Redacción El País
El cuarteto podría ser la música más alegre de todas, o en eso se queda pensando el que pasa dos horas viendo en vivo a una banda como La K'onga, el grupo cordobés que nació hace 22 años y recién hace tres se convirtió en un fenómeno regional. El jueves, en su regreso al Antel Arena, la banda ofreció una fiesta de altísimo nivel que llenó de energía el lugar. Esa onda expansiva todavía se sentía en los alrededores del lugar cuando una camioneta protagonizó un grave accidente que marcó el final de la noche.
Hasta entonces, si algo se acercaba a definir la experiencia de ver a La K'onga en vivo era la idea de una oda a la alegría. Durante dos horas, la formación comandada por los cantantes Diego Granadé, Nelson Aguirre y Pablo Tamagnini dio prueba de que su única misión es hacer feliz al otro: con canciones pegadizas, que tienen corazón cuartetero, pero beben de la cumbia y del amplio espectro del pop, pero también con la sonrisa, con los gestos, con las devoluciones. Como anfitriones complacientes, los tres cantores nunca dejaron de mirar a los ojos al público, de lanzarles besos y formar corazones con las manos, de reconocer personas entre la multitud y de lanzar algún "gracias por venir" que se les leía en los labios.
En una vistosa escenografía basada en las posibilidades de las pantallas —dos laterales, una gigante al fondo del escenario y dos estructuras geométricas que funcionaban de marco y daban profundidad—, con un impecable diseño de luces y visuales, 11 músicos equilibristas entre el swing y el carisma sostuvieron el abundante repertorio de los cantantes, que se alternaron el protagonismo de manera pareja en una noche que además estuvo repleta de invitados.
Como le habían adelantado hace un mes a El País, La K'onga cumplió con su deseo de, durante el show, grabar varias canciones para un disco en vivo en Uruguay, como "El perdedor", que hicieron por primera vez en un escenario. El plan los llevó a reclutar a varios colegas. La lista incluyó a los más obvios, Lucas Sugo y Matías Valdez, los parceros uruguayos con los que ya han grabado y con los que ayer hicieron "Y cómo es él" y "Cinco minutos" (con Sugo), y "No te vayas" y "Latidos" (con Valdez). Pero tuvo margen para unas cuantas sorpresas.
Eso abarcó desde Gustavo Cordera y Stella Céspedes al cantante local Carlos Pasotti —el primero en mostrarle la cultura uruguaya a Diego Granadé, según dijo él mismo—, al rapero argentino G Sony y a Chili Fernández, la voz de Los Mensajeros del Amor, que regaló uno de los momentos más disfrutables de la noche y revivió viejos tiempos con "Hoy mientras" y "Él soy yo". Pero el punto alto fue la aparición de Gerardo Nieto, quien llevó el clásico "Polvo de estrellas" al cuarteto en un efectivo dúo con Nelson Aguirre que tuvo, como telón de fondo, un cielo estrellado en todas las pantallas. El sonido, desde el campo del Antel, fue impecable.
Todas esas presencias contribuyeron a una potente dosis de alegría —y, a juzgar por el público, que no paró de bailar en toda la noche, necesaria— que el propio Tamagini subrayó sobre el final, cuando llegó el momento de hacer "La fiesta", su tema junto a Pedro Capó. "No se olviden que la vida es muy cortita", dijo, "pero también es una fiesta". Minutos después, afuera del Antel, sus palabras iban a cobrar otro significado.
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