FABIÁN MURO
Manu Chao, la estrella pop más tercermunidsta, acaba de sacar su cuarto disco, "La radiolina", donde permanece tan fiel al estilo que patentó en "Clandestino" que comienza a parecerse a una caricatura de sí mismo.
Siempre será materia de discusión si se le puede atribuir a Mano Negra, el grupo francés que Chao integró durante unos años a fines de los ochenta y principios de los noventa, la invención del "rock latino" (o al menos, una de sus variantes más extendidas y exitosas).
Más allá de si fueron primeros o no, los músicos del grupo, con Chao a la cabeza, ejercieron una gran influencia sobre las bandas de rock latinas, en particular las de esta zona del mundo. La visita de Mano Negra a Montevideo en 1992 dejó con la boca abierta a muchos. El frenético estilo del grupo, cargado de adrenalina y slogans en varios idiomas, creaba una sensación de politizada comunión, caracterizada por baile y marihuana.
Cuando Chao dejó a sus compañeros para dedicarse a recorrer las venas abiertas de América Latina con sus discos y giras en solitario, abandonó las aristas más salvajes de la música de Mano Negra. Clandestino (1998) era un festín de sampleos y loops, de pequeñas viñetas melódicas, de ritmos contagiosos y sencillos, de canciones políglotas y melancólicas. El primer álbum de Chao fue un triunfo no sólo desde lo autoral sino también (o sobre todo) de edición. El método "recorte y pegue" para armar un repertorio que parecía unido por una extraña y paradójica sensación de caos y anarquía fue uno de los grandes aciertos de Clandestino.
La impresión duró tanto y fue tan placentera que no importó que Próxima Estación Esperanza (2001) fuera casi un calco de Clandestino.
Radio Bemba Sound System (2002), en tanto, el registro en vivo de una gran gira mundial de Chao y sus músicos, consiguió envasar un poco de la intensa experiencia que los conciertos de Chao generaban, como cuando estuvo por primera vez en Montevideo, en el Velódromo.
Luego, el silencio, sólo interrumpido por Sibérie m`était contéee (2004), un proyecto puntual para el mercado francés, y la producción artística de un gran disco: Dimanche aBamako (2005), del dúo de Mali pero radicado en París Amadou & Mariam.
Hace un par de días salió a la venta este nuevo trabajo que, una vez más, recorre todos los lugares comunes del estilo de Chao: están las rimas básicas y supuestamente graciosas ("no tengo calefacción/can`t get no satisfacción"), las rumbitas que empiezan con guitarras acústicas, los sonidos de videojuegos y sirenas, las canciones cortas y en varios idiomas que tienen que rimar a como de lugar ("si yo fuera Maradona/saldría en Mondovisión/pa` gritarle a la Fifa/que ello son el gran ladrón") y así sucesivamente.
Ni siquiera el hecho de que cuente con nuevos e importantes colaboradores como el productor estadounidense de origen brasileño Mario Caldato Jr. (Beastie Boys, Bebel Gilberto, Super Furry Animals) y Andrew Scheps (Red Hot Chilli Peppers) consigue sacar a Chao de la comodidad de lo familiar.
Naturalmente, aquellos que encuentren placer en la repetición hallarán en La Radiolina varios momentos para disfrutar. Desde 13 días, la canción que abre el disco, hasta Amalucada vida, la última, Chao lleva al oyente de paseo por todos aquellos lugares que ya hemos visto y oído en viajes anteriores: un recorrido cada vez menos excitante.