Por Fernán Cisnero
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Carlos Dopico es un montón de cosas, aunque muchos lo recuerden como el encargado de la sección Espectáculos de Telemundo 12, donde estuvo más de una década.
En el mismo canal, además, Dopico, que también es artista escénico y periodista en medios escritos y radiales, condujo los ciclos La Púa y La Púa. De colección, dedicados a la música nacional. Y mucha gente también lo recuerda por eso.
De Colección estaba dedicado a las historias de discos nacionales cruciales a partir de testimonios de sus protagonistas. Es una referencia inevitable para historiadores y curiosos.
Aquel ciclo, condenado en su momento a las mazmorras de los trasnoches, tiene ahora una nueva vida con la edición de Hoy como ayer (Ediciones B, 990 pesos), un libro que, como se avisa desde la tapa, compila “anécdotas de la música” de 1968 a 2004.
El País charló con Dopico.
-¿Cuándo pensó que había más vida para La púa. De colección?
-Con el ciclo recién había terminado, ya me picaba la idea de que eso se hubiera perdido en esas curiosas y sonámbulas horas de la madrugada. Aunque lo había visto mucha gente porque la televisión aún tenía un público grande, sentí que había sido muy efímero en una hora muy injusta. Primero pensé en reeestrenarlo pero los canales privados no reestrenan nada y ahí empecé a sondear la posibilidad de hacerlo en DVD. Pero el formato estaba agonizando y encima había que salir por los derechos de autor para un proyecto a pérdida pensado solo para mi pretensión que no se perdiera.
-Y entonces llegó el libro...
-Ahí le avizoré otras posibilidades y me permitía a hacer lo que quisiera porque tenía todas las grabaciones y todos los guiones. Tenía lo que salió al aire y lo que no. El libro es todo eso.
-La estructura no es un capítulo por disco sino que está dividido por temas. ¿Cómo llegó a eso?
-Un capítulo por disco fue una idea que rechacé de antemano. Ya lo había hecho, era repetirme y no iba a ser tan atractivo. Leyendo desordenadamente los guiones, empecé a buscar qué cosas vinculaban uno y otro: encontré millones. Y así armé capítulos muy extensos a partir de ejes temáticos. Me dediqué a disfrutar del desorden y una cosa me llevó a la otra y el libro es un poco eso: un caos oral de la música uruguaya.
-¿El recurso del anecdotario le permitió jugar con ese caos?
-No quería armar un libro de Historia, aunque terminó siéndolo, porque la Historia no te permite mucho el desorden porque hay que contextualizar y seguir un relato más bien cronológico. El anecdotario que puede ser más vasto o más vago, admite un poco de desorden. Y también me permitía retomar algo del nombre del ciclo que era aquello “de colección”. Las colecciones son un poco arbitrarias porque es lo que se alcanza a reunir, lo que lo que te pasó cerca y relacionaste con lo que tenías. Estas son las historias que yo junté, no es que se acabe acá o sea que sea la Biblia de la música nacional. Es lo que encontré y así lo comparto.
-¿Cómo recuerda aquellos tiempos de La púa de colección?
-Como un estado de inconsciencia. Siempre fui muy agradecido porque fue el canal que me ofreció el espacio con toda la libertad posible. Cuando presenté algo como De Colección, con ocho entrevistas por programa, me dijeron que eso implicaba un despliegue que implicaba ocho salidas, un montón de horas de edición. Justo agarré el mundial de Sudáfrica y como había mucha atención metida ahí, tuve mucha disponibilidad de los camarógrafos, a los que les gustaba la idea. Grabé mucho como en un estadio de distracción pero después había que editar y para eso ya no había tanta disponibilidad. Me llevaba todo el material a casa, lo desgrababa y volvía con una partitura compuesta con lo que decía cada uno y dónde lo decía y con la música pautada. Y el editor lo armaba y yo acomodaba los detalles.
-¿Extraña la televisión?
-Sufrí mucho cortar con el medio. Principalmente la pérdida del rol, no el hecho de estar en televisión. Quienes me conocen, saben que no soy del jet set ni mucho menos: vengo del Cerrito y para mi estar en la tele fue un privilegio y una oportunidad. Sí, extrañé mucho, en el momento de pandemia, no estar yo mediando. La televisión siempre fue un medio al que le generaba resistencia pero en el que sabía que era importante estar. En el momento de la pandemia no estar ahí, y no poder dar cuenta de una escena que aunque callada y silenciada estaba ahí, lo sentí como algo muy frustrante.
-¿Por qué no está en televisión?
-Tuve un primer ofrecimiento muy interesante que fue el de TV Ciudad, que me llamó para conducir Montevideo Rock. Sentí que era una entrada dentro de un mundo que me gustaba pero curiosamente fue ese momento y nada más. La televisión ha ido mutando a una línea de entretenimiento que es en la que menos especialista soy. Me parece que hay mucho terreno para explorar dentro de esta lógica que se manifiesta en el libro o que llegué a hacer incluso con La púa, que si bien cubría la agenda daba más cosas. Me parece que hay lugar para eso.
-Dejó mucho material afuera. Perdón la ansiedad pero, ¿habrá Hoy como ayer 2?
-Me encantaría, pero me consta el riesgo que toma una editorial con un tomo como este, cuyos antecedentes no han sido muy rentables. Producir narrativa sobre expresiones culturales no es muy redituable, y sé que este es un volumen muy ambicioso y generoso. Así que hasta que no tenga como la respuesta de de aceptación y comercialización, no sé qué pasa con lo que quedó afuera. Por lo pronto sé que es un libro que ha traído mucho, que las historias siguen siendo de interés y si bien es un libro de música, es también un libro de Historia y hasta, casi te diría que de pequeños cuentos. Por eso creo que va a encontrar lectores que no necesariamente sean melómanos.