Es 10 de mayo de 2023 y hay sol de primavera, tímidamente caliente, donde sea que está Elliot Page. Sube a Instagram una foto sin remera, el pecho liso, las cicatrices de la operación a la que se sometió dos años atrás, la sonrisa plácida. Escribe: “La disforia solía ser especialmente común en el verano. Sin capas, solo una camiseta, o con capas y tan sudado, mirando constantemente hacia abajo, reajustando mi remera de gran tamaño. Se siente tan jodidamente bien sumergirse en el sol ahora; nunca pensé que podría experimentar esto, la alegría que siento”.
En menos de tres meses, la foto va a tener 1.343.127 likes. También va a tener comentarios como este: “Estoy profundamente preocupada por este error y creo que necesitas terapia”. O este: “Lloro por esta generación. Mutándote a ti mismo, alentando a otros a destruir sus cuerpos por una breve tendencia cultural. El mundo se ha vuelto loco”. O este: “Nunca entenderé cómo alguien podría molestarse porque llevas una vida feliz”. O este: “Es mi primer verano post cirugía. Usar camisetas sin mangas es mi nueva cosa favorita. ¡Tan liberador! ¡Gracias por ser una inspiración para tantos!”.
En diciembre de 2020, el actor Elliot Page —hasta entonces conocido como Ellen— le contó al mundo que era un hombre trans, compartió su nuevo nombre, su felicidad. Con una serie de alto perfil en Netflix —The Umbrella Academy—, un rico historial a nivel cinematográfico que incluye nominación al Oscar 2007 por su protagónico en la película Juno, y una sexualidad que siempre estuvo en el foco de interés de la prensa del hemisferio norte (había salido del closet en 2014), el canadiense empezaba, así, una nueva historia.
Ahora, el largo viaje detrás de aquel anuncio le da cuerpo a Pageboy, el libro de memorias que se estrenó como best seller instantáneo en el New York Times y que ahora, a ocho semanas de su lanzamiento global, acaba de llegar a Uruguay. Edita Urano; era uno de los títulos de no ficción más esperados del año.
Pageboy combina esas fuerzas naturales que parecen entrar en juego cuando Elliot Page actúa.
Hay algo de la vulnerabilidad, de una fragilidad física y latente, que baila lento con una energía poderosa, casi violenta, intangible. Es una forma que estaba en su debut cinematográfico Hard Candy, un thriller feroz sobre abuso y justicia, y que perdura hasta su Vanya / Viktor de The Umbrella Academy, ese personaje expansivo y oscuro en un mundo de extraños superpoderes.
En el libro, esa tensión es el motor de un relato que, en traducción con españolismos de Carla Bataller Estruch, cuenta una historia de aceptación, de sombras y de amor. Por momentos, las memorias tienen la ternura íntima de un diario personal. Por otros, son una crónica descarnada que desnuda las miserias de Hollywood. A veces es un texto rosado y erótico, a veces es un mar negro, a veces encuentra una genuina luz.
En la página 30, Page escribe: “Lo supe cuando tenía cuatro años. Fui a preescolar en un centro de la YMCA situado en el centro de Halifax, en South Park Street, delante de los Public Gardens. El edificio tenía una fachada de ladrillo oscuro y lo han demolido y reemplazado. Ante todo, entendía que no era una niña. No de un modo consciente, sino en un sentido puro, sin contaminar”.
Cinco páginas antes, dice: “El éxito de Juno coincidió con que la gente de la industria me dijo que nadie podía saber que era queer (...) Tenía depresión y ataques de pánico tan chungos que me desplomaba”.
En la página 82, bajo el título “Gilipollas famoso en una fiesta”, desnuda la vez que, en una fiesta a sus 27 años, una estrella pasada de copas lo hostigó ante la pasividad del resto. Dice esto: “Él era, y sigue siendo, uno de los actores más famosos del mundo”. Se guarda su nombre, pero incluye las citas de aquella noche. Hay frases como: “Voy a follarte para que te des cuenta de que no eres lesbiana”.
Y en la página 209: “La primera vez que reconocí que era trans, en un sentido consciente, sin especular, fue cerca de mi trigésimo cumpleaños. Casi cuatro años antes de anunciarlo públicamente”.
En el medio, un mundo. Las memorias, que son —dice la nota de autor— la historia de un desenredo, se pasean por alfombras rojas, fiestas de celebridades, sesiones de fotos, familias de Canadá, bares, calles, buenas canciones, situaciones de abuso y discriminación y ternura, vestidos dorados. Develan los detalles de una historia de amor con la también actriz Kate Mara, entregan internas de rodaje, exhiben la hostilidad de Hollywood cuando de las personas, sus necesidades y sus deseos se trata. Ahondan en los trastornos alimenticios, la salud mental, la soledad. Cuentan la violencia callejera, los mil insultos, la incomprensión, el miedo.
Sensibilizan. Enseñan. Aclaran. Despiertan. También sacuden.