Las chicas, tanto en el sentido de género como de edad, "mueren" con ellos. Sus discos se venden como pan caliente y agotan Grandes Rexes y Operas cuando se presentan en Buenos Aires. El grupo Mambrú, que estará hoy en el Cilindro Municipal, forma parte del fenómeno "reality pop", junto a otros como Bandana, Gamberro y los que comienzan sus trayectorias como solistas.
Denostados por críticos y por artistas musicales, muchos de los cuales son ídolos para los noveles intérpretes (Charly García no aceptó su segundo Gardel de Oro por estar en la misma terna que Mambrú), el pelotón de grupos "reality" prosperan gracias a la adoración de cientos de miles de fanáticos muy jóvenes, que compran los discos y van a los conciertos. En los dos últimos años, este conjunto de bandas y solistas ha sido responsable de las escasas noticias positivas de la industria fonográfica argentina, gracias a las impresionantes ventas de discos y los récords de convocatoria (Bandana hizo 70 Grand Rex seguidos).
CADENAS. Nada de esto hubiese sido posible sin la televisión como aliada. Varias emisiones diarias de los programas —segmentados en jornadas de perfeccionamiento, preparación de repertorio y gala musical— aseguran una exposición que ya quisieran muchos. Todo lo concerniente a un "reality-show" musical como Popstars, del cual emergió Mambrú, está cuidadosamente diseñado de acuerdo a normas preestablecidas por la empresa propietaria del formato, a las que el equipo de producción local se adapta. Nada se deja librado al azar: repertorio, vestimenta, arreglos, elección del equipo compositor y los instrumentistas que acompañan a las estrellas, todo está previamente elaborado.
Los Tripas, Pipas y Manus, o sea los cantantes, son el último eslabón en la cadena de montaje y el producto final es lo más importante. Esto es así desde hace décadas. Solo que nunca antes había sido expuesto a la vista de todos como lo hacen estos programas. Sin ir más lejos que a principios de los noventa, la creación de un grupo tan popular como Backstreet Boys ocurrió a puertas cerradas. El público accedió a la banda cuando ya estaba formada, pero los integrantes habían cumplido con todas las etapas que cumplieron los Mambrú o las Bandana, sin la necesidad exponerse ante el voto del público, por supuesto. Y he aquí un elemento diferencial: la participación de la audiencia. La sensación de formar parte de la toma de decisiones en torno a quiénes integrarán la banda o quién será el solista, ha probado ser irresistible para la audiencia. Pero no resulta muy descabellado sospechar que las decisiones que importan las toman otros y no los que llaman por teléfono. Entre otras cosas porque el voto telefónico es un acto anónimo y nada se informa desde la pantalla acerca de los procedimientos para el recuento de votos.
La aplicación de un principio industrial a la elaboración de una expresión artística —otro de los tantos "formatos" dando vuelta por las pantallas del mundo lo dice desde el título: Star Factory, fábrica de estrellas— no necesariamente tiene que dar pésimos resultados. Son muchos los artistas que sin ser autores de su repertorio (posiblemente la principal objeción que se les hace a estos grupos) alcanzaron más que dignos resultados. Elvis Presley nunca compuso una canción, actuó en una infinidad de horrendas películas y existe consenso entre sus biógrafos que ni siquiera sabía tocar la guitarra que muchas veces se colgaba al hombro. Utilizó, tal como lo hacen los grupos "reality", la televisión para convertirse en un artista masivo y global. Pero fue, y para muchos aún lo es, el Rey del Rock.
Por otra parte, varias de las mejores páginas del soul estadounidense se escribieron en los estudios de Motown en Detroit, donde el presidente del sello Berry Gordy dirigía con mano de tirano cada uno de los aspectos de la creación: los músicos que tocarían en cada canción, quién haría la voz líder, cómo debía ser la producción artística, todo. Los artistas no tenían ni voz ni voto. De ese mini-imperio musical, que fue muy importante en los Estados Unidos hasta la llegada de los Beatles (que impusieron el modelo del artista autosuficiente) salieron grandes artistas como Stevie Wonder, Marvin Gaye, Diana Ross y más cerca en el tiempo, Michael Jackson. Y aunque les duela a los punks, paladines de la autenticidad y el "hazlo tú mismo", los Sex Pistols no se hubiesen convertido en lo que fueron sin la participación del manager y promotor Malcolm McLaren, quien tuvo mucho que ver en el diseño de la imagen contestataria y nihilista del grupo.
VERDE. Tal manera de ver las cosas —se puede alcanzar buenos resultados artísticos fuera del modelo beatle— fue la que alentó al productor Afo Verde a erigirse en una influyente figura dentro del pop rioplatense. Verde fue el cerebro musical de ambas ediciones de Popstars (Bandana y Mambrú) y la recientemente concluida Escalera a la Fama (Madryn, Gamberro, Luli y Pablo).
El nombre del productor no le es ajeno a los rockeros que desprecian el formato "reality". Verde ha participado, como productor ejecutivo y a veces artístico, en la gestación de discos de Divididos, Soda Stereo, Gustavo Cerati, Los Fabulosos Cadillacs, Attaque 77 y muchas otra gente "del palo", que nada tienen que ver con los "truchos de la tele". ¿Cómo se va de Divididos a Bandana? El propio Verde admitió en una entrevista para el diario argentino Página 12 que se preguntaba si "con esto no bastardeaba lo que amo". Pero opinó que "Bandana y Divididos son, para mí, artistas de verdad. No tienen nada que ver uno con el otro salvo eso... Para mí, el rock se transforma en pop cuando vende discos. Y esto se lo pido prestado a Cerati, al que se lo escuché decir en algún momento. Una vez que el arte está en venta, se acaban las discusiones sobre si alguien se vendió o no y ahí sí que puedo meter en la misma bolsa tanto a las Bandana como a Los Redondos".
Nuestra versión de los "realities" musicales
En Uruguay tenemos nuestro propio Popstars, que va por Canal 12 y se llama Casting!. El idioma inglés es ley en el mundo de estos programas, nada raro si se piensa que esta moda se rotula como "reality".
El esquema de Casting! no difiere, en los aspectos esenciales, de cualquiera de los programas argentinos que se veían hasta hace poco en los canales 4 y 10. Dos emisiones semanales, martes y jueves, dan cuenta de la evolución de los artistas que participan y en la gala del domingo se dan a conocer los postulados a abandonar el programa, designados por el jurado.
La principal diferencia —además del desigual nivel de inversión— entre la versión nacional de estos "realities" y los argentinos reside en el destinatario. Mientras que los programas argentinos apuntan decididamente al público infantil y adolescente, Casting! parece tener en mente un destinatario bastante mayor. De ahí la presentación de un repertorio que incluye canciones más identificadas con el "melódico internacional" que con los más recientes expresiones del rock y el pop, aunque esta no es una regla que se cumple a rajatabla. La presentación visual de los intérpretes también apunta a una audiencia mayor: predominan los colores oscuros y el ritmo de edición de imágenes es más apaciguado. Esta es una diferencia que se ve acentuada en la elección del director musical. Afo Verde proviene de una banda de reggae, La Zimbabwe, y siempre tuvo una fuerte vinculación con la movida rockera de su país. Medina, en tanto, cubrió un espectro musical más amplio durante su trayectoria.
El fracaso de un pionero
Si debemos agradecerle a la televisión el advenimiento de la moda de este tipo de conjuntos, se podría señalar a un canal en particular como responsable principal de esta tendencia: MTV. Dentro del multitudinario universo catódico, MTV fue pionera en esto de los "reality shows", con el programa Real World (un suerte de proto-Gran Hermano itinerante para jóvenes), que comenzó a transmitirse en 1992 y que hoy cumple su décimosegunda temporada en la pantalla de la señal.
A pesar de ser pionera en el formato, la apuesta de MTV equivalente a Popstars u Operación Triunfo no ha conseguido la repercusión deseada. El programa Making the band, que tuvo su primera temporada hace tres años, no ha tenido, ni por asomo, el mismo impacto que los "realities" mencionados. El fracaso de MTV en este rubro es llamativo. En primer lugar porque se trata de un canal que ha sido muy influyente en la industria musical desde que comenzó a emitir videoclips a principos de los años ochenta. En segundo, porque para el programa se contó con la presencia, en el diseño del grupo a formar, con Lou Perlman, el creador de Backstreet Boys y N’Sync. El conjunto que finalmente emergió de Making the band se llamó O-Town y aunque aún sigue en actividad, nadie parece haberse percatado de ello. MTV sigue insistiendo con el programa y para la actual temporada, se cambió el enfoque. Ahora será un grupo de hip-hop el que se confeccionará y para la tarea de asesoramiento se cuenta con un peso pesado del género: P. Diddy, ex Puff Daddy y ex novio de Jennifer Lopez.