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El idilio de Paulinho Moska con Uruguay: de su tatuaje del Palacio Salvo a su amistad con Drexler

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Paulinho Moska. Foto: Difusión.

ENTREVISTA

El músico brasileño se presenta este jueves en el Teatro Solís junto a Zélia Duncan; antes del show, repasó los momentos más significativos de su relación con Uruguay

Paulinho Moska se siente tan cercano a Zélia Duncan que la considera su espejo. Y el brasileño tiene el ejemplo perfecto para demostrarlo. Narra, a través de una videollamada, que hace dos semanas grabó “Verdade na fonte”, la segunda colaboración con su parceira de hace 30 años. “Cuando escuché la mezcla solo percibía la voz de Zélia, pero cuando le mostré la canción a mi mujer me dijo que no escuchaba la voz de Zélia”, exclama con una sonrisa. “Es algo muy lindo, y creo que es una forma de decir que somos la misma cosa; eso es lo que siento cada vez que canto con ella”.

Y para celebrar su amistad, ambos músicos se embarcaron en la gira “Um par ímpar” —así se llama su primera colaboración—, que ya pasó por varias ciudades brasileñas y que el jueves desembarcará en el Teatro Solís. Las entradas se venden en Tickantel, de 1800 a 2600 pesos. “El concierto va a ser una celebración de mi relación con Zélia”, adelanta, y agrega que su conexión con su colega también radica en su manera de componer. “Nos acompañamos y nos inspiramos. Ella escribe de una manera similar a la mía porque lo hace con metáforas; no es tan directa”.

Antes del concierto, Moska asegura que el del Solís también será un recital para celebrar su relación con Montevideo. Es por eso que repasa, en primera persona, cuatro anécdotas de su idilio con Uruguay.

La amistad con Jorge Drexler

Antes, lo único que sabía de Uruguay era que estaba entre Argentina y Brasil y que era muy pequeño; hasta que alguien me regaló un CD de Drexler y me encanté por una canción llamada “La edad del cielo”. Escribí una versión en portugués y conseguí el contacto de Jorge, que estaba en Madrid. Cuando charlamos, me dijo que iba a venir a Montevideo en un vuelo que hacía escala en Río, así que le dije: “Saltá del avión y quedate acá unos días. Estoy grabando un álbum y quiero que cantes conmigo ‘La edad del cielo’”. Él, sin conocerme, se quedó unos días conmigo y algo fue muy potente.

Cuando salió el álbum, llamado Tudo Novo de Novo (2003), hice un concierto en Canecão, un lugar de shows históricos, e invité a Jorge a cantar para retribuirle el éxito de la canción. Además, hice una cena con artistas y periodistas amigos para que conocieran a Jorge, y para devolverme la generosidad me invitó a cantar tres canciones en su show del Teatro Solís. Yo no tenía ninguna expectativa, pero fue increíble porque el Solís estaba recién reinaugurado y Jorge presentó cuatro noches agotadas. Dos meses después, ya estaba cantando en una Sala Zitarrosa agotadísima. Fue algo que nunca me pasó en otro país: la primera vez que vine, sentí que tenía una nueva casa y que iba a ser así para siempre.

La experiencia de "Zoombido" en Montevideo

Zoombido fue un proyecto tan importante como mi propia obra. Yo nunca tuve clases de música ni de guitarra, sino que aprendí con el otro. Pienso que el otro me mejora, ¿sabes? Entonces, cuando pensé en la serie, tuve en cuenta esa cosa romántica que tenía estar con mis colegas. Pensé que iba a ser solo una temporada, y fueron 11. Cuando terminamos la décima, desde Canal Brasil, que lo producía, me dijeron: “Paulinho, ya está”, pero mi respuesta fue: “Está bien, pero quiero un regalo. Quiero filmar 13 episodios en Montevideo con todo el equipo de Pablo Casacuberta”.

Zoombido Uruguay - Caminando Distraído

Cuando aceptaron, Pablo me ayudó a introducirme en la música uruguaya. Pensamos que lo mejor era ser muy diversos, y por eso tuvimos desde Raúl Castro a Martín Buscagliia, pasando por Malena Muyala y Ana Prada. Fuimos de un punto al otro, y fue muy lindo porque es fácil ser diverso en Brasil —porque somos grandes y muchos—, pero fue increíble descubrir a un Uruguay tan diverso. Es un país muy pequeño en relación a nosotros, pero era como una especie de mini Brasil. Me sentí en casa trabajando nuevamente con tantas personas increíbles; además, me volví fanático de Sebastián Teysera y de Roberto Musso.

Su tatuaje del Palacio Salvo

Cuando terminamos Zoombido, Pablo Casacuberta me llamó y me ofreció hacer una serie sobre ciencia y arte. Como él es hijo de laboratoristas, tiene una pasión profunda por la ciencia y hacía tiempo que me regalaba libros y me recomendaba series sobre el tema. De cualquier manera, le respondí que yo no sabía nada de ciencia. “Entonces vamos a hacer una serie en la que vos aprendés”, me respondió (risas). Se llamó Tu casa es mi casa, y me encantó la idea de ir a 12 países para hablar con científicos sobre cómo mejorar el mundo y, sobre todo, demostrar que Latinoamérica no es solamente un territorio exótico con fiestas y colores; tenemos mucha buena ciencia acá.

El tatuaje de Montevideo, diseñado por Alfredo Ghierra. Foto: HBO.
El tatuaje de Montevideo, diseñado por Alfredo Ghierra. Foto: HBO.

Antes de empezar la gira, Pablo tuvo una gran idea: me dijo que me hiciera un tatuaje en cada país que visitara. En Uruguay me encontré con la bióloga Bettina Tassino, que me contó sobre el ciclo circadiano, que presenta cómo, cuando el sol se va, nuestro cuerpo produce melatonina y nos ayuda a descansar. Con Roberto Musso compusimos una canción sobre el tema, y Alfredo Ghierra fue el artista visual invitado para definir el tatuaje. Juntos decidimos que el Palacio Salvo era un icono del Uruguay, así que me lo tatué con la noche de un lado y el día del otro para representar el ciclo circadiano. Lo quería tener marcado en mi cuerpo y llevarlo para siempre.

Inspiración en el Salvo

Estaba en Montevideo filmando con Pablo Casacuberta el piloto de una serie que se llamaría Los sentidos de la vida. Era muy parecida a Tu casa es mi casa, pero menor. Se iba a filmar toda en Montevideo y cada episodio iba a tener un tema principal: la belleza, el miedo, el dinero y el coraje. Mi papel era componer una canción inspirada en cada episodio. Llegué a Uruguay para pasar 10 días filmando con Pablo, y al octavo me dice: “Mañana vamos a filmar la canción”. “¿Que canción?”, le respondí, y me dijo que tenía que escribir sobre la belleza. Esa tarde, después de filmar todo el día, volví a la cúpula del Palacio Salvo —donde me estaba hospedando— y me senté frente a mi laptop. Era una tarea muy difícil porque tenía que dar cuenta de todo lo que se había filmado y hablado con los entrevistados.

Apenas abrí mi computadora, pensando que tenía toda la noche para componer, se cortó la luz en toda la ciudad. Eran las 18.30 y cuando vi que mi laptop tenía 13% de batería, pensé que no iba a poder terminar la canción. En ese momento desesperante, miré el techo y vi una luz roja increíble que se metía en la habitación. Me puse de pie, me acerqué a la ventana y miré un sol increíble bajando por la Ciudad Vieja. Fui inundado por la belleza, y pensé en todo al mismo tiempo: la serie, la canción, el corte de luz y el crepúsculo. Lo único que sé es que volví a mi computadora y compuse una letra enorme; tuve que cortarle dos estrofas en la versión final. Cuando terminé, todavía me sobraba batería para grabar la canción (se ríe). En la última estrofa canto: “Estoy lleno de belleza”. Era exactamente lo que sentí esa tarde en la cúpula del Salvo. Se llamó “Que Beleza, a Beleza” y abrió mi disco Beleza é medo.

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