Crítica
Se estrenó "Venom", una de acción entretenida, sin mucho aspavientos y con un actor que hace todo el trabajo
Algunos de los fanáticos de los cómics u2014que no son precisamente una fuente crítica confiable en términos de cineu2014 reciben con recelo Venom. Es entendible porque en un universo cinematográfico que se basa en la artificialidad narrativa y paisajística, Venom es demasiado orgánica. De hecho, el mayor despliegue no lo hacen los efectos especiales, sino Tom Hardy que debe componer, sin maquillajes ni agregados de CGI, un héroe que está demasiado cerca de la villanía.
De hecho, tiene el villano adentro. Hardy interpreta a Eddie Brock, un periodista televisivo estrella que, después de desairar a sus jefes repetidas veces se queda sin trabajo. Su último traspié fue arruinar una entrevista de compromiso al multimillonario Carlton Drake (Riz Ahmed) que es como una versión mefistofélica y más prolija de Elon Musk.
Desempleado y sin novia (Michelle Williams), Brock es un alma en pena hasta que una asistenta desleal de Drake, le avisa que su jefe está haciendo experimentos raros con indigentes a los que se les inocula un bicho del espacio exterior. La idea del científico loco es encontrar la manera de vivir en otro planeta con el refuerzo vitamínico de estos alienígenas. Es una idea un tanto disparatada, cierto, pero funciona de una manera infantil en la que conviene preguntarse poco.
Lo importante es que, por curiosidad periodística, a Brock se le mete adentro uno de esos bichos, y debe convivir con Venom, un monstruo que come humanos pero que, por alguna razón, se encariña con su anfitrión y con la Tierra. Brock debe luchar con los instintos asesinos de su huésped, un asunto que es resuelto con algo de humor, y un esfuerzo importante de Hardy.
Guion: Scott Rosenberg, Jeff Pinkner, Kelly Marcel y Will Beall sobre novelas gráficas creadas por Todd McFarlane y Jeff Pinknerm, Scott Rosenberg y David Michelinie. Fotografía: Matthew Libatique. Música: Ludwig Göransson. Con: Tom Hardy, Michelle Williams, Marcella Bragio, Riz Ahmed, Woody Harrelson. Duración: 112 minutos. Estreno: 3 de octubre.t
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El director Ruben Fleischer, que demostró inventiva y espíritu irreverente en películas como Zombieland y 30 segundos o menos, hace lo que puede con un proyecto que excede las pretensiones de su obra anterior. Aquí le da un aire de década de 1980: el laboratorio, por ejemplo, parece el de La Mosca, que es otra película sobre un cuerpo transformado por un intruso. Habría que ver qué haría Cronenberg con un material como el de Venom.
Pero Fleischer y los cuatro guionistas que se necesitaron para escribir esto, no van por ese lado. Tampoco por analizar el papel de los medios (hay una cita a Perspectivas de Haskell Wexler) o desarrollar alguna mención a un mundo sin Dios. Una pantalla dividida parecía una buena idea a explorar a la que se recurre una sola vez. La película está contada sin muchos firuletes visuales y con un guion que apresura el final.
Lo que hacen es contar una historia bien simplona para ver con la incredulidad bien baja y que, en todo caso, subvierte el clásico maniqueísmo de las películas de superhéroes. Será porque Venom no es uno de esos muchachos sin ambigüedades y el monstruo que convive en su cuerpo es poca garantía de una solución ecuánime a las adversidades.
Es un cómic y Fleischer se dedica a dejarlo claro en su contrato de lectura. Hay zombies, algunas escenas de comedia más o menos resueltas pero deja casi todo en los hombros de Hardy, quien acá hace todo lo que tiene que hacer con su cara y su cuerpo. Es uno de los grandes actores de su generación y demuestra que no todo debe ser monogestual en el mundo de los superhéroes.
A los fans les puede resultar un poco anticuada porque es un poco analógica, la verdad. Pero ese puede ser, para otros públicos, un mérito.