Durante su quinto invierno viviendo en Uruguay, a Patricio Giménez le llegó una invitación que le “agitó las energías”. Un amigo lo convocó para tocar en su boda en Múnich, y el músico aprovechó la oportunidad para organizar un extenso viaje por el viejo continente enfocado en lo espiritual. Notó así que la comodidad de su vida en Punta del Este venía postergando su deseo por explorar nuevos horizontes. “El viaje le dio dinamismo a mi espiritualidad”, define, y anticipa que tiene previsto buscar estos desafíos cada año y transformarlos en un programa de televisión. En diálogo con El País, el artista explica cómo Uruguay le permitió alejarse de adicciones como el tabaco y el alcohol, confiesa que no disfrutó estar en Cantando por un Sueño y sostiene que muchos le "exigen más" por ser el hermano de Susana Giménez.
-Recién llegás de un viaje espiritual por Europa, ¿cómo fue?
-Estaba hablando con un amigo que no veía hace 20 años y me invitó a cantar a su casamiento en Alemania. Fui y vencí un montón de miedos que venía acumulando. Me di cuenta de que me estaba quedando cómodo y aferrándome a lo conocido y lo estable. Entendí que empezaba aburrirme y necesitaba reencontrarme con el deseo. En ese sentido viajar fue un agite de energía maravilloso porque implicó tenerme que mover, cambiar de lugar, dejar de alquilar en Portezuelo. Además conecté con lo espiritual de viajar. Tengo una manera de recorrer que voy yendo por mis creencias y mi sentir. Fui a Marruecos, que me pareció una tierra encantada. A partir de ahora quiero hacer los inviernos en Europa y volver los veranos a Uruguay. Me liberé de las ataduras y quiero estar más nómade.
-¿Evaluaste la posibilidad de transformar estos viajes en algún tipo de contenido?
-Vi que había un interés muy grande de la gente por los videos que iba compartiendo en Instagram en donde mostraba mi forma de ver los lugares que visitaba. Eso me dio ganas de darle una continuidad a esos viajes pronto. Yo me imagino recorriendo frecuentemente estos sitios y haciendo un proceso con la gente. Me gustaría hacer un programa de televisión contando lo que se puede encontrar en cada lugar desde un costado espiritual.
-¿Cuánto extrañaste a Rumba?
-Lo controlé, la extrañé medidamente. Me mandaban fotos, pero no hice videollamada para que no me escuche la voz y no se pusiera triste. Se quedó con los primos así que sabía que estaba bien.
-¿De cuáles ataduras considerás que te pudiste liberar?
-Me liberé de ataduras mentales que tenemos en el sistema que vivimos. Muchas de ellas tienen que ver con lo material. Porque para moverse de verdad hay que estar liviano de equipaje. Así lo sentí, así lo soñé, lo medité y acto seguido comenzó a materializarse. Hay gente que piensa que la felicidad es ponerse metas como tener una casa y después una quinta, cuando la felicidad puede estar en otro lado como encontrarse consigo mismo. Cuando uno está en armonía, está feliz con un mate, un atardecer y su perro.
-¿Siempre entendiste la felicidad de esa forma o es producto de un proceso reciente?
-Siempre tuve una inquietud por lo espiritual, la filosofía, las creencias y por las religiones. Quería entender cómo había un Dios que era bueno si se había llevado a mi papá y mi mamá tenía cáncer. Yo tenía 22 años y escribí un libro que no publiqué porque era demasiado arriesgado. Me iba a ir a África para recorrer el mundo, pero una semana antes me llamó el productor de Julio Iglesias y ahí hice mi primera producción musical. Así empezó el camino del artista que se mezcla con las luces, el ego y un montón de cosas. Recién cuando me mudé a Uruguay pude reencontrarme con el que yo era a los 22. Fue un renacer de mi alma. Pude desarrollar una espiritualidad que a veces es muy difícil si estás con tu mujer, tu familia o tus hijos. Ese distractor hace que estés enfocado en otras personas. La soledad puede ser una gran compañera.
-¿Qué identificás que no te gustaba de la vida que llevabas en Argentina donde decís que la carrera se mezclaba con las luces y el ego?
-Estaban el tabaco y el alcohol, que eran conductas nocivas que me llevaban a comer mal, a la falta de deporte y a la falta de amor propio. Esas conductas hablaban de una necesidad de conectarme conmigo. Me castigaba con tabaco y alcohol para evadirme. Hoy brindo con agua que está llena de amor hacia mí.
-¿Qué era lo que hacía que termines recurriendo al tabaco y al alcohol?
-La vida en Buenos Aires tiene tanta violencia y desigualdad que me hacía daño. Es difícil ser Buda en Nueva York. La disonancia que hay en las capitales me desconecta de la paz. Yo quería rajarme de ahí. Viví en Tigre con mi exmujer y después me mudé a Uruguay en la pandemia. En ese momento encontré la armonía.
-¿Cómo le explicarías el proceso que hiciste para desprenderte de las adicciones a alguien que quiere seguir ese camino?
-Lo difícil es tomar una decisión de conducta. Cuando la tomás y ponés todos los cañones en eso, se logra. Yo nunca había dejado de fumar ni un día de mi vida, ni cuando me dolían los pulmones. Nunca pensé que podría dejarlo. Cuando quise dejar, tomé un remedio, fui a una médica, cambiaba mis conductas para no hacer lo mismo que hacía cuando fumaba, y no volví a fumar. El alcohol es más complejo porque está más metido en lo social, así que lo ataqué por todos lados. ¿Por qué voy a brindar con alcohol? Con el trago me hago daño y le hago daño al recorrido que hice.
-¿Cómo convive la importancia que le das a lo espiritual con tu faceta que responde con vehemencia a quienes te critican?
-Siempre fui reservado, respetuoso y educado, ajustado a los mandatos. La presencia de la muerte con el Covid funcionó como para pensar que uno se puede morir al otro día y ahí pierde sentido guardarse lo que uno quiere decir. Si algo me molesta lo digo, no tengo por qué soportar agresiones ni juzgamientos de nadie. Yo ya me juzgué y tomé cartas en el asunto para estar orgulloso de quién soy. Me parece ridículo que me venga a cuestionar un panelista de televisión.
-¿Te sigue pasando?
-No, o capaz que sí pero ya no miro programas estúpidos y decadentes. Pero eso pasa más en medios que están quedando obsoletos. En Argentina no hago notas más que algunas puntuales porque el periodismo es escandaloso, es para buscar la pelea.
-Pero estuviste en Cantando por un Sueño, ¿ahí la pasaste bien?
-No. Fue una experiencia positiva, pero era una gran presión y no me gustaba la previa. Yo nunca contesté pese a que ocurrieron problemas adentro. En un momento casi me fui, pero lo sobrellevé y gané. Me molestaba que me pidieran que pasara algo con Susana para la semifinal. Eso no dependía de mí y no me gusta cuando la gente mezcla las cosas. Me decían “¿vendrá Susana?”. Es una pregunta de la que me tengo que despegar siempre. Yo entiendo que ella es un ícono, pero eso me ha valido tener que reconfirmar quién soy permanentemente. Gané el Cantando y nada alcanzaba.
-¿Te exigen más por ser el hermano de Susana?
-No solo eso. Muchas veces cuando me preguntan qué hice en mi vida, yo me pregunto qué hizo el otro. Me exigen más, ¿pero qué hizo la persona que me está exigiendo? No es el jefe de la cátedra de Harvard. ¿En nombre de quién me vienen a cuestionar? Viví vos con tu frustración, tu fracaso y tu envidia.
-Criticás algunos aspectos de la sociedad de consumo que en cierto sentido tu hermana representa, ¿te tuviste que alejar de su entorno en algún momento?
-No, pero soy consciente de que en muchos aspectos somos muy distintos. Comparto el placer de las plantas, las caminatas, los perros. Me concentro en las cosas que nos unen. Yo la admiro mucho, pero mi mundo pasa por algo más intangible que es lo espiritual. Igual puedo juntarme a pasear los perros y cagarme de risa.
-¿Cómo estás viendo el gobierno de Milei, teniendo en cuenta que fuiste muy crítico del kirchnerismo?
-En el sistema político argentino si llegabas arriba del todo era porque estabas lleno de mierda. Era necesario que hubiera un outsider y fue Milei. Estoy orgulloso y sorprendido. Es mejor de lo que uno podría haber imaginado: hay una foto de Elon Musk, Donald Trump y él. Estoy contento porque Argentina demostró que puede ser grande. Ya se vio que lo anterior era un cuentito. Cuando Milei asumió le mandé un mensaje para decirle “iniciaste una cosa disruptiva que va a ser ejemplo en el mundo”. Tuvo el gesto de agradecer.
-En Uruguay cantaste para un evento del excandidato Andrés Ojeda, ¿cómo es tu vínculo con él?
-Lo vi muy pet friendly, así que le escribí por Instagram para hacerle llegar un proyecto. Charlamos y quedamos en vernos a la vuelta de mi viaje. Cuando llegué él estaba con las elecciones y me invitó para cantar en un evento. Me sentí muy halagado por la convocatoria y lo hice. Quiero plantearle la iniciativa del pasaporte de perros para el Mercosur. Cuando uno quiere llevar a su mascota, las vacunas duran un año pero el papel para poder viajar solo dura 60 días y lo firma un veterinario que ni siquiera ve al perro. Yo estaba con mi vieja enferma teniendo que viajar a Buenos Aires y en el medio se vencían los documentos. Es mucha burocracia de todos lados.
-Después de que ganó el Frente Amplio hubo varias personalidades vinculadas al kirchnerismo que se preguntaron si los que argentinos que se mudaron a Uruguay iban a volver, ¿qué te generan esos comentarios?
-No escucho a los que son kirchneristas, para mí quedan desestimados. En Uruguay la gente es más moderada y todos buscan lo mejor para el país y no tienen problema en intercambiar ideas. Son bases distintas a las que tiene el kirchnerismo.