SEBASTIÁN AUYANET
Cuatro años después, iba siendo hora de saber algo de los británicos que sacudieron medio planeta a base de emuladores y sintetizadores en los años ochenta. El trío vuelve con disco nuevo y, además, tocará en Sudamérica este año.
"Señores... ¡Ustedes piensan demasiado!", dice el moderador de la conferencia de prensa ofrecida por Depeche Mode en el Olympiastadion de Berlín. Dave Gahan, Andy Fletcher y Martin Gore asienten con una carcajada.
El comentario no va dirigido a ellos, sino a una periodista que acaba de preguntarle a Gahan si el nuevo logo del grupo denota que la banda va a tomar un camino musical más oscuro. "¿La verdad? Está hecho para pasarle raya y jugar al ta-te-ti si te aburrís durante el concierto" responde el cantante del grupo antes de anunciar los planes de la gira, que incluyen a Sudamérica.
Por otro lado, el desconcierto de la periodista es entendible, ya que Depeche Mode es una entidad que sintentiza vanguardia musical, oscuridad y genio para crear varias de las mejores canciones pop de los años ochenta.
Es que los Depeche Mode son más de una cosa. Han sido científicos adolescentes del sonido, obsesionados con explorar samplers y percutir tuberías y también pequeñas bestias pop que hicieron bailar al Reino Unido con Just can´t get enough, momento clave en la música de esa década y parte del disco Speak and Spell (1981). También la crítica los señaló como letristas frívolos e ingenuos para que después otros analizaran canciones como Personal Jesus en ensayos que estudian el uso de la religión en la música.
Esa ambivalencia se manifiesta incluso en la imagen actual del grupo. Depeche Mode bien podría entrar en la bolsa de lo pasado de moda. Sin embargo, esto no sucede y se la sigue viendo como un referente de lo moderno, de ahí que de entre las bandas afines de su camada (Erasure y los Pet Shop Boys incluidos), este trío sea el único que en el siglo XXI puede lanzar una ambiciosa gira mundial de estadios y otros recintos gigantes.
¿A qué se debe esto? Quizá una de las razones por las que Depeche Mode conserva esta condición se deba a que gran parte de la nueva generación de artistas masivos tiene influencias patentes del grupo.
Desde los masivos The Killers, Franz Ferdinand y Moby, y el emergente movimiento del tecno-pop en Latinoamérica (México, Argentina y Chile) hasta el montevideano Vittorio Cacciattore, todos tienen su música marcada por la carrera del trío.
En realidad, tampoco nadie se olvida de los dos miembros hoy ausentes: el tecladista Alan Wilder -responsable de la veta más oscura del grupo- y sobre todo a Vince Clarke, genio del pop responsable de Just can´t get enough que años después repetiría con Oh´l amour, el clásico de Erasure. Dos canciones que aún hoy son himnos bailables en las discotecas.
POST CRISIS. Sobre finales de los noventa, cuando Depeche consolidó sonido y audiencia con los enérgicos Music for the masses (1987) y Violator (1990), alcanzó la parte del guión clásico en la biografía de las bandas de pop y rock. Ante las decenas de miles llegaron las desavenencias, peleas y la caída en la heroína de Gahan, a mediados de la década.
Pero todo eso es parte del pasado, y desde el pulsante Exciter (2001), el grupo se encontró con que el público seguía ahí. Playing the angel, en 2005, devolvió al trío a la cabeza de los festivales y a los premios.
Ya cerca de los treinta años de carrera, con once discos y un miembro regresado de la muerte (el propio Gahan, que superó una sobredosis después de varios minutos de reanimación), la banda apronta Sounds of silence, disco que verá la luz el 21 de abril de 2009, y que los piratas de Internet ya reclaman en los foros donde se filtran los discos antes de llegar a las tiendas.
Quince años después de su última visita en Sudamérica, la expectativa volverá a generarse en la región porque el grupo visitará países como Chile, Brasil y Argentina durante la primera quincena de octubre. En Chile, el concierto ya está confirmado y los fanáticos de varias generaciones esperan tarjeta en mano para comprar su entrada.
Son varias las generaciones que esperan a estos tres británicos. Es la consecuencia de haber logrado ser luminoso y depresivo, "retro" y moderno, pop y experimental. Aunque muchos artistas se lo propongan, pocos han conseguido algo parecido.
La cifra
75: Son los millones de copias vendidas por Depeche Mode a lo largo de toda su carrera, divididas entre doce álbumes.
Tres discos esenciales, sombríos y electrónicos
Some Great Reward
1984
Sonidos alemanes cercanos a los hombres-robot de Kraftwerk y otros como Neu que influyen de forma directa en el sonido del grupo, que construía su carrera desde las calles de Berlín, lejos de las islas.
En este disco, Depeche Mode instala la época del "pop industrial", hecho a partir de efectos y percusiones urbanas grabadas y sampleadas. People are people es el primer single, pero la metáfora político-sexual Master and servant es la canción del disco que no se movió más del repertorio.
Music for the Masses
1987
Never let me down again es uno de los "hits" más oscuros en la historia del grupo, quizá una prueba clara de cómo la música reacciona y comunica el sentir de una época determinada. En tanto, Depeche Mode ya avanzaba hacia la dominación mundial y su sello Mute ya estaba lejos de ser la casa pequeña que se encargaba de ellos y de Nick Cave. Canciones como Strangelove y Behind the wheel son otras gemas compuestas por Martin Gore ideales para noches de la nostalgia rockeras.
Violator
1990
Depeche Mode cierra el proceso de encontrarse. Llegan éxitos como Enjoy the silence, Policy of truth y Personal Jesus, tres temas con la misma o mayor potencia de hit de aquella Just can´t get enough que el grupo había editado nueve años atrás. Es el primer trabajo en que se los escucha auténticos y sólidos de verdad. Es también el sonido del grupo y el nombre de la banda en todo el mundo. Un clásico de la música pop con canciones fundamentales para cualquier colección.
Sobre los sonidos del Universo en un solo disco
Comenta Andy Fletcher al diario chileno El Mercurio sobre Sounds of the Universe: "Este trabajo, tal como siempre nos hemos caracterizado, tiene un sonido actual, moderno. Pero debido al fanatismo que ha tenido Martin (el rubio, encargado de componer casi todos los temas del grupo) por adquirir instrumentos antiguos como los sintetizadores análogos que usábamos en los 80, su sonido te hace recordar a nuestros primeros discos". El músico también reconoció estar "orgulloso" de influir en nuevos artistas jóvenes como MGMT o Justice ("me hace ver cool frente a mi hija", explica) y criticó a artistas como Madonna o U2 por los precios abusivos de las entradas a recitales ("los nuestros serán más justos").
De vuelta sobre el disco, Dave Gahan suma ideas: "Siento que este disco trae una cosa más espiritual, como el gospel. Aunque en verdad el nombre Sounds of the Universe no viene con un concepto. Por supuesto que no nos proponemos cosas tan solemnes. Antes de ese nombre se nos había ocurrido Tea and biscuits (Galletitas y té)".