Durante 10 años escribió una novela que creía imposible de publicar, ganó un premio y ahora llegó a 10 países

El escritor mexicano Amaury Colmenares escribió "acequia", la novela que ganó el Premio Las Yubartas entre 3000 obras, y se editó en simultáneo en España, Estados Unidos y ocho países de Latinoamérica.

Amaury Colmenares, foto de Josue Estrada.jpg
Amaury Colmenares.
Foto: Josue Estrada.

Amaury Colmenares pasó 10 años escribiendo una novela convencido de que jamás se publicaría. No era un pesimismo caprichoso: sabía que acequia era una obra experimental y fragmentaria, de esas que no encajan fácilmente en las categorías de una librería. “Pensaba que algún día, si tenía éxito con otro libro, alguien tal vez se animaría a publicarla”, admite el autor mexicano en diálogo con El País. “Pero sola, así, era muy difícil que sucediera”.

Esa certeza lo acompañó durante una década de trabajo solitario. Estaba seguro de que el manuscrito quedaría en su computadora: un proyecto tejido a partir de observaciones de Cuernavaca —la ciudad donde vive—, reflexiones dispersas y personajes que orbitaban en paralelo, hasta que una coincidencia los hacía encontrarse.

Como le ocurre a sus propios personajes, un hecho fortuito terminó por cambiar el rumbo de la historia. Se topó con la convocatoria al Premio Hispanoamericano de Narrativa Las Yubartas y sintió que, si acequia iba a tener una oportunidad, podía ser ahí.

El premio, inaugurado el año pasado y con su segunda edición en marcha, proponía algo inédito en la región: 10 editoriales de 10 países se unían para leer, seleccionar y publicar una obra ganadora, que se editaría en simultáneo en todos los países participantes. Eran Estados Unidos, España y ocho de América Latina, entre ellos Uruguay, representado por Estuario Editora.

Colmenares envió su novela, apenas una entre más de 3.000 textos. Y fue la ganadora.

La resolución llegó en junio del año pasado y el mexicano recuerda con nitidez el momento en que recibió la noticia. Estaba en plena jornada laboral —dirige una escuela de producción musical— cuando recibió una llamada desde Nueva York. Al principio no entendía bien qué pasaba: los responsables de cada editorial se iban sumando al encuentro virtual, hablaban como si él ya supiera. Estuvo varios minutos en esa situación ambigua, que hoy recuerda entre carcajadas. “Yo solo pensaba: bueno, ¿pero gané o no gané? ¿Qué pasa?”, relata.

amaury colmenares.jpg
Amaury Colmenares sostiene una de las ediciones de "acequia".
Foto: Gentileza Amaury Colmenares.

Hasta que alguien le comunicó lo obvio. “Fue la primera confirmación de que el camino había valido la pena en mi vida profesional como artista”, cuenta sobre aquel instante decisivo. “Obviamente había tenido otros logros, pero en ese momento dije: ‘Sí valió apostarle durante tanto tiempo a la literatura’”.

De la incertidumbre pasó al vértigo. En apenas cuatro meses, las 10 editoriales trabajaron en conjunto para tener el libro listo para la ceremonia de premiación en la Feria Internacional del Libro de Nueva York, prevista para octubre. El archivo de acequia, que durante años había sido un territorio íntimo y silencioso, se convirtió de pronto en un documento colectivo: lleno de comentarios y sugerencias de lectores cosmopolitas. “Fue muy interesante. Después de trabajar en soledad durante tanto tiempo, ver que ahora había tanta gente metida en el manuscrito me pareció muy conmovedor”, destaca.

Y eso que acequia (Estuario Editora, 690 pesos) nació como un gesto romántico. Colmenares, también autor de Grimorio, empezó a escribir la novela como pequeñas escenas dedicadas a una chica de la que estaba enamorado. Eran impresiones breves sobre Cuernavaca, su pasado y sus maravillas cotidianas. “En ese enamoramiento me di cuenta de que veía las cosas de una forma bella, y las anotaba con la intención de escribir cartitas”, relata. “Luego mantuve esa actitud porque me di cuenta de que, viendo la ciudad de esa manera, descubría cosas valiosas”.

La idea era buscar la épica en lo cotidiano, pero también había algo más profundo. “Cuando habitas un lugar con la atención y el tiempo suficiente, te das cuenta de que, en realidad, todo está bastante sincronizado y es mucho menos azaroso de lo que parece”, explica. Con el tiempo, esas notas empezaron a organizarse.

"acequia", publicada por Estuario Editora.
"acequia", publicada por Estuario Editora.

También aparecieron personajes, situaciones, tramas, conceptos. Junto a eso, una sensación: que todo estaba conectado, aunque todavía no sabía cómo. De ahí el título. Las acequias son canales de riego que interconectan el agua en una plantación, y la novela va detrás de esa búsqueda: tarde o temprano, todo se entrelaza.

Puede sonar ambicioso, o uno podría imaginar un tono solemne y frío, pero el encanto de acequia está en ser justamente lo contrario. El lector se sorprende al soltar varias risas por lo bajo y descubrir que dentro de ese caleidoscopio de historias hay algo íntimo y cercano. En las páginas desfilan personajes tan dispares como memorables.

Está la editorial El Helecho, que solo publica a autores con nombres similares a figuras literarias, como J.L.P. Borges o Armando Pérez Reverte. Aparecen dos expertas del clickbait, un guía turístico que reimagina la historia de Cuernavaca con descaro, un comediante que fue estrella y se esfumó de la vida pública y un hombre empeñado en recopilar todas las versiones del origen del mundo. Nada está al azar: cada historia es también una reflexión sobre el entorno que habita el autor.

Esas tramas se entrelazan con la historia de Cuernavaca y con la biografía del propio Colmenares, que aparece en escena. Habla de su abuelo, quien convertía las mentiras piadosas en una herramienta para volver la vida más intensa, y narra un hallazgo que confirma su idea de que, si uno presta atención, todo está conectado.

Cuenta que quería escribir sobre un japonés que llegaba a Cuernavaca con el sueño de convertirse en luchador profesional. Mientras buscaba comentarios de turistas japoneses en Google, se topó con la imagen de un monumento. En el fondo, casi como un guiño del destino, aparecían él y su novia de aquel entonces.

Sobre la experiencia que propone con acequia, Colmenares resume: “Quería que el lector paseara por textos fragmentarios e inconexos, pero que tuvieran la calidad suficiente como para seguir leyendo solo por el placer del recorrido. Y que, en algún momento, sin que nadie te lo diga, descubriera que todo encaja. Que al final tengas la historia entera en la cabeza, no porque te la explicaron, sino porque la fuiste armando página a página”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar