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Cosquín Rock Uruguay 2024: crónica del día uno y de la noche en que La Mona Jiménez hizo historia en Montevideo

Este sábado se llevó a cabo el primer día del festival Cosquín Rock en la Rural del Prado, una jornada repleta de música que fue del debut de la chilena Cami a la emoción de "Mi país" de Rada, y que coronó el rey del cuarteto cordobés. Así se vivió.

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La Mona Jiménez en el Cosquín Rock.
Foto: Captura de Instagram @cosquinrockuy

Una foto: la desesperación de los fanáticos de Cami que están pegados a la valla y logran que la cantante chilena los vea, los mire a los ojos, les haga un gesto que es casi capaz de desmayarlos. Otra foto: las banderas flameando que avisan de uno de los primeros pogos de la tarde, en el show de El Plan de la Mariposa. Otra foto: una marea de manos en alto que van de lado a lado mientras Ruben Rada canta los versos nostálgicos de "Mi país". Otra foto: la de decenas de personas que caminan hacia el ruedo central justo cuando Buitres empieza a hacer su canción homónima y, como por instinto, todos repiten lo mismo, levantan los brazos, gritan "toca Buitres y si muero hoy, el cielo puede esperar" con todo el corazón.

Más fotos: la de la pareja que baila abrazada como si alrededor nada más existiera cuando Ciro y Los Persas hacen "Todo pasa", la de Neo Pistea ofrendando su cuerpo al público y, por encima de cada una de esas imágenes, la de la Mona Jiménez como artífice de su propia fiesta. La Mona Jiménez con Ruben Rada, con el propio Juanse, con los intrusos que desconoce y son Goyo de Bandalos Chinos y Justo de Silvestre y la Naranja. La Mona Jiménez plateado y frenético en la noche en que está haciendo historia.

Si hay que resumir el primer día del Cosquín Rock Uruguay, ese podría ser un camino.

Un repaso al primer día del Cosquín Rock

El sábado, la Rural del Prado se llenó de música desde las tres de la tarde y hasta casi las tres de la madrugada, con una procesión de recitales que continuará este domingo, en una segunda jornada para la que todavía quedan entradas a la venta en Redtickets. Se sintió como la confirmación de que, hoy, el Cosquín es el mejor de los grandes festivales de música de Montevideo, un despliegue de experiencias que cubre un terreno amplísimo entre estilos, generaciones, influencias e improntas.

Entre maquillajes de glitter y atuendos predominantemente negros, el tramo inicial del día estuvo marcado por la fuerza de las artistas femeninas. Las Niña Lobo fueron las primeras en apoderarse del escenario principal, que luego le dio paso a la chilena Cami como una viajera en el tiempo, una mujer vulnerable y poderosa que llenó el espacio solo con su cuerpo diminuto, su voz gigante, una pantalla y un par de accesorios. Dejó en el aire una estela de pop a lo Robyn, pero con raíz latinoamericana.

Su presencia enganchó con la de Rodra, el número que siguió pero en el escenario Suzuki. La uruguaya honró el evento con una actuación abundante a nivel estético y sonoro, con canciones que encuentran su carne en el trabajo rítmico y que tienen giros impredecibles, sueltas en los caminos del rock y a veces el funk. Rodra cantó como si quisiera aterrar al público y a la vez comérselo, y con esa entrega logró una conexión especial.

Así, el divagar entre los escenarios del Cosquín fue haciendo que los espectadores se encontraran con el primer gran pogo del día con El Plan de la Mariposa, banda argentina que acumula cada vez más respaldo local; con la fuerza combativa de las Se Armó Kokoa, que hicieron una celebración de la negritud en clave de rap, o con el glamour irresistiblemente lánguido de los Bandalos Chinos.

Todo eso fue antes de que Ruben Rada hiciera su estreno absoluto en la marca Cosquín Rock, el festival nacido en Córdoba que ya ha recorrido varias ciudades del mundo, y que nunca le había podido hacer lugar a él. Eso se resarció hoy, y el músico acompañó con un recital formidable, que cautivó a una multitud esencialmente millennial. "Soy como el abuelo del rock", dijo Rada en algún momento, mientras se desparramaban las descargas eléctricas de temas como "Biafra" o "Dedos". Después entregó una postal inolvidable con "Mi país", una canción muy lejana a la energía festivalera que, el sábado, funcionó como un mantra de unión.

Enseguida, el trap de Neo Pistea impregnó la otra mitad del escenario Antel y se extendió —"nos excedimos, nos gusta excedernos", desafió él— 15 minutos más de lo previsto, un desajuste que le pasó factura a toda la grilla que vino después. Cerró con "Tumbando el club" y metido entre la gente y, al lado, la posta la recogió Buitres con "La plegaria del cuchillo", la carta de apertura de un concierto marcado por desajustes y acoples.

El de Buitres fue, junto con el de Ciro y Los Persas —que trajo lo de siempre, mezcla de clásicos e inyecciones directas de alegría—, el show con más convocatoria del día (un día que completaron Diego Matturro, Capitán Tormenta, Julieta Taramasso, Dostrescinco, Cruzando el Charco, Alan Sutton y las Criaturitas de la Ansiedad, Silvestre y la Naranja, Guasones, Mota y Peces Raros). Por otro lado, la banda Nafta ratificó su crecimiento y el escenario Suzuki le quedó chico: el público abarrotó el lugar para ver a una de las principales animadoras de la nueva escena argentina. Las frases, los estribillos, los solos de saxo, todo se aplaudió con el mismo calor.

Los visitantes trajeron algunos guiños: Ciro cantó un poco de "Candombe pa'l Fatto" de Ruben Rada, y La Delio Valdez coreó un pasaje de "Pa'l que se va" de Alfredo Zitarrosa, en medio de su recital bailable que templó el clima para el esperado cierre. Y finalmente, después de que Juanse comandara un impecable recital de Ratones Paranoicos, dejara el escenario con cierta molestia, reprendiera a la gente con un "ahora gritan, muertos" y evocara a Pappo con una versión de "Ruta 66", llegó la Mona.

Histórico debut de La Mona Jiménez en Uruguay

Envuelto en vestiduras y modismos dignos de rockstar y de showman, la Mona Jiménez cruzó el escenario haciendo su característico pasito de baile con la mano hacia adelante, contenido por una banda de 12 artistas que no logró frenar sus impulsos: en vivo el cordobés bailó, cantó, conversó, hizo caso omiso a las melodías, entregó su cuerpo a una serie de movimientos temblorosos, jugó, sonrió con una dentadura blanquísima y, de repente, lo dijo. Este show no fue solo su debut en Uruguay: esta noche, ya en la madrugada del domingo 21 de abril, fue la primera en que La Mona Jiménez dio un concierto fuera de su país. Fue histórico.

Por un rato largo, el Cosquín se volvió un baile de cuarteto y fue, también, testigo de un código de amor, ese que la Mona ha implementado con sus fieles y que implica señas, gestos, movimientos de manos que sirven para dar nombres, y una lectura cuidadosa de cada uno de los carteles que se despliegan entre la gente, entre todos esos cordobeses que llegaron hasta el Prado solo para acompañarlo, y necesitaban que él lo supiera.

Hacia el final, fue una fiesta delirante: la Mona citó al Lobo Núñez para tocar en "El agite", luego llevó a Ruben Rada para compartir "Beso a beso" y un montón de chistes, errores y desparpajo y, luego, con el Negro todavía en el escenario, convocó a Juanse para hacer el clásico "¿Quién se ha tomado todo el vino?", y Juanse —que hasta se trepó a una de las columnas del escenario— vino acompañado de dos cantantes de las nuevas generaciones, y todo fue un derroche de disfrute y confusión, una reunión imposible que de alguna forma fue el cierre exacto para un día de Cosquín Rock. Una cucharada de barro y goce para completar un festín de música que estimuló todos los sentidos.

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