno y soy malo”. La idea es que vinimos a la vida sin un manual de cómo vivirla, y estamos aprendiendo todo el tiempo. Entonces, descubrí que si hablo de esas cosas que me hacen sentir vulnerable o que tal vez me dan vergüenza, eso se termina transformando en una fortaleza”.

“En ese momento estaba construyendo un estudio en el fondo de mi casa de Buenos Aires, y todavía faltaban algunos detalles. Un día invité a mi equipo a comer y mientras les mostraba el lugar, un miembro de la parte técnica me preguntó cómo hacía para componer una canción. ‘Si me das un piano, una guitarra o un ukelele te hago una melodía; puede ser buena o mala, pero algo saco”, le dije. “No te creo”, me respondió. “Mirá, ahí hay un ukelele: haceme una melodía” (se ríe). Así que agarré el instrumento y, sin letra, empecé a tararear lo que luego sería ‘Somos uno’.

El guitarrista de mi banda, que estaba en la vuelta, me escuchó y me insistió para que lo grabáramos, así que aproveché el estudio y registré esa melodía sin letra. Al otro fin de semana hicimos una gira por el sur de Argentina y mientras estaba yendo en avión a Bariloche empecé a escribir una letra que hablaba de la vulnerabilidad: (canta) “Yo soy lo que soy, no soy lo que ves, / Yo soy mi futuro y soy mi ayer”. Me había quedado trancado con el estribillo y un día, mientras hablaba con mi bajista, me dice: ‘Ya que estás hablando desde el ‘soy’, ¿por qué no lo llevás al plural? En el fondo, todos somos lo mismo’. Le hice caso y así escribí el estribillo, con la frase: ‘Somos tan distintos e iguales, / Somos el que siente y el que no está’.

“Somos uno’ iba a salir en Tus ojos, mis ojos, el disco con el que volví a Sony, y desde el sello me propusieron que hiciera una colaboración. En el primero en que pensé fue en Abel Pintos porque nos conocemos desde chicos y la canción fusionaba pop y folclore, el crossover que él hacía en ese momento. Cuando lo llamé, le mandé la letra y le dije que cambiara lo que quisiera; su respuesta fue: ‘No le cambiaría ni una coma’. La grabamos y fue hermoso porque tiene un mensaje muy especial”.

“Es uno de esos lados B que nunca sonaron en la radio pero que me representan profundamente. Es una canción muy especial porque se la compuse a mi madre después de su muerte. Es muy despojada y simple, pero tiene un significado profundísimo. La letra habla de que cuando alguien tan cercano como una madre deja este plano, uno pierde una parte de sí misma que nunca vuelve. También aborda la importancia de aprender a soltar y a entender la difícil materia del desapego. ‘Eternidad’ es una canción que canté muy poco en vivo porque me cuesta, pero invito a la gente que conoce mis hits de radio a que la escuchen”.

“Es especialísima porque me cambió la vida. Yo venía de tocar en el metro de Ciudad de México por unas monedas y, literalmente, sobrevivir; y me permitió reafirmar mi pasión por la música. En un principio la escribí para un puñado de parejas que había tenido, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que también era para mi hija y mi madre porque, en realidad, es un himno al amor.

‘Amo’ tiene el peso de ser mi último tiro porque, como dije, venía de tocar en el metro de México y no tenía plata ni para morfar. Era 2003 y mis padres habían perdido todo con el Corralito, así que todos vivíamos apretados en lo de mi abuela. Incluso tuve que vender mi guitarra para poder comer. Una amiga me prestó los 900 dólares que necesitaba para volver a Argentina, y con ‘Amo’ las cosas cambiaron. Al principio, la gente de la discográfica y de las radios me decía que no había forma de que funcionara porque no tiene estribillo y dice la palabra ‘Amo’ casi 30 veces, pero ese era el chiste. Cuando salió me comí varias gastadas y me decían: ‘Ahí viene el que ama todo’ (se rie); después fue un éxito. Estoy bendecido de que una canción así haya bajado a mi vida”.