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Buenos Muchachos, el Clemente Estable y por qué unir a una banda de rock con un instituto

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Claudia Piccini y José Nozar. Foto: Estefanía Leal

ENTREVISTA

José Nozar, baterista de Buenos Muchachos, y Claudia Piccini, microbióloga del Clemente Estable, cuentan cómo surgió el show que harán en el Sodre.

La historia es esta. Se ha dicho y repetido que arte y ciencia están a kilómetros de distancia, que una es emocional y la otra racional al extremo, que una es todo pasión y la otra, una disciplina “fría”. Sin embargo, unos minutos bastan para encontrar un sinfín de puentes entre esos dos mundos: la obsesión, la búsqueda, el acierto que aparece en el error, la investigación constante, la evocación. El viaje.

La historia es esta. En una casa de Carrasco Norte, el arte y la ciencia conviven y se entrelazan en una rutina de charla y curiosidad. Allí conviven José Nozar, baterista y pieza fundamental de la banda Buenos Muchachos, y Claudia Piccini, microbióloga e investigadora en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable.

La historia es esta: que una noche, un poco antes del final de febrero, mientras en esa casa sonaba Jeff Buckley y mientras esa pareja tomaba un whisky, llegó un mensaje esperado. Buenos Muchachos, era un hecho, iba a tocar en el Auditorio Nacional del Sodre por primera vez.

Y entonces empezó todo.

La curiosidad, la cercanía, una puesta en escena ideada con el fotógrafo Martín Batallés (parte del equipo de trabajo de los Buenos) y que hasta ahora no habían podido concretar, las imágenes de microscopio, la vida. La vida misma. Todo eso se licuó en un proceso de pocos meses, mucho trabajo y mucha gente, y todo eso está a punto de decantar.

Este lunes y martes, Buenos Muchachos presentará en el Auditorio del Sodre el show Misal Parvo, probablemente su propuesta más ambiciosa y, a la vez, una forma de festejo por los 95 años del Instituto Clemente Estable. Las funciones serán a las 21.00 y quedan las últimas entradas en Tickantel.

“La idea original incluía todo lo que vamos a hacer, y las pruebas que hicimos nos demostraron que valía la pena, y que lo que pensábamos que iba a ser muy interesante fue realmente impactante para nosotros. No podíamos creer”, adelanta Nozar a El País. “Ahora hay que ver cómo resulta realmente el show, pero lo que ya percibimos es mucho más sorprendente de lo que pensábamos”.

La fusión

Un show como "un viaje a otra galaxia"

“Mirar un preparado al microscopio y ver toda la complejidad de la vida microscópica te hace entender el mundo de otra manera”, dice Claudia Piccini, que cuando trabaja piensa en música, y le pone banda sonora a cada una de las imágenes. “Cuando me meto en el microscopio es como si estuviera en el macrocosmos: te metés en algo que es muy chiquito pero en realidad es muy inmenso, porque es lo que está en todos nosotros. Es un túnel. O con algunas imágenes es como estar mirando el cielo estrellado en un lugar sin luz. Es un viaje a otra galaxia”.

Algo de eso, del túnel y del viaje, es lo que estará presente en la doble fecha en el Auditorio del Sodre.

Buenos Muchachos, que sabe de construir espectáculos diferentes y de correr riesgos, prepara un dispositivo escénico que incluirá imágenes, tecnología, ruidismo y otros elementos que, en su conjunción, buscan ir “al minimalismo absoluto”.

Se planteará un show en tres partes, con un relato marcado por las letras y todas esas tomas que aportaron los investigadores y entre las que habrá, incluso, un preparado del mismísimo Clemente Estable, que forma parte de una colección del instituto. Explicar más es contar demasiado, pero para el público habitual de la banda, es válida esta referencia: si el espectáculo Un lugar del que nadie habla que se ofreció en 2019 en la Sala Balzo fue “un juego de luces”, como define Nozar, esto será todo lo contrario.

Buenos Muchachos en la Sala Balzo. Foto: Delfina Milder
Buenos Muchachos en la Sala Balzo en 2019. Foto: Delfina Milder

De Misal Parvo, la pareja destaca el hecho de “que se perciba un interés común por brindar cierta visibilidad, porque no somos un país que le dé demasiada trascendencia ni a la cultura ni a la ciencia”.

¿Y qué les gustaría que el público se llevara? Eso, dice Nozar, es mejor dejarlo abierto “siempre”. “Lo que sería ideal es que la gente pueda comprender lo que sucedió allí desde todo punto de vista: audiovisual, lírico, climático y desde la cooperación que permitió que el show se lleve adelante. Pero que cada cual se lleve lo que tenga que llevarse”.

Piccini es más precisa en su deseo: “Yo quiero que se vayan felices”.

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