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"Argentina se me va de las manos"

El sábado que viene el actor argentino llega al Teatro El Galpón

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En una semana, el sábado próximo, se presentará en el Teatro El Galpón el legendario actor argentino Pepe Soriano, quien en un mano a mano con Leonardo Sbaraglia hará "Contrapunto". El espectáculo va el sábado 27 a las 21 horas y el domingo 28 a las 18 horas, con entradas a $ 850 y $ 600.

Sobre texto de Anthony Shaffer y con dirección de Agustín Alezzo, Contrapunto le ofrece a Soriano la oportunidad de interpretar a un escritor de novelas de suspenso, un apasionado por los juegos de enredo que transitará por una situación peligrosa. "La exigencia física de este personaje no es mucha, y además, es una obra explícita: creo que resulta bastante clara, ya que acá uno no tiene que rastrear lo que quiso decir el autor. La obra tiene una claridad que me hace acordar a cuando estaba en vigencia el sainete, antes de entrar Discépolo", comenta Soriano a El País.

El escritor de thrillers se enfrentará a Milo Tindle (Sbaraglia), con quien comparte nada menos que su mujer. Se planifica entonces una cruel venganza, que deriva en un imprevisible final. "El juego se torna peligroso, porque va con humillación, con violencia. En última instancia, la obra plantea que todos los seres humanos tenemos comportamientos que pueden ser muy educados, y de pronto, por alguna circunstancia particular, florecen cosas que uno tiene reprimidas por el hecho cultural. El hecho cultural entre otras cosas permite que uno no sea el ogro de la caverna. Y a veces surge eso, y el juego se torna peligroso: lo vemos comúnmente en las calles, por lo menos en Buenos Aires. A la gente le chocan el auto y se pone como loca".

Sleuth (La Huella) fue difundida en ci-ne, con Laurence Olivier y Michael Caine y dirigida por Joseph Mankiewics. En 2007 hubo una remake llamada Juego macabro, dirigida por Kenneth Branagh e interpretada por Michael Caine y Jude Law, película. Ahora se la podrá ver con el nombre Contrapunto, con vestuario de Marta Albertinazzi, luces de Chango Monti y la participación especial de Félix Volpini.

Carlos Reyes

-¿Cómo vivió toda esta conmoción que causó la muerte de Kirchner?

-Terriblemente dolorosa. Lo que vimos en la televisión, esta multitudinaria juventud, me conmovió profundamente. Hacía mucho que no veía a nuestros jóvenes así, llorando masivamente, y a la vez depositando una esperanza en el país. Esto es maravilloso: lamentablemente es consecuencia de la muerte de un líder, de un hombre joven, y que tiene una historia de amor con su mujer. Yo tuve la posibilidad de ver el entierro de Perón, la muerte de Eva, y era como que el cielo se desplomaba sin dejar ver luz. Y de repente, ahora, yo sentí que el cielo se venía abajo, pero que aparecía por lo menos la luz de la esperanza en esos millones de jóvenes. Fue totalmente distinto: yo lo vivi de otra manera. Para mí no se cerraba un proceso, sino que se abría.

-¿Cómo es su relación con Uruguay?

-Cuando hicimos Corazón de fuego, con Alterio y Luppi, lo pasamos de maravilla. Siempre he vivido días entrañables en ese país. En Buenos Aires, siento nostalgia de un país que se me va de las manos. Porque acá, la agresión, la velocidad, es todo una locura. Y eso lo tengo en Montevideo, donde cruzo una calle y el tránsito para. O me voy a La Pasiva a tomar un café. O este viejo privilegio de tomar un Medio y Medio en el puerto, y comer una carne. Son detalles de una ciudad que yo quiero.

-¿Usted hizo teatro de revista?

-Sí, yo era un joven de 21 años, y un día, Osvaldo Miranda, que era primer galán, me dijo, `acá no vas a ir rápido, esto es muy lento` y me mandó a la revista. Y trabajé allí un año: fue una alegría enorme, porque aprendí mucho. Estaban Marcos Caplán, Pedro Quartucci. Aprendí la rapidez del cambio, el primer trazo del buril del oficio, que después hay que lijarlo, perfeccionarlo, estilizarlo. Pero el trazo más grueso, el dibujo que uno quiere hacer del personaje, lo aprendí ahí.

-El ambiente sería muy divertido...

-Sí, muy popular, muy participativo, sobre todo por los elementos femeninos, Nélida Roca, imponente, maravillosa, y todas las demás vedettes. Lo que hoy le da la televisión, en ese momento lo daba la revista, aunque no era igual. Recuerdo que un día, Antonio Prat me comentó que en Brasil estaba triunfando un travesti, que se llama Ivana, y me dijo, `quiero que hagas eso acá`. Me dio un trabajo terrible buscar los elementos: la peluca, el vestido, los zapatos, para hacer una mujer. Y lo hice: me acuerdo que cantaba Yo busco un millonario. Según Pancho Guerrero, y esto corre por cuenta de él, el primer travesti en el escenario fui yo.

-También fue pionero de la televisión.

-Arranqué en el `53, había una televisión que si uno, con el riesgo de equivocarse, obra comparativamente, tenía una calidad que hoy la televisión argentina no tiene. En primer lugar, se trabajaba con tiempo, que es un aliado fenomenal para poder crear algo. En la televisión de hoy, un capítulo de una hora (que en realidad son 48 minutos), se tiene que realizar entre 10 y 12 horas. No tienen tiempo de elaborar.

-¿Ya tiene planes para el año que viene?

-Sí, voy a hacer El precio, de Arthur Miller, un título que significa mucho para mí. Porque esta obra la tuve entre mis manos en la fecha en que se estrenó en Argentina. Estábamos en el proyecto con Juan Carlos Gene, y un día, por diferencia de horas, Alejandro Romay adelantó el dinero de los derechos y la retuvo. Y a mí me quedó como atragantado aquello. Y ahora surgió la oportunidad, y la voy a hacer con Diego, el hijo de Alejandro. Espero en abril poder estarla estrenando en el Teatro Nacional.

Dos viejos recuerdos y un gran consejo

"La primera vez que vine a Montevideo fue como por 1952, para encontrarme con jóvenes actores uruguayos. Me acuerdo que cuando yo me volvía a Buenos Aires, con Walter Vidarte, me acuerdo que era de madrugada y los actores uruguayos me despidieron cantando Que te garúe finito", recuerda Soriano, quien una década más tarde llegaba a Uruguay para hacer Un domingo en Nueva York.

"Era una obra que la hacíamos con Duilio Marzio, y como yo tenía que volverme a Buenos Aires, hice la función de estreno y me fui. Y me reemplazó un joven actor, que entonces era un muchacho jovencito, muy elegante. Era Sancho Gracia, Sanchito, a quien luego encontré como primera figura en España, donde nos tratamos mucho y cultivamos una gran amistad".

Atahualpa Del Ciop-po, Guarnero, son algunos de los nombres que Soriano evoca en sus recuerdos, y dada tal re-lación, se permite dar un consejo a los acto-res de hoy: "traten de que allí no se compren enlatados hechos en Argentina".

Citas de una larga carrera

"Antes el teatro independiente estaba teñido por un ideal muy fuerte de cambiar el mundo. Pero hoy obedece a otra forma. Ya no hay un criterio político: actualmente perdió el misticismo. Hoy hay, por un lado, una necesidad expresiva. Y por otro, para mucha gente es un peldaño para acceder a la fama, que como dice el tango, es puro cuento".

"Me gusta mucho ser actor y creo que tengo pocas capacidades para otra cosa. Me hubiera gustado ser arquitecto, o psicoanalista. Son dos tareas que se cruzan con el mundo del actor. En un caso, para ajustar algunos tornillos en la cabeza, y en otro porque el espacio en que uno se mueve siempre es un espacio arquitectónico".

"La película `La Patagonia rebelde` fue una experiencia notable porque todos los actores que participamos volcamos toda la intención ideológica y política. Eran largas discusiones: no peleas. Discusiones sobre el país que queríamos".

"Fui un chico de barrio humilde, de Colegiales, donde todavía vivo. Vivo en la casa en que nací. El barrio me dio grandes amigos, y una infancia muy sana, donde ni por remota idea existía la droga, y sí el compañerismo y el deporte".

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