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En "The Disaster Artist" se muestra el brillo sorpresivo de un fracaso

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Dave y James Franco en "The Disaster Artist"

Reseña

Crítica de la nueva película de James Franco

Dave y James Franco en "The Disaster Artist"
Dave y James Franco en "The Disaster Artist"

El ciudadano de las malas películas. Así se ha promocionado a The Room, una película de 2003 hoy convertido en fenómeno cultural en Estados Unidos. El drama, una serie de errores narrativos y de producción, es consumida hasta hoy experiencia interactiva en el cine (se puede gritar los diálogos de la película y arrojar objetos a la pantalla).

Más allá de los fallidos objetivos de The Room, la película también ganó seguidores gracias a la figura de su actor protagonista y principal responsable: Tommy Wiseau, un empresario estrafalario cuya apariencia consiste en un pelo largo y negro, lentes oscuros y un afán por usar cinturones en lugares donde no deberían ir los cinturones.

En The Disaster Artist: obra maestra, James Franco no solo es el director del relato que muestra cómo se filmó The Room, sino que también protagoniza la película como el propio Wiseau, imitando su acento (“¡Es de Nueva Orleans!, exclama en la película) y extraña forma de presentarse ante el mundo en general.

James Franco en "The Disaster Artist"
Vea el tráiler de "The Disaster Artist"

La película, una comedia disfrutable incluso para quienes jamás hayan visto la ópera prima de Wiseau, es contada desde el punto de vista de Greg Sestero, coprotagonista de The Room. En The Disaster Artist, ese papel es interpretado sin mucho encanto por Dave Franco, hermano del director.

La extraña amistad entre Sestero y Wiseau, aquí cargada con algún que otro guiño de homoerotismo, es el principal sostén emocional de The Disaster Artist, que ofrece un entretenido pero por eso menos serio paneo al desafío de adentrase bajo un constante prejuicio a una industria nada inclusiva.

A primera vista, y dada el origen tan de nicho de su historia, The Disaster Artist no debería funcionar más que para algunos pocos.

Sin embargo, el relato de Franco sobre la amistad y el amor al arte logra su cometido al generar todo el tiempo risas y empatía, un abanico de emociones cuyo hallazgo dentro del cine es algo que vale la pena apreciar.

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