Crónica de "Musicasión VI": la noche en que 50 artistas se unieron para revivir un legado musical uruguayo

Este jueves, con entradas agotadas y un show de más de tres horas que dirigió Urbano Moraes, el emblemático espectáculo creado por Buscaglia y Mateo volvió a escena para unir música, teatro y danza.

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Paolo y Martín Buscaglia en "Musicasión VI", de El Galpón.
Foto: Ignacio Sánchez.

"Unificar las distintas artes y celebrar que estamos haciendo cosas”. Así delineó Urbano Moraes el propósito fundamental de la Musicasión VI, el evento que agotó El Galpón este jueves. Durante tres horas y veinte minutos, la propuesta no solo homenajeó el legado de Horacio “Corto” Buscaglia y Eduardo Mateo —las figuras clave detrás de aquellos encuentros multidisciplinarios que nacieron en esta misma sala hace 56 años—, sino que también revitalizó su espíritu en clave contemporánea. Más que una evocación nostálgica a través de canciones y videos de archivo, la Musicasión VI se entregó al público como una afirmación del presente, pero con las raíces bien firmes.

El espectáculo, que reunió a más de 50 artistas, logró su cometido con una propuesta poco habitual en la escena local, pero claramente necesaria. Basta con repasar un solo fragmento de 15 minutos para captar lo que sucedió: el quinteto La Mufa desplegó una potente y melancólica versión instrumental de “Don Pascual”, clásico de El Kinto —los anfitriones de aquellas Musicasiones originales—; luego, Ruben Rada se sentó en el centro del escenario con un clarinete de juguete en mano y, acompañado apenas por Gustavo Montemurro en teclados, ofreció una interpretación con aires soul de “Georgia On My Mind”, que cerró con un solo del instrumento infantil en un guiño a los Hot Blowers; finalmente, Jorge Esmoris caminó entre el público mientras retomaba a su personaje de Todo bien, bo!, aquel hombre que asegura que no lo emborracha el alcohol, sino la insensatez.

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El coro dirigido por Carmen Pi interpreta "Príncipe Azul".
foto: Ignacio Sánchez.

Esa tónica —la del cruce de lenguajes y el humor como gesto vivo— definió una noche de potentes viñetas artísticas. La danza contemporánea apareció de la mano de Carolina Besuievsky, la compañía Cachiporra presentó una deslumbrante propuesta de títeres, el poeta Macachín se acompañó del flautista Pablo Somma para arrancar risas con sus ingeniosos juegos de palabras, y Marcel Keoroglian consiguió las carcajadas más ruidosas gracias a sus imitaciones de Sergio Puglia y Pepe Mujica. Como se ve, en Musicasión no hay fronteras cuando se trata de arte.

En el plano musical, esa intención se reafirmó con varias propuestas de alto nivel. Están la siempre hipnotizante experiencia de ver a Fernando Cabrera cantar “Viveza” acompañado por una cajita de fósforos, la musicalidad que despliega Raúl Castro con su infalible recitado dedicado a todo eso que sucede durante un ensayo murguero en un club de bochas, y la intimidad que generaron Diane Denoir y Daniel "Lobito" Lagarde en su interpretación de "Y hoy te vi". Está la fiesta percusiva a la que invita Latasónica, el proyecto basado en instrumentos reciclados como bidones de plástico, que sobre el final se fusiona con el flamenco y el zapateo del grupo La Plazuela. Y están también la experimentación de Mateo Ottonello en su batería, y Julio Cobelli junto a Leonardo Delgado, que homenajearon a Zitarrosa con “Stefanie”.

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La Mufa en El Galpón.
Foto: Ignacio Sánchez.

El anfitrión de esta celebración fue, por supuesto, Urbano, quien apareció en escena en varias ocasiones junto a La Celeste, el grupo que lidera junto a Gustavo Montemurro y los hermanos Martín y Nicolás Ibarburu. Con ese ensamble logró varios de los momentos más altos de la noche, como el rescate de “Pobre tipo” —una canción con aires de El Kinto que grabó en 1998— y una breve y divertida versión de “Ni me puedes ver”, también de El Kinto, interpretada a tres baterías. También se destacó con su lectura de “Tambor Tambora”, de Jorginho Gularte, que hizo bailar a más de uno en su butaca.

Su momento más emotivo, sin embargo, ocurrió fuera del escenario: mientras una pantalla gigante mostraba una versión de su canción “Velas “—grabada por Martín Buscaglia, Gonzalo Brown y más músicos en el primer atardecer del milenio en el Cabo Polonio—, Urbano caminó entre la gente, cantando e invitando a cantar con los brazos en alto y una sonrisa amplia, mientras abrazaba a amigos y colegas.

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Urbano Moraes en El Galpón.
Foto: Ignacio Sánchez.

Algo así de conmovedor se vivió justo al inicio del espectáculo. Luego de que se emitiera un audio en el que Horacio Buscaglia narra la historia de “Príncipe azul”, un coro de diez niñas salió a escena para interpretarla bajo la dirección de Carmen Pi. Cuando llegó el estribillo, la artista se dio vuelta e invitó al público a sumarse mientras las luces azules bañaban la sala. Entonces, los hijos del “Corto”, Martín y Paolo, subieron con los cuatro nietos del homenajeado para cantar una festiva “Chim Pum Fuera”.

El cierre llegó cerca de las 00.20 del viernes, cuando “Príncipe azul” volvió a sonar, esta vez con todos los artistas que pasaron por el escenario. En el centro, Urbano sonreía entre colegas, intentando correrse del protagonismo, pero sabiendo que la misión de unir las artes estaba cumplida.

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