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Victoria Rodríguez: muestra de arte digital, las peleas en "Esta boca" y el estado de su corazón

La comunicadora expone una serie de obras en la sede UTU a lo largo de todo marzo. Responde sobre la "obediencia" de los panelistas del programa y sobre su situación sentimental.

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Victoria Rodríguez.

—“Intervenciones” plantea una serie de obras alteradas digitalmente, ¿qué te sedujo de ese camino?

—La posibilidad de una revancha artística ad infinitum. Considerar que una obra está terminada puede llevar más tiempo que su propia creación. ¿Cuándo es ese momento? Cuándo entendemos que es tiempo del punto final? “Soltarlas” es todo un tema. Podemos estar horas mirando el lienzo fijamente y sentir que falta algo. No identificar qué. Otras veces, el punto final sólo se siente. Y listo. Y con más o menos serenidad entendemos que es una obra terminada. Que en breve dejará de pertenecerte para que otras miradas se la apropien y la resignifiquen desde su propia sensibilidad. Hasta hace poco, ese parecía ser un camino sin retorno. Lo que me permite la digitalidad es justamente retomar el contacto con esa obra (registro fotográfico mediante, claro está) y transformarla una y mil veces. Deconstruirla, resignificarla, someterla a una metamorfosis creativa sin límites. La obra original es sólo un punto de partida. Lo que sí me propuse, en este primer paso, fue volver a intervenir manualmente (pintura, pincel y espátula) la obra digital una vez impresa. No tanto como parte del proceso creativo sino como un anclaje conceptual: más allá de cualquier herramienta digital, al principio y al final, siempre está el artista y sus manos creadoras. Humano domina pixel. Y además, esa intervención analógica final, le da el tratamiento de obra única e irrepetible.

—¿Cómo fue la selección de las obras a intervenir?

—Las obras originales que usé para esta muestra ya no están conmigo pero guardo registro fotográfico de todas, así que mi criterio de selección simplemente pasó por el apego emocional que pudiera tener con ellas primero, y por las posibilidades figurativas y estéticas que ofrecían para la intervención digital que tenía en mente. En todos los casos, siempre fui en búsqueda de jugar con la potencialidad expresiva de los rostros y las miradas. Mi arte puede ser un tanto provocativo a veces. Me seduce mucho más ese juego que lo decorativo. Al margen, en esta muestra, además de obras plásticas originales, también incluí un par de fotografías a mujeres reales (rostros muy potentes) y una niña como punto de partida.

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—No das la sensación de ser una artista con apego a la tecnología. ¿Cómo se dio este proceso en particular?

—Si no puedes con tu enemigo únete a él (risas). En realidad llegó un momento en que sentí que no podía seguir ajena a la revolución del momento. Estamos en plena era digital. ¿Acaso el arte no es testigo inexorable de los tiempos? No visualizo otra opción que abrazar mi tiempo. A mi ritmo, con mi sensibilidad. Atenta a toda la polémica que gira en torno a la creación digital y mucho más todavía, a la inteligencia artificial, pero con la mente abierta como para no quedar afuera de este movimiento de vanguardia. En el resto del mundo, el arte digital está instaladísimo. Acá, aún en pañales.

—Así que es un camino que seguirás explorando...

—Es un camino que recién empecé a explorar! Sin abandonar el pincel ni la pintura convencional, claro está.

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Algunas de las obras de la muestra Intervenciones, de Victoria Rodríguez.

—¿Qué te inspira a la hora de pintar?

—Todavía estoy atrapada en el mundo de las emociones humanas. Especialmente en el universo femenino. No se trata de arte feminista. Soy una mujer que pinta mujeres como una manera de exorcizar mi propio caos interior. Pinto lo que siento (por experiencia personal o como testigo de la experiencia de otras), lo que necesito expresar… ese abismo insondable que llevamos adentro… lo que nos une, lo que nos hace diferentes…únicos.

—¿Cuáles son tus hábitos de pintura?

—No puedo proponerme disciplinar los momentos de inspiración creativa. Es un lujo que no me puedo dar. Mucho menos acomodarlos exitosamente con la agenda de madre y de comunicadora. Así que le voy robando horas a la noche. Cuando todos duermen. Cuando podés apagar todos los ruidos externos y se empiezan a apaciguar los internos. Ahí, cuando quedás contigo misma, a menos que tenga una muestra en la mira. En esos casos, suelo convertirme en una especie de “presencia ausente” para el resto de la familia, pero me saben entender. Igual, como pinto en mi propia casa, entre pinceladas puedo cocinar, coser un dobladillo al pantalón de liceo de mi hijo, o pagar alguna cuenta online.

—¿Qué lugar ocupa la pintura en relación a tus otras facetas como artista y comunicadora?

—Entiendo que mirado de afuera puedan parecer actividades muy diferentes. Pero yo las siento completamente hermanadas. La sensibilidad artística y la expresión no tienen compartimentos estancos. De hecho todo lo contrario. Es la misma necesidad y capacidad de comunicar en lenguajes diferentes. Ante un micrófono, sobre un escenario o sobre un lienzo. Por eso no puedo definir qué lugar ocupa cada una. Las necesito a todas. Lo que no se traduce en palabras, lo logra la imagen.

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Fernando Marguery y Victoria Rodríguez.

Esta boca es mía va por su temporada 15, ¿dirías que está en el momento más polarizado?

—Diría que esto recién está por empezar y no sólo en el programa. La crispación política está generalizada (en la tv, en las redes, en los bares y en los asados con amigos). Tenemos que aprender a dirimir las diferencias con otra altura o nos vamos a parecer demasiado a quienes no queremos parecernos.

—¿En la vida te va bien también el rol de mediadora?

—Sí, bastante. Pero claro, mediadora en los asuntos de otros. Lo más difícil para mí es mediar entre mi ello, yo y mi superyó.

—¿Podrías ordenar en una lista a los panelistas “más obedientes” con los tiempos y pautas del programa?

—¿Obediencia?! No conocemos el concepto. En cualquier caso… en cuanto al acatamiento de los tiempos del programa, los alumnos se dividirían entre los “puede y debe rendir más” y los “peores de la clase” (risas). No sé si alguno pasa de año. ¿Hace falta realmente que se los diga yo?

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Victoria Rodríguez junto a su hija Delfina.

—¿La actualidad en que solés estar empapada te despierta inquietud como materia prima para el arte?

—Absolutamente. El ser humano es un animal político (en la concepción aristotélica más que maquiavélica). Y diariamente soy testigo del despliegue de esa condición humana y de todas las emociones posibles en el set del programa.

—Dentro del abanico de posibilidades amorosas, ¿en qué situación te encuentras en la actualidad?

—¿Dónde venden esos abanicos? Yo no conozco tantas posibilidades.

—Bueno, ¿sola o en pareja?

—Sola.

—¿Corazón contento o triste?

—Contento. Afortunada y agradecida siempre, de las tantas otras formas de amor que están en mi vida.

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Victoria Rodríguez.

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