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Rosario Castillo: "Me robaron 17 veces, pero no es culpa de Bonomi"

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Rosario Castillo. Foto: Leo Mainé

NOTA DE TAPA

La comunicadora regresó a la TV después de siete años del final de su pasaje por Subrayado. Cuando creía que empezaba su tiempo de retiro, recibió la propuesta de sumarse al programa de entretenimientos de Teledoce Todos contra mí. “Estoy más positiva, divertida y agradecida que nunca”, asegura.

—Volvió a la televisión con Todos contra mí (Teledoce) y también un pasaje durante el verano por Desayunos informales. ¿Esperaba un retorno así?

-Para nada. Cuando me fui de Canal 10, en 2012, de algún modo empecé a procesar que la televisión era un capítulo cerrado para mí. Así que sin esperarlo en lo absoluto, un día estaba paseando por Montevideo cuando me llamó Alexandra Morgan (gerenta de producción de Teledoce) y me hizo la propuesta de Todos contra mí. Es una idea propia del canal muy bien diseñada. Me gustó mucho, me pareció un desafío y después hice una cantidad de emisiones de Desayunos informales al cubrir las licencias de todos durante el verano. Estoy feliz con este resurgir de mi carrera. 

"Creí que me iba a retirar. No sé en que estaba pensando. Siempre digo que la muerte me puede sorprender en cualquier momento, como a todos, pero ¿prepararme para morir? Jamás. Hay que prepararse para vivir".

—Se había ido a vivir a Punta Ballena, ¿por qué?

—Porque la sociedad te indica que a determinada edad comienza el retiro. Y yo ensayé ese retiro. Me hice una casita preciosa en Punta Ballena. Pero después de que pasó el primer año me dije: “¿Cómo? ¿Y ahora qué hacemos?” Es lindo para pasar unos días, algún invierno inclusive, pero sobre todo es linda para no ir. Hace tres meses que no voy y tengo unos amigos españoles viviendo ahí, mientras yo estoy acá, trabajando y siendo feliz. Pero la respuesta es esa: creí que me iba a retirar. No sé en qué estaba pensando. Siempre digo que la muerte me puede sorprender en cualquier momento, como a todos. Pero, ¿prepararme para morir? Jamás. Me parece una cosa lamentable, con lo maravillosa que es la vida. Hay que prepararse para vivir. ¿Quién iba a decir que con 60 y algunos más cumplidos podía yo recomenzar en la TV? Encima con un programa de preguntas y respuestas, donde estamos expuestos a que la gente diga: “¡Cómo que no sabés tal o cual cosa!”

—¿Ha pasado que le digan eso?

—Sí. El otro día la pregunta fue: ¿Dónde se saca el pasaporte? Yo me remití a mi experiencia y dije: “En el Ministerio de Relaciones Exteriores”. Porque el único pasaporte uruguayo que tuve lo saqué ahí. Como tengo ciudadanía española, no he tenido que tramitar más el pasaporte uruguayo. Estaba equivocada porque ahora se saca en el Ministerio del Interior. Los ocho que competimos con el participante en Todos contra mí tenemos actitudes diferentes frente a los retos del programa. Yo no paro de reírme y aprendo. No sufro cuando pierdo, entre otras cosas porque que yo pierda significa que el participante gana y sigue en carrera.  

—¿Tienen algún tipo de preparación antes de cada programa?

—No, nosotros no sabemos nada. A veces me preguntan: “¿Por qué no estudian los temas?”. ¿Qué vamos a estudiar si no tenemos ni idea de las preguntas o temáticas? Sabemos lo mismo que el participante. La producción nos mima mucho, nos queremos con todo el equipo. Somos amigos. Nos divertimos y la pasamos muy bien. Agradezco haber vuelto con tanto mimo.  

Rosario Castillo
Condujo Subrayado última hora hasta 2012. Allí creó la frase "A pesar de todo, no dejen de soñar". 

—Comenzó en los medios a los 14 años, junto a su padre Rubén Castillo, ¿cuánto ha cambiado el rol de la mujer en la TV desde entonces?

—Muchísimo. Como ha cambiado en la sociedad y para bien, por suerte. No me creo feminista. No participo de ningún movimiento diferencial. Entiendo que las mujeres y los hombres no somos iguales. Por lo que sí brego es porque tengamos los mismos derechos ante iguales circunstancias. Queremos ganar lo mismo, decir lo mismo, seducir de la misma manera... Hace 15 o 20 años, desde los andamios, me gritaban cosas horribles cuando caminaba por la calle. Eso ya no pasa más. A lo mejor nos estamos reubicando y celebro este mundo que es mucho más luminoso para las mujeres que en el pasado.

—¿Qué diferencias tiene la televisión actual con la que se formó?

—Muchas. Cuando yo era chica, el medio de comunicación era la radio. Las familias nos sentábamos frente a la radio. Luego la TV se cambiaba de canal manualmente. Esto no sucedió en el paleolítico. Estoy hablando de 40 años atrás. Ahora la vida se trata de ser o no ser digital, como dice Nicholas Negroponte. Me toca a mí estar en la tele cuando como nunca hay pelear por la preferencia del público en tiempos en que los jóvenes miran por dispositivos cuando y lo que quieren. Hasta la publicidad es distinta porque los jóvenes no consumen tanda.  

—¿Le ha tocado hacer publicidad no tradicional o chivos?

—No, no me tocó. Yo estaba horrorizada porque nunca hice un chivo en mi vida. Pero si me toca, lo haré. Tenemos que transitar por los tiempos de cambio. Uno se tiene que sentir privilegiado de ello. ¿Qué mejor regalo de la vida que ser parte de los cambios, de las revoluciones, ser observador y participante de los movimientos en el mundo? No hay que tener miedo.

—¿Tiene redes sociales?

—Sí, y soy muy activa, en especial en Instagram. No tengo Twitter porque discrepo con el clima agresivo de esa red. Pero las redes te permiten algo fascinante: ya no es solo el rating de los programas, sino que se puede medir el rating de las figuras en función de la cantidad de seguidores. Se puede hacer publicidad y vender tu propia tanda en las redes.  

—¿Ya tiene marcas?

—Estoy bregando por ellas (risas).

—¿Cuál es su situación sentimental?

—Divorciada. Me casé tres veces, así que he cumplido muy bien con la sociedad, pero nunca fui la mujer de nadie. Compartí la vida con personas divinas, pero por cuestiones de caminos distintos, nos separamos. No tuve hijos, así que eso queda para la otra vida. Tengo ocho ahijados y estoy muy presente en sus vidas.  

—¿No hay candidatos o no está abierta a una nueva relación?

—En este momento estoy positiva, divertida y agradecida como nunca. Como broche de oro a este presente, creo que tiene que aparecer el gran candidato de la vida. Va a suceder. No es fácil porque la gente tiene preconceptos sobre quienes trabajamos en la tele. Nos coloca en pedestales que ni ahí. Somos laburantes como todos, peleamos por nuestro puesto de trabajo, como cualquiera. Además, soy una mujer independiente, en especial de pensamiento. Mis amigos y amigas siempre han sido menores que yo porque me gustan las cabezas que vuelan, no aquellas que viven hablando del pasado.

—¿No es nostálgica?

—Para nada. Predico mucho sobre la memoria, pero la nostalgia la aborrezco. No todo pasado fue mejor. Estoy tan agradecida de estar viviendo este momento que no me detengo en una mirada melancólica. He tenido una vida intensa, me mudé 32 veces, dos de ellas de continente. Pero ni un minuto del pasado vale el presente.

—Vivió en Francia y en Inglaterra en los años ‘60 y ‘70. Estudió comunicación en España, ¿fue hippie?

—No. Pero puedo decir que me tocó vivir una época fantástica. Estuve en el mayo del 68 en París. Mi madre (Alba Medina) fue una periodista y fotógrafa visionaria que tuvo la iniciativa de llevarme a Europa siendo yo adolescente. En ese tiempo conocí el mundo de las adicciones. Una noche en Piccadilly Circus (Londres) vi que había unas ocho ambulancias que daban a los adictos la dosis de droga que cada uno necesitaba. De ese modo se tenía a la gente registrada y se evitaba el robo y la agresión. Aprendí eso con 15 años y tuve clarísimo el tema de las adicciones. Nunca nadie me tentó con nada tras el espanto que me causó aquella escena.

—¿Cómo definiría la relación con su padre?

—Muy buena. Cuando adolescente, tuve los episodios de enfrentamiento normales de esa edad. En los años ‘80, yo estaba viviendo en España, trabajaba como directora de cuentas para empresas multinacionales y decidí dejarlo todo para volver. Él no estaba bien de salud y decidí cerrar con llave mi vida en España para hacer algo que siempre me ha gustado: comenzar de cero. Lo mismo que estoy haciendo ahora.

Rosario y Ruben Castillo
Rosario y Ruben Castillo en 1992. 

—¿Es verdad que cuando sus padres se separaron fue a vivir con su abuela y tías paternas, quienes la aceptaron pero con la condición de que no viera nunca más a su madre?

—Es cierto. Era otro tiempo. Así estuve casi 12 años sin ver a mi madre. Hasta que yo tuve la edad suficiente para caminar hasta su casa, no nos vimos. Mi mamá era una muchachita con 19 años cuando me tuvo y quería aprender y ejercer periodismo, fotografía, cine... Y esa opción de libertad hizo que saliera de su vida por mucho tiempo. Pero después logramos tener una hermosa relación, gracias a que nunca tuve rencor hacia ella. Fue una mujer extraordinaria, de avanzada para su época.

—Ha comenzado un año electoral, ¿cómo imagina la campaña?

-He vivido muchos años como este y sé que es un hervidero. Pero esta vez se suman las redes sociales. Así que preparémonos para la guerra. Todo se ve y se sabe al segundo y se juzga también al segundo. Tenemos que saber de qué se habla e informarnos como nunca. A la gente que dice: “No puedo más con la inseguridad”, yo le preguntaría: ¿Pasaron alguna noche en Río de Janeiro? ¿En Caracas o en México? Y eso que yo soy una de las personas más temerosas al andar por Montevideo.  

—¿Fue víctima en algún momento?

—Sí, me robaron 17 veces. Ocho veces me robaron en el coche estando yo dentro y nueve veces entraron a mi casa. Afortunadamente, nunca me lastimaron. Eso se llama aceptar las nuevas normas de convivencia. Si no comprendemos como está la sociedad en el mundo, difícilmente comprenderemos lo que pasa en Uruguay. Los dos grandes negocios del planeta se tratan de la muerte: cárteles de droga y venta de armas. ¿Cuánto dinero mueven los cárteles como para que hoy una persona desempleada y sin cultura de trabajo acepte sin más abrir una boca de droga en un barrio de Montevideo? Los cárteles son más poderosos que el presidente de Estados Unidos, de Francia, Italia y ni qué hablar de Uruguay. Son mucho más poderosos que Bonomi.

—¿No es responsable el gobierno de la inseguridad?

—No. La cuestión de quien nos gobierna es momentánea. Este es un fenómeno que va más allá de izquierda o derecha o de ministros. Bonomi tiene una resistencia a la pedrada y al insulto como no he visto a nadie.

—¿Es verdad que está aplicando el método de Marie Kondo en su casa?

—Sí, el otro día estuve tirando papeles, cartas y fotos. Tiré también estudios ginecológicos de cuando tenía 20 años. ¿Qué importancia pueden tener en el presente? En su momento, hice un tratamiento extensísimo para quedar embarazada y me ha costado desprenderme de esa historia. Pero tiré todo. También me deshice de fotos. “¿Por qué conservo la foto de este individuo que no veo desde hace 40 años?”, me preguntaba. En este momento habrá gente preguntándose si tiré su foto. Y la respuesta es: “Sí, la tiré”. Tenemos que empezar a limpiar y hacer espacio para que nuevos artistas y nuevas escenografías se incorporen al escenario. Todavía tengo muchas ganas de vivir.

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