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Tom Pain gana por goleada

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Tom Pain supuso el debut de Rogelio Gracia en el unipersonal

GIRA

Después de una gira de quince días por España, Tom Pain retorna a la cartelera montevideana en mayo con diez funciones en la Alianza americana. Rogelio Gracia habló sobre este proyecto que marcó su debut en el unipersonal y superó con creces sus expectativas. 

—Te mostraron una página traducida del texto de Tom Pain, (Will Eno) y diez años después decidiste a hacerla, ¿qué pasó para que sintieras que era el momento indicado?


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—Pasó algo triste. Me diagnosticaron un linfoma, tuve que hacer un tratamiento y eso me implicó un parate muy importante. Fue un punto de quiebre personal impactante. Dejé de hacer teatro por un año, y en ese lapso mi cabeza siempre inquieta buscaba con qué seguir. En ese cruce de ideas me acordé de aquella página que había leído hacía muchos años y me había inquietado. Además, me había comprado el libro para leer el texto original. Retirado del teatro era mejor que me generara un proyecto en vez de quedarme esperando porque pensaba que no me iban a llamar más, cosa que no pasó. La mandé traducir, Lucio Hernández la leyó, quedó enloquecido con el texto y quiso dirigirla.

—Fue tu primera vez en el unipersonal y también capitaneando una obra, ¿qué sensación te dejó?

—Fue un aprendizaje tremendo. Fue capitanearla arriba del escenario porque estoy solo y abajo también porque me ocupé de todo: tramité los derechos, me contacté con el autor, hice la comunicación, generé la pieza de radio y televisión, logré los derechos para Argentina y generé una producción allá. Siempre había amigos que daban una mano enorme pero todo dependía de mí y nunca había tenido esa sensación de decir, "si no dirijo esto una semana, se cae".

—Definiste Tom Pain como un viaje a la infancia, ¿cómo fue reencontrarte con esa época de tu vida en un momento tan crítico?

—Fue divino. Con Lucio (Hernández) nos contábamos historias de nuestras vidas para ejercitar la narración, que es algo que hace el personaje en esta obra. Eso me llevó a revisar aspectos de la infancia y vincularlos con la vida adulta. A los 45 años tengo una distancia lo suficientemente grande como para que no me duela repasar nada pero sí implicó enriquecerme mucho reflexionando y darme cuenta de que casi todas las respuestas están en la infancia: qué te dolió, qué te hizo feliz, cómo te trataron, qué sentías. Yo tuve suerte porque mi niñez estuvo bastante buena pero a todos nos marca algo.

—¿Qué te marcó a vos?

—En mi infancia no murieron familiares directos ni mascotas porque no tenía, que son los primeros duelos importantes que un niño asume. Pero mudarme de la casa en que nací y me crié, donde tenía a mis amigos, fue un hecho traumático.

—¿Por qué Lucio Hernández y vos practicaban boxeo dos horas antes de cada ensayo?

—Lucio me propuso hacer un entrenamiento para preparar el período de ensayos. Él seguro pensaba en algo que tuviera que ver con lo expresivo, pero yo vivo a la vuelta del Palermo Club y le dije, "¿querés hacer entrenamiento? Vamos lunes, miércoles y viernes de mañana a hacer boxeo y después ensayamos". Me la siguió y vivimos unos meses aprendiendo una técnica física que no conocíamos.

—¿Les sirvió en lo artístico?

—Cualquier cosa que mueva tu cuerpo es muy buena para un ensayo, aunque no sea expresivo. Además, todo lo que incorpore algo nuevo desestructura tu mente y te pone más activo. Era una buenísima la preparación. Nos potenció mucho. Hizo que los ensayos fueran mucho más activos y que pudiéramos salir del texto y vivirlo más desde lo físico. Nos ayudó a que pasara por el cuerpo.

—Llevaste Tom Pain a Buenos Aires, ganaste el Premio Mayor del Teatro del Mundo y luego surgió la propuesta de irte de gira por España dentro de la iniciativa Transatlántico, ¿fue un broche de oro?

—Llevarla a Buenos Aires a hacer una temporada de nueve semanas ya fue un premio porque era ir a una capital del teatro que es una bestialidad con una oferta y un nivel increíble. Primero nos nombraron como trabajo destacado del año en los premios Teatro del Mundo y para mí era haber ganado porque había nombres súper importantes. Cuando nos dieron el Premio Mayor me superó. Dije, "esto hay que festejarlo y agradecerlo muchísimo". Quedó como un recuerdo imborrable. Lo gira por España fue una derivación muy enriquecedora. Pero lo de Buenos Aires fue una temporada entera en el teatro El Extranjero jugando de visitante. Estrenamos como una obra más y la remamos desde cero: tuvimos que convocar a la gente, darnos a conocer y se llenaba.

—¿Qué te dijo Will Eno cuando le contaste de la gira?

—Me dijo que está orgulloso que Tom Pain esté en mis manos, que espera que la pueda seguir haciendo y se puso a las órdenes para lo que necesite. Es muy generoso.

—¿Qué significó para vos actuar en España, la tierra de tu padre, este febrero?

—Fue increíble. Mientras estuve en Valencia fueron a visitarme mi tía y mis primos hermanos que viven en Barcelona. Nos juntamos para almorzar y pasamos el día juntos. Si bien tuve la suerte de ir varias veces a verlos, tenerlos en el teatro fue precioso. Mirarlos a los ojos desde el escenario fue una emoción imborrable.

—La ruptura de la cuarta pared es clave en esta obra, ¿sentiste la diferencia al actuarla en otro país?

—No tanto. El gran cambio para mí fue hacer un trabajo rompiendo la cuarta pared. Esta es la primera vez que participo de una obra donde le hablo a la gente de principio a fin: es comunicarse, mirar a los ojos a los espectadores, interrogarlos, escuchar sus reacciones. Me gustó mucho eso.

—¿Tuviste la chance de hablar con los espectadores en España luego de las funciones?

—Sí, se hacía una instancia de brindis con vino y una picada para encontrarse con el público. Nunca había tenido tanta devolución como ahí. Me llevé comentarios increíbles y me di cuenta de que en esencia la obra se recibe de la misma manera, salvo alguna guiñada hacia al público que se captaba diferente: en España se reían en un par de cosas que en el Río de la Plata no, y viceversa.

—Debutaste en un monólogo, fuiste el capitán del proyecto, ganaste un premio importantísimo, estrenaste en Bs.As., te fuiste de gira, ¿la obra te dio más de lo que esperabas o imaginabas cuando empezaste a trabajar?

—Muchísimo más. Superó por goleada mis expectativas. Lo que pretendía de Tom Pain era vivir la experiencia debutar en un monólogo y sacarme las ganas de hacer ese texto que tanto me inquietaba. El plan inicial era hacer cinco funciones en el Teatro Solís y vamos por las cuarenta. Tenemos previstas diez más en la Alianza Americana en mayo. Y la idea es volver a Buenos Aires.

—¿Hay algo más que te gustaría lograr con Tom Pain?

—Seguir haciéndola. Me gustaría mucho tenerla siempre pronta, en las gateras, y poder hacerla en diferentes lados. Quiero llevarla a más festivales porque son encuentros divinos donde conocés un montón de gente y públicos diferentes. Me haría feliz seguir moviéndola y ver cómo continúa madurando en mí. Cuando te podés dar el lujo de hacer una obra durante un buen tiempo, dejarla descansar y retomarla, hay zonas donde resuena diferente. La repetición hace que la perfecciones. Las horas de vuelo suman muchísimo en la ejecución y te permiten llevarla a otros niveles de profundidad.

Actuar y enseñar por España

Tom Pain no ha parado de moverse desde su estreno en febrero de 2017. Y el plan de Rogelio Gracia, actor y capitán del proyecto, es continuar haciéndola. La obra se estrenó en Buenos Aires y quiere volver a llevarla. En febrero giraron dos semanas por España: hicieron dos funciones en Mallorca, una en Menorca y otra en Valencia, donde Gracia se dio el lujo de actuar frente a sus parientes españoles. Y además dio un taller para los alumnos de la Escuela de Arte Dramático de Menorca.

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