Lo nuevo del creador de "Breaking Bad" y por qué el cine usa a los alienígenas para explicar el mundo actual

Series y películas recientes recuperan la figura del extraterrestre no para hablar del espacio y las naves, sino de miedos, aislamiento y desconfianza. Un espejo de la época que vivimos.

La transformación de Emma Stone para la película "Bugonia".
La transformación de Emma Stone para la película "Bugonia".

Animados por la teoría conspirativa de un youtuber, dos primos secuestran a una alta ejecutiva de una farmacéutica creyendo que es una alienígena venida de Andrómeda para destruir la vida humana. Dos científicos que han convertido en virus el mensaje encriptado de una señal extraterrestre provocarán una epidemia de bondad en la que todas las mentes se conectarán al unísono, sintonía contra la que luchará una mujer inmune a esa vírica felicidad global. El observatorio chileno del Sistema de Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) detecta el tercer objeto interestelar de la historia e internet entra, durante varios meses, en un delirio colectivo creyendo que lo que se acerca a la Tierra es una nave alienígena.

En el anterior párrafo solo era verídica la historia de la locura viral con la supuesta nave alien del 3I/ATLAS. Los primos secuestradores de extraterrestres son los coprotagonistas de Bugonia, la última película de Yorgos Lanthimos en los cines locales, una sátira de alienígenas que en realidad trata sobre la alienación política de una población perdida entre la desconfianza al sistema, la conspiranoia y las noticias falsas.

Y la mujer inmune al virus marciano de la felicidad que ha transformado a la población mundial no existe, pero sí está interpretada por Reha Seehorn en la serie Pluribus, el nuevo proyecto del creador de Breaking Bad y guionista de Expediente X, Vince Gilligan, que tuvo la idea original hace unos años sin que los extraterrestres mediaran: mientras rodaba Better Call Saul se imaginó qué pasaría si, de repente, el resto del mundo fuese increíblemente amable con una sola persona. La serie de Gilligan, que está en Apple TV, habla mucho más de nosotros que de lo que pasa ahí fuera.

Esta semana, además, se conoció el primer adelanto de Disclosure Day (“El Día de la Revelación”) de Steven Spielberg en la que el realizador regresa al mundo de los ovnis y los extraterrestres, que contribuyó a modernizar con Encuentros cercanos del tercer tipo y continuó con E.T.: El extraterrestre y La Guerra de los Mundos.

La campaña de marketing de Disclosure Day comenzó con vallas publicitarias en Nueva York y Los Ángeles con el eslogan “Todo será revelado” y coincide con el éxito del documental The Age of Disclosure, que sostiene la existencia de un encubrimiento gubernamental sobre la vida extraterrestre. Es el documental más alquilado durante sus primeras 48 horas de estreno en Prime Video.

Hay que olvidar el “I want to believe” (Quiero creer) del icónico póster que el agente Mulder tenía colgado en su despacho en Los archivos X. Las nuevas fábulas de vida extraterrestre ya no son como las que hipnotizaron al siglo pasado. Aunque se sigan usando hasta en los emojis, en el imaginario ya no habitan esos platillos plateados avistados en noches despejadas. La mutación narrativa tiene lógica: si nuestros miedos ya no son los mismos, la paranoia extraterrestre también será distinta.

“La gente ve algo, pero no sabemos qué es”, aclaró el psiquiatra Carl Jung al publicar Un mito moderno sobre cosas que se veían en el cielo en 1958, donde exploró la naturaleza simbólica de los encuentros extraterrestres. Para el también psicólogo, la fábula del ovni, sea en el tiempo que sea, no debe ser interpretada literalmente, sino como expresiones simbólicas del inconsciente colectivo y de la psique individual.

Para Jung, el contacto extraterrestre, en realidad, es una manifestación de la sombra y de los aspectos más oscuros de la personalidad del individuo, como el miedo a lo desconocido o la tendencia a la proyección. Varios libros y ensayos recientes, además, refuerzan esa teoría. ¿Qué ha cambiado ahora?

Un colectivo que ha unido los puntos entre fascinación alienígena y represión social ha sido Wu Ming en la novela Ovni 78 (Anagrama, 1.100 pesos).

En esta ficción firmada bajo el seudónimo de un grupo de narradores italianos se explora por qué en su país en 1978, el año en el que Aldo Moro fue asesinado y el estado de excepción se apoderó de unas calles arrasadas por la heroína mientras se sucedían tres papas en el Vaticano, se produjo lo que se conoció como la “Gran Oleada”. Los avistamientos ovnis invadieron las noticias y las conversaciones por todo el país.

En Ovni 78 se recuerda con personajes ficticios y reales aquel episodio, analizando cómo los platillos funcionaron como una proyección simbólica del miedo, un modo de dar forma externa a amenazas difusas.

Mientras autores como Dan Schreiber analizan ahora la denominada panspermia, la teoría de que el origen de la vida en la Tierra ya era extraterrestre, en ensayos como La teoría de todo lo demás (Capitan Swing), otros textos buscan resignificar el conspiracionismo que nos rodea.

“Las fábulas sobre alienígenas suelen tener que ver con la ansiedad que sentimos frente a los efectos imprevistos e indeseados del progreso tecnológico”, recuerda en un intercambio de correos el filósofo Pepe Tesoro, que publicó en 2024 el ensayo Los mismos malvados de siempre. Una teoría de las teorías de la conspiración, un texto que sacaba de la marginalidad al perfil del conspiranoico y en el que analiza las teorías conspirativas modernas como síntomas sociales cuando el presente nos hostiga.

“Aunque en los ochenta se popularizó una versión más benigna de los alienígenas respecto a los cincuenta, marcados por el terror a la aniquilación de la Guerra Fría, parece que hoy ha regresado esa relación conflictiva con el espacio exterior”, aclara.

Reha Seehorn en la serie "Pluribus".
Reha Seehorn en la serie "Pluribus".

Para Tesoro, los tiempos actuales han hecho regresar a las fábulas alienígenas, pero para simbolizar nuestro propio aislacionismo. “Es natural que regresen las fábulas de alienígenas, pero ya no se representa a la especie humana como un sujeto colectivo heroico, unificado y que merece la pena salvar. Ni siquiera se enfrenta al alien el investigador guapo y competente, como Fox Mulder en Archivos X.

Hoy el sujeto se representa directamente solo, desquiciado y abandonado”. De ahí, aclara, que sea en todas esas nuevas series y películas donde “el aislamiento, la confusión y la condición ansiosa del individuo es el punto de partida”. El encuentro, si se da, será porque el humano se siente más solo que nunca en el universo.

(Noelia Ramírez/El País de Madrid)

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