Tiene 87 años, empezó a escribir tras jubilarse y sus libros reconstruyen la historia de la ópera en Montevideo

Antonio Lagatta Mazzeo es autor de "Historia de la ópera en Montevideo", un colosal proyecto que ya tiene 11 tomos y va desde 1829 hasta el 2000. El proyectó nació como un pasatiempo y se volvió referencia.

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Antonio Lagatta Mazzeo.
Foto: Francisco Flores.

"Mirá que escribí libros”, dice, con una sonrisa Antonio Lagatta Mazzeo mientras le toman las fotos para ilustrar esta entrevista. Las paredes del living de su casa están repletas de estantes con CDs, DVDs y vinilos que abarcan toda la historia de la ópera, y durante una pausa entre fotos se sorprende al mirar una pila de libros en un rincón. Son los 10 tomos de La ópera en Montevideo en el siglo XX, que, a lo largo de 3.285 páginas, recopilan información sobre cada ópera y concierto lírico presentado en la capital durante 100 años.

El proyecto, colosal de por sí, acaba de expandirse y ahora abarca el siglo XIX. En julio, el hombre de 87 años lanzó su primer tomo, que cubre el periodo entre 1829 y 1870, y ya envió a imprenta el segundo. Sin proponérselo, está a punto de convertirse en el mayor historiador de la ópera en Uruguay, con un trabajo que abarca 171 años. Y eso que todo nació como un pasatiempo tras jubilarse de su trabajo en el casino.

“Cuando empecé, no tenía intención de escribir”, asegura. Como su esposa seguía trabajando y su hija estudiaba en el colegio, Lagatta Mazzeo acudía todos los días a la Biblioteca Nacional para revisar las carteleras de las páginas de Espectáculos de los diarios y recopilar todos los espectáculos relacionados con la ópera en Montevideo. “Me iba a las nueve a la Biblioteca, a las 12 bajaba a la cantina a almorzar y a las 13 seguía hasta que cerrara. Por la tarde, mientras tomaba el mate con mi señora, pasaba en limpio todos mis apuntes. Mucho después pensé en publicarlo”.

Pero, ¿a qué se debe tanta afición por la ópera? Lagatta Mazzeo no tiene la respuesta exacta. Para él es algo natural y se remonta a su niñez en Paysandú. “Será que viene de familia”, se pregunta en voz alta. “Mi abuelo era hojalatero y cantaba mientras trabajaba. La primera vez que escuché el aria ‘Di Provenza il mar, il suol’, de La Traviata, fue interpretada por él”. En esa anécdota se esconde una parte de su justificación. “Para mí, la voz humana es el instrumento más perfecto que hay. Hay que adiestrarlo, por supuesto, pero es notable”.

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"La ópera en Montevideo en el siglo XIX".
Foto: Difusión.

Creció escuchando canciones italianas y las transmisiones de las óperas del Teatro Colón de Buenos Aires, hasta que, a los 18 años, se sumergió por completo en el universo operístico. Era 1956. “Cuando terminé el preparatorio, vendimos rifas para juntar plata y hacer un viaje de estudios a Buenos Aires. Lo primero que hice fue ir al Colón a sacar entradas, que esa noche estaba Aída”.

El elenco incluía al célebre barítono uruguayo Víctor Damiani, a quien había visto tiempo antes en un concierto en el Teatro Florencio Sánchez junto al tenor José Soler. La experiencia lo marcó.

Cuando regresó a Paysandú, se preparó para otro momento definitivo: la mudanza a Montevideo para empezar a estudiar Derecho. Llegó en el momento justo. A los días, el Teatro Solís celebraba su centenario con una función de la ópera Ernani que, nuevamente, tenía a Damiani entre sus figuras. “Imaginate lo que sentía; era un jovenzuelo que miraba ópera en vivo", dice, entusiasmado. "Después, cuando empecé a ir a las temporadas del Sodre, era como tocar el cielo con las manos”.

Su afición por la ópera creció con los años —la enorme colección de discos de su casa lo confirma—, aunque el foco estuvo puesto en su trabajo. Hasta que en 1998, con 61 años, una charla con el director de la Revista Sinfónica sobre datos curiosos de la ópera derivó en una propuesta a las autoridades del Sodre para iniciar con un programa de radio dedicado al género. Le aceptaron la idea y en cuestión de días estaba al frente de La ópera y sus intérpretes, un ciclo dedicado a cantantes líricos que ya no se escuchaban (de ahí su slogan: "Un viaje al pasado"). El ciclo, que se extendió hasta 2006, acumuló 750 programas. Rescató grabaciones históricas de óperas que se interpretaron en el Sodre y se pasaron por radio, y revivió material que llevaba décadas en un depósito. No fue su único programa en las radios estatales: también tuvo uno de canciones italianas y otro de óperas completas protagonizadas por cantantes uruguayos.

Y así como sin pensarlo se convirtió en presentador de radio, lo mismo le pasó con su carrera como escritor. Ocurrió a principios de los 2000, cuando conoció al pintor Jorge Damiani, hijo del barítono que lo introdujo al mundo de la ópera. “Él tenía un archivo de prensa de su padre y fotos, y empecé a escribir”, cuenta sobre el origen de Víctor Damiani, una vida para el canto (2002).

Desde entonces no paró. Escribió otro dedicado al histórico tenor José Oxilia (“Llamé a todos los Oxilia que había en la guía telefónica hasta que di con uno de sus nietos”, dice) y otro dedicado a los compositores del siglo XVII, hasta que llegó su proyecto máximo: La ópera en Montevideo en el siglo XIX y XX. Su interés, dice, es resaltar el trabajo de los grandes cantantes uruguayos que han recorrido el mundo.

Su misión también es generar memoria. “El objetivo es que Uruguay tenga lo mismo que los grandes teatros del mundo: la historia de sus artistas”.

La ópera ligada a la historia uruguaya

Lagatta Mazzeo asegura que la ópera y Uruguay nacieron juntos. ¿A qué se debe? El 16 de mayo de 1830 se cantó la primera ópera completa en Uruguay, que fue L'inganno felice, de Rossini, y estuvo a cargo de la compañía italiana de los hermanos Tanni. "Ocurrió en la Casa de las Comedias, una especie de galpón fundado en la época de 1790 donde se cantaban escenas líricas. El lugar se incendió años después, y en ese predio se construyó el Palacio Taranco. La Jura de la Constitución fue el 18 de julio de 1830, lo que significa que la primera ópera se presentó dos meses antes y a unas cuadras de donde nació Uruguay como país", explica.

Al igual que los hermanos Tanni, las primeras óperas llegaban a Uruguay de la mano de compañías que llegaban desde Europa en largos viajes en barco. "Los teatros eran privados y alquilaban el lugar a las compañías, que hacían un periplo clásico: Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro", relata el investigador, que en su libro dedicado a la ópera del siglo XIX incluye algunas crónicas de espectáculos suspendidos porque los decorados de una ópera no habían llegado a tiempo para las funciones montevideanas.

"Normalmente, las compañías traían óperas completas que ensayaban en Italia", comenta. La avidez del público uruguayo por el género queda reflejada en la forma en que consumía las óperas. "La bohème se estrenó en el Teatro Regio de Turin en febrero 1896, y ese mismo año se cantó acá", dice. "Lo mismo sucedió con el famoso tríptico de Puccini —Il tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi—, que se estrenó en el Metropolitan en 1918 y al año siguiente se presentó en Montevideo".

"Todos los más grandes cantantes del mundo pasaron por acá, sin lugar a dudas", asegura. "Además, Uruguay tiene excelentes cantantes que hoy recorren el mundo", dice y nombra a los contemporáneos Carlo Ventre, María José Siri y Erwin Schrott.

Carlo Ventre.
Carlo Ventre. Foto: Archivo.
Foto: Carlos Pereyra

La lista de cantantes líricos uruguayos destacados es larga. En materia de barítonos, Lagatta Mazzeo destaca a artistas como Víctor Damani, Virgilio Luongo y Juan Carlos Gebelin. Cuando se trata de bajos, no duda en nombrar a Jorge Algorta ("Era impresionante, además, verlo actuar"); lo mismo sucede con los tenores José Oxilia y José Soler, y con el tenor lírico Eduardo Rocha. Cuando se trata de sopranos, menciona a Martha Fornella, Diana López Esponda, María Borges, Virginia Castro y María José Siri.

Sin embargo, aclara que esta selección es mínima cuando se trata de nombres de cantantes líricos uruguayos. A lo largo de esta entrevista, menciona a muchos más artistas. "Cuando presenté mi libro en el Sodre, llevé una lista de cantantes uruguayos que pasaron por sus escenarios: eran 199", comenta, como para hacerse una idea. "Tenemos excelentes artistas en Uruguay", reafirma. Y su investigación transformada en libros busca celebrar ese legado.

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