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Buceo Invisible y la magia del colectivo que festeja 25 años mientras construye su futuro

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Buceo Invisible. Foto: Difusión

ENTREVISTA

El grupo llega este sábado al Auditorio Nelly Goitiño, para celebrar sus 25 años y adelantar nuevas canciones. Guillermo Wood charló con El País.

Es la celebración de sus 25 años de historia, y sin embargo, al show que dará este sábado en el Auditorio Nelly Goitiño, Buceo Invisible eligió titularlo “La primera mañana del futuro”. Hay algo distópico en la mirada, dice Guillermo Wood a El País, y una intención que se impone: la de abrazar el pasado pero con la mirada puesta especialmente en lo que vendrá.

“Siempre es bonito cuando un grupo humano sobrevive en el tiempo”, dice Wood, “pero en realidad le tenemos un poco de cosa a eso de estar celebrando y mirando solamente el pasado, cuando tenemos canciones nuevas que vamos a presentar ahora y que van a formar parte del nuevo disco. De ahí el nombre y el encare: más mirando para adelante que haciendo una nostalgia para atrás”.

Eso, el aniversario, el reencuentro y los adelantos del porvenir estarán en juego este sábado, cuando el colectivo musical —una banda con características artísticas particulares— se suba al escenario del Auditorio Nelly Goitiño. El show será a las 21.00 y quedan entradas en Tickantel.

Con una declaración de principios que hace hincapié en la independencia tozuda, en la libertad creativa y en el trabajo colectivo, Buceo Invisible se ha consolidado como un rara avis dentro de la escena musical uruguaya. La esencia de su propuesta está en la palabra, la apariencia y la presentación más habitual es en forma de banda de rock, y la imagen es esencial: sea en los visuales, en el uso de la luz o en cada diseño estético que desarrolla, el plantel reniega de etiquetas y solo le hace caso al deseo.

“Buceo vive de manera natural todos sus procesos”, explica Wood. “La libertad para trabajar e ir tras lo que queremos es superobvia para nosotros; no tenemos ninguna exigencia de ningún tipo hacia dónde ir. Vamos hacia donde el deseo nos lleva, y eso debe ser notorio”.

Los rastros de esa motivación están plasmados en cinco discos, del primero, Música para niños tristes de 2006, al último, el precioso Luz marginal de 2018. Está en desarrollo un nuevo trabajo, pero el bajista y guitarrista prefiere no explicarlo demasiado porque “siempre es difícil para uno mismo darse cuenta de si hay más o menos diferencia. Sí sé que desde hace un par de discos han sido años de consolidación y de felicidad en el trabajo; visto a la distancia hay, ahí, un mojón. Lo de ahora habrá que escucharlo”.

Wood, que llegó a Buceo cuando el proyecto ya estaba en marcha, asegura que su primera impresión de la propuesta fue “supershockeante”, y que dentro de esta formación ha aprendido mucho del oficio de ser artista, y de lo que significa comprometerse con lo que uno ama o, más bien, es.

Como varios otros de los integrantes de un colectivo que tiene como cara y voz más conocida a Diego Presa, Wood también desarrolla un proyecto solista y el año pasado lanzó Al sur y al oeste. Es el álbum personal que más satisfecho lo tiene y eso, en parte, se debe a todos estos años como integrante de un grupo que ante todo prioriza y valora lo humano.

“Cuando tenés confianza con los que tenés al lado, eso potencia tu capacidad y uno es mejor de lo que es”, asegura. “Es la magia del colectivo”.

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