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Cazzu con El País: "A veces me duele no poder cumplir o no ser como el resto"

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Cazzu. Foto: Difusión.

ENTREVISTA

Antes de su show del sábado en Montevideo Music Box, Cazzu dialogó con El País sobre el disco "Nena Trampa" y analizó la evolución de su mensaje

En medio de los ensayos para la presentación de Nena Trampa, el disco que la llevará a Canadá, México, el interior argentino y Montevideo, Cazzu responde a la videollamada de El País. “Me ilusiona muchísimo volver a Uruguay porque tengo recuerdos muy bonitos de la última vez que estuve por ahí”, comenta la artista argentina, que el sábado se presentará en Montevideo Music Box (entradas en RedTickets 1865 pesos). “Es como que Uruguay y Argentina siempre fuimos uno; nos separan unas líneas divisorias pero compartimos demasiadas cosas. Por eso, cada vez que voy me sigo sintiendo en casa”.

Antes de la presentación de Nena Trampa, Cazzu, también conocida como “La jefa del trap” y responsable de éxitos como “Nada”, “Bounce” y “Maléfica”, dialogó con El País.

Una niña inútil, tu EP de 2020, está inspirado en Alfonsina Storni. En una entrevista mencionaste que te interesó la historia de la vez que la invitaron a escribir en un diario para una columna llamada “Femenidades”, pero que ella no quería limitar su mensaje al público femenino. ¿Sentís que esa es la misma misión de tu obra?

—Efectivamente. Si hay algo que he tratado de hacer mientras milito es que mi mensaje no sea exclusivo para las mujeres y que la pueda escuchar el ser humano que se sienta más representado con lo que digo. A las mujeres nos cuesta mucho convencer a los varones de que ellos también pueden consumir nuestra música, y tal vez por eso los géneros que he elegido son tan violentos; es como que hay algo de virilidad y de masculinidad en esos sonidos. Es una forma de convencer al público masculino, que, digamos, es el más difícil. Definitivamente he tratado de derribar esas paredes y barreras que hay entre la “música para chicas” y la “música para todo el mundo”.

—Es por eso que Nena Trampa inicia con el trap más agresivo y frontal, pero luego se mueve hacia terrenos más reflexivos y profundos como “Yo, Yo y yo”, donde hablás del feminismo. ¿Cómo es el trabajo interno para que esa mirada se incluya en tu discografía?

—Es muy difícil porque a veces a uno le da miedo incomodar demasiado con lo que escribe. Puede que piense en si este es el momento de decir lo que siento o si, digamos, es mejor pensar que la gente quiere música para divertirse. Es que hacer lo que realmente sentís te trae muchos resultados: está la gente que se siente identificada, pero también el que se siente atacado simplemente porque sabe que, de alguna manera, ejerce lo que nosotros repudiamos. La música se puede hacer de muchas maneras, pero como yo escribo mis canciones hay decisiones que tengo que tomar y eso requiere entender que si quiero agradarle a todo el mundo tengo que hacer algo más superficial que represente a todos; pero si quiero hacer más cosas, me voy a encontrar con gente a la que no le gusta la forma en que digo las cosas. Lo importante es entender que cuando uno va creciendo solidifica sus decisiones y va generando una seguridad diferente. Pero es un proceso evolutivo: hay días que estoy muy insegura y otras que no; esas cosas me pasan, pero al final del camino termino haciendo lo mismo: digo lo que quiero.

—Es que, al final, lo más importante es que estés convencida de lo que querés contar por más de que puedas perder público o recibir hate en las redes. Es un camino más difícil porque puede incomodar pero, a la larga, da sus resultados.

—Sí, aunque a veces no estoy tan convencida de algo y hasta me duele no poder cumplir o no ser como el resto. Pero, al final, pasan los años y me termino encontrando con un norte inamovible dentro mío. Me gusta crear cosas que no se parezcan a nada para que digas: “Esto lo acabo de escuchar por primera vez a través de ella”. Es muy importante dar luz a algo nuevo, porque canciones siempre va a haber; el tema es si lo que hacés se puede comparar o no con lo de otra gente. Sé que son lugares complicados, pero está bueno ir por eso.

Cazzu. Foto: Difusión.
Cazzu. Foto: Difusión.

—Antes del trap y de la música urbana, cantabas cumbia en una banda llamada July. ¿Qué queda de aquella adolescente que se mantiene inamovible?

—La resiliencia. Yo soy una persona que se va a encontrar con 200 mil “no”, pero que va a seguir hasta conseguir lo que quiere. Es verdad que me he cansado con el tiempo porque uno se pone grande, pero me veo bastante parecida a ese momento. En mi cabeza escucho todo el tiempo esos “no” o “Esto que vas a hacer es muy raro”, pero he comprobado muchas veces que todas las locuras y delirios que tenido en la mente valieron la pena. Vengo de un pueblito (Fraile Pintado, en la provincia de Jujuy) con pocas herramientas y oportunidades y ahora, con las cosas que logré, sigo viendo cosas en el horizonte que capaz veo muy lejanas pero igual digo: “Bueno, capaz se puede”. El tema es que las distancias se vuelven cada día más largas e incluso uno se pone hasta más miedoso con el tiempo...

—¿Por qué?

—Porque cuando estás empezando no tenés nada para perder, pero cuando ya conseguiste un montón de cosas y tenés muchos ojos encima te empezás a preguntar si de verdad vale la pena tomar tal o cual riesgo. Pero bueno, al final uno los asume y termina valiendo.

—Siempre me interesó la historia de uno de tus tatuajes: el que dice "Inseguridad" pero con la "in" tachada. Puede parecer simple pero está repleto de significados, y sintetiza muy bien esto que estamos charlando. ¿Cuándo te lo hiciste?

—Fue en la época del disco Error 93 (publicado en 2019). Aunque fue hace solo tres años, siento que pasaron un montón de cosas y viví cambios muy significativos. En ese momento sentía que estaba luchando con mis inseguridades, pero luego aprendí que no se van a ir nunca: cuando se van unas aparecen otras. Siento que lo que me había preocupado hace un año ahora no me importa, mientras que hay cosas que antes no me preocupaban y ahora sí. Tuve que entender que mutamos un montón y que esas inseguridades ya son parte de mí. Las combato como puedo, y si no logro superarlas las acepto porque son parte de mis vivencias. Está bueno autopercibirse como alguien que va a tener siempre esos sentimientos con uno o con el resto. Forman parte de la honestidad con la que vivís. 

¿Qué cosas no te preocupaban antes, pero ahora te generan esas inseguridades de las que hablamos?

—Son cosas que varían de acuerdo a mis experiencias. Por ejemplo, antes nunca me había preocupado demasiado por mi imagen ni por cómo me veía, pero de repente algunas experiencias de redes sociales o de sobreestimulación de cuerpos y caras hegemónicas me despertaron inseguridades nuevas a una edad tardía. Pero bueno, la mente y las cosas se van moviendo; lo importante es recordarse todo el tiempo lo que uno milita, y qué es lo que uno quiere sostener y comunicar porque hay una responsabilidad en lo que uno comunica con sus propias acciones a la gente que te aprecia o te admira. Soy consciente de esa situación y así como me pasa eso, tengo otras miles de cosas que antes me preocupaban mucho más y que ahora no tanto. Pero bueno, somos seres cambiantes, evolucionamos y se nos despiertan cosas nuevas todo el tiempo. Está bueno que suceda porque nos convierten en una persona más interesante y menos estática.

"Yo, yo y yo" - Cazzu

Ahora que hablamos de esto, ¿no te sorprende, al menos vista desde afuera, que seas una persona insegura y a la vez cantes en un escenario frente a miles de personas con ganas de comerte al mundo?

—Sí, yo creo que es súper loco porque a veces no sabés cuál es más vos, o qué día sos más una u otra. Por cómo me comunico con la gente, a veces les puede costar imaginarse que una pelotudez me puede poner insegura o triste. Pero la música trasciende a la persona y a nuestras personalidades y siento que a la gente le terminás llegando a través de lo que imaginan que somos. Nosotros mostramos lo que queremos en nuestras canciones y las personas son las que eligen qué quieren hacer con eso en el momento en que las hacen propias y las trasladan a su vida pensando en las personas que están en su cabeza y en su corazón. Entonces, a veces ni siquiera importamos tanto como la música: es más importante la vida propia que la gente le da a lo que hacés. 

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