RESEÑA
Se estrena en salas uruguayas la película de Rémi Bezançon basada en la novela de David Foenkinos. En Francia fue un fenómeno visto por un millón de personas.
Películas como La biblioteca de los libros olvidados es la razón por la que cierto público sigue tan aferrado a su gusto por el cine francés.
No son las atrocidades de Titane (la ganadora de Cannes en 2021), ni las excentricidades de Annette, la primer película en inglés del enfant terrible Leos Carax, ni los enredos amorosos intelectuales de Olivier Assayas en Dobles vidas. Es una película sin muchas pretensiones, amable, simpática aunque algo simplona. Una buena excusa para volver a ver un cine francés entrañable.
Basado en un libro de David Foenkinos, es una combinación de comedia romántica, historia detectivesca y escenarios rodeados de libros. Con eso le bastó para convertirse en uno de los últimos estrenos supertaquilleros en Francia, donde se estrenó en febrero de 2019 y convocó a más de un millón de espectadores, un montón. En Uruguay se vio en el Monfic 19.
En un pequeño pueblo de la Bretaña, una joven editora parisina (Alicie Issaz) descubre en una biblioteca de libros rechazados por editores, una novela genial escrita por Henri Pick, un finado pizzero local. Parece el menos probable de los sucesores de Proust: su esposa nunca lo vio leyendo y menos escribiendo y la novela revela un conocimiento de Pushkin y los rusos que escaparían al horizonte cultural de monsieur Pick.
Las últimas horas, esa novela —y porque esas cosas pasan en el imaginario mundo literario de las películas— se convierte en un best seller inesperado y despierta las sospechas de un algo engreído crítico literario que interpreta Fabrice Luchini, quien junto con la hija (Camille Cottin) del pizzero intentan revelar el misterio. Entre ellos empieza a crecer una simpatía amorosa sagaz y algo pudorosa.
La dirige Rémi Bezançon, del que en Uruguay solo se estrenó Un suceso feliz, una comedia amable sobre la maternidad.
Amable es la mejor manera de definir La biblioteca de los libros olvidados, quien con una cita explícita a Los 39 escalones deja clara cuál es su ambición: un momento agradable, poco desafiante, muy prolijo y con un suspenso que en ningún momento atenta contra el tono de comedia. En algún sentido, entra en el mismo estante que La librería, aquella de Isabel Coixet con Emily Mortimer como una librera que llega a un pequeño pueblo y altera el ecosistema literario local.
“He leído muchas novelas de Agatha Christie cuando era más joven y me gustaba mucho, así que definitivamente es una influencia importante para esta película”, le dijo Bezançon a la revista Enfoco, refiriéndose a las influencias literarias de la película. “También leí mucho de Sherlock Holmes, son libros muy lúdicos. Lo que más me gusta (...) es que vas descubriendo las cosas junto con el detective, y siempre es interesante en un libro o en una película hacer este tipo de misterios, porque se vuelve algo interactivo. Es como jugar, y creo que divertirse también es una parte muy importante de la experiencia de ir al cine, o de leer un libro”.
Para eso funciona perfecto.
La biblioteca de los libros olvidados también habla sobre el papel del autor, la industria del libro y el acecho del marketing pero tiene claro lo que busca: dar un poco de cine francés y convocar así a un público que siempre espera por cosas como esta.