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Diego Presa: "Uno elige un detergente o un candidato y hay una canción sonando"

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Diego Presa. Foto: Marcelo Bertolini

ENTREVISTA

El músico de Buceo Invisible y El Astillero habla sobre "Cuarto", su nuevo disco solista que presentará el 8 de diciembre en el Teatro Solís

El cantante y compositor Diego Presa, integrante de las bandas Buceo Invisible y de El Astillero, le dio un giro a su recorrido solista y en Cuarto, el disco que editó en octubre, planteó una nueva búsqueda musical. En alianza con el productor Fabrizio Rossi (Mux, Alucinaciones en Familia), Presa soltó amarras de su guitarra y hurgó entre teclados y pianos, para conformar así un álbum más rico en climas y en texturas. El resultado es de lo mejor del año a nivel nacional.

Este será el disco que presentará el martes 8 de diciembre en el Teatro Solís, con banda e invitados (Tickantel), sobre el que conversó con El País.

—¿Cómo es terminar un disco y lanzarlo en una circunstancia como la de la pandemia? ¿Te modificó?

—Sobre todo al final del proceso. Este disco estaba concebido desde mediados de 2019, entonces las canciones fueron compuestas a principios de año pasado. O sea que marzo de 2020 me agarró ya con el álbum muy avanzado. Lo que generó este tiempo de cuarentena es haber resignificado la letra de algunas canciones. Se transformaron en otra cosa, les encontré sentidos que no pensé que tenían. Eso es inevitable y es una cosa superinteresante de la composición, del escribir. Se multiplican los sentidos a partir de nuevos contextos.

—¿Incluso el verso de “Lila rara”, “afuera de la normalidad”, venía de antes?

—Absolutamente. La nueva normalidad es una frase fuertísima. Eso ni que hablar, la idea de la casa que se abre...

—A fines de 2018 me dijiste que ibas a hacer un disco nuevo y que iba a ser diferente, pero no sabías cómo. ¿Cómo fue el proceso de definir ese cambio?

—Una búsqueda consciente, como que entendí que necesitaba irme de algunos clichés personales, maneras en las que reconozco más claramente mi voz, que tiene que ver con la balada folk o un tratamiento a partir de la guitarra. Y necesité eso, buscar otros abordajes, desestructurar un poco las canciones, sorprenderme. Ya la elección del productor fue en ese camino. Y lo que se generó entre nosotros fue una conversación que dura hasta ahora, desde el Río Yi a la desacralización de nuestra vida cotidiana, Bill Callahan, nuestras historias personales, Rocha. Cosas que alimentaron los paisajes que necesitaba el disco.

—La variedad tímbrica, los matices de Cuarto, ¿vienen de ese trabajo?

—Exacto, fue muy tallerístico el trabajo con Fabrizio. Me podía sugerir una idea sonora y a partir de ahí trabajamos mucho en buscar esas texturas. Fue un ida y vuelta, y aparte nos hicimos amigos, a pesar de que hay una diferencia generacional —soy 10 años más grande que él— y que él pertenece, si bien es muy heterogéneo, a una escena montevideana que tiene que ver con el indie, y yo siempre me moví al margen de las escenas. Pero yo tampoco quería hacer un ejercicio de vampirismo, ir y ponerme la remera del indie; para nada. A mí me interesan las personas y las cosas que aportan desde el corazón.

—Otro cambio remarcable del disco es la aparición de una voz femenina.

—Sí. María (Viola) iba a grabar unos violonchelos, y tiene una voz preciosa y me parecía que podía aportar a los personajes de algunas canciones. El timbre femenino para terminar de definir “Adolescencia” era necesario; yo quería lograr que la voz fuera múltiple, la ambigüedad de género, la ambigüedad temporal. Y en “Verbo” para mí era necesario que cantara conmigo una mujer, porque de alguna manera esa canción está imbuida por lo femenino.

—Si el antecesor Playa desierta era un disco de crisis, ¿este de qué es?

—De confianza en nuestra fuerza, en la posibilidad de cambiar. Es un disco luminoso en ese sentido. Es un disco basado en la confianza de la posibilidad de cambiar lo que hay que cambiar.

—El disco tiene una lectura política. Pienso en canciones como “Ya es tiempo” (“ya es tiempo de que se lleven lo que tengan que llevar” o “que se nombre lo que se tenga que nombrar”) y en “Volver (a ningún lugar)” y la idea de que el terror pasará.

—(Se ríe) En “Volver” no lo había pensado así, y está buenísimo; es una canción superpersonal, pensando en alguien en concreto. Y “Ya es tiempo” sí, de alguna manera es recobrar el poder de la palabra, de lo sagrado de la canción. Yo soy un enamorado de las canciones, pero se han transformado en muy funcionales a nuestro sistema. Uno compra un detergente o elige un candidato y hay una canción que está sonando, y acá hay una búsqueda de pensar en el verbo como fin en sí mismo e instrumento de cambio personal. Las canciones tienen ese poder, deberían volver a tenerlo. Para mí es algo serio esto de las canciones, de alguna manera me va la vida en ello, y creo que muchos y muchas lo hemos percibido así. Esa canción tiene que ver con eso, y con definir cuáles son las posiciones; esto de: nosotros estamos acá y ellos están allá. La imagen de los cuerpos en el río también tiene que ver con eso.

"Para mí es algo serio esto de las canciones, de alguna manera me va la vida en ello"

Diego PresaMúsico

—¿Qué esperás de Cuarto?

—Yo estoy contento con las devoluciones que ha tenido, más allá del ‘me gusta’ o ‘no me gusta’. Eso a mí ya me completa, a esta altura. Yo no tengo esas ambiciones de querer acceder a tales lugares; las cosas como se van planteando y en la escala en que se plantean, me llenan. Por supuesto que si van surgiendo cosas en cuanto al oficio, todo bien, y trato de ser lo más profesional posible con lo que hago. No estoy pensando en que quiero llegar a tocar en no sé dónde, como que mis sueños van por otro lado. Pero lo voy a presentar en el Solís (se ríe). Eso está buenísimo.

—¿En algún momento del recorrido sí tuviste la ambición de llegar a tal lugar?

—El derrotero ha sido muy particular, el que he tenido yo y los amigos de Buceo Invisible, entonces nunca me planteé una carrera en esos términos de llegar a determinados mojones que impliquen prestigio, reconocimiento y popularidad. Yo lo que quiero es que se escuchen las canciones y hago todo lo posible para eso, sin traicionar lo que quiero decir. Me interesa que las canciones existan, estén, que alguien pueda ser acompañado por ellas en algún momento. Y para eso hay que trabajar pila.

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