Marcelo Polino: el insólito inicio de su amistad con Gasalla, sus grandes amigos y el show con Perciavalle

El argentino se presenta esta noche en Enjoy junto a Carlos Perciavalle para rendirle homenaje a Antonio Gasalla en "Gasalla por Perciavalle con Polino", y habla de la televisión, Milei y Tinelli.

Marcelo Polino
Marcelo Polino.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Es uno de los nombres más conocidos de la farándula argentina, y llega esta noche a Enjoy junto a Carlos Perciavalle para hacerle un homenaje a Antonio Gasalla. Marcelo Polino volvió a Uruguay y, como cada vez que cruza el Río de la Plata, su presencia no pasa inadvertida. Periodista, conductor y figura clave del espectáculo de la vecina orilla, ha sabido combinar la ironía con la mirada crítica para convertirse en un referente de la televisión. De regreso en Montevideo, habló con Sábado Show sobre su carrera, el show en Enjoy y sobre los famosos que conoce en sus tres décadas de carrera.

“Estoy muy contento, emocionado por venir a hacer este show con Carlos Perciavalle”, dice Marcelo Polino. “Con Carlitos nunca había trabajado y llego ahora, en el marco de un homenaje a Gasalla. Carlos fue su primer amigo y yo, como decimos siempre, fui el último. Entonces vamos a contar un montón de anécdotas muy divertidas”, agrega.

—¿Cómo fue sumarte a este espectáculo?
—Cuando me llamaron Carlos y Mariana Sagasti, que es la productora, pensé: “¿Cómo lo plantearía Antonio?, ¿qué diría?”. Y llegué a la conclusión de que él no querría nada lacrimógeno. Hubiera querido risa, recordar anécdotas graciosas que la gente no conoce de nuestra amistad, de lo íntimo, de lo que nos pasó en el teatro o en la tele. Por ahí va a ir el homenaje que vamos a hacer hoy en el Enjoy. También vamos a tener una pantalla interactiva, con material exclusivo que nos dio el hermano de Antonio. Hay back de algunos sketchs que nunca salieron. Además, el hermano va a estar presente en el show, lo que le da un valor emocional enorme. Y habrá un pequeño homenaje al Café Concert, porque tanto Carlos como Antonio fueron los inventores de lo que hoy son los standuperos. Hace 50 años ya vivían esa modernidad. Ellos empezaron parándose en un escenario, en una esquina o en cualquier lugar, para hacer reír a la gente. Lo mismo que se hace ahora, pero con otro nombre. Va a ser un show con momentos emotivos, de recuerdo, pero también de mucha risa. Queremos que la gente pase un rato lindo, que nos riamos juntos y que sea un sábado fenomenal.

—Gasalla tiene un papel muy importante en tu carrera.
—Muy importante. Él me dio la oportunidad de subir a un escenario. Vino a dirigirme al Maipo, me enseñó a escribir mis propios monólogos. Tengo horas y horas grabadas con él. Cuando empecé a preparar el show con Carlos me puse a escuchar ese material y me di cuenta de que era tan gracioso como siempre. Lo que tiene Gasalla es que es atemporal. Vos ves los sketchs de El Palacio de la risa de hace 35 años y te reís como si fueran de la semana pasada. Fue un genio en todo lo que hizo, un gran actor, y yo estoy súper agradecido porque de ahí pasé a trabajar con Nacha Guevara, con Enrique Pinti… y me faltaba Carlos Perciavalle para completar ese cuarteto maravilloso de genios.

—Me llamó la atención que te referiste a Gasalla como si todavía estuviera presente.
—Y para mí siempre va a estar presente, a diario. Yo veo la tele y pienso: “¿Qué diría Antonio de esto?”. Vivíamos a una esquina de diferencia. Cada uno en su casa, mirábamos tele y nos reíamos de la gente. Él me decía: “Polino, tenemos que grabar”. Y yo le contestaba: “No, porque vamos presos, Antonio”. Fue muy reciente su partida, en marzo. Estuvimos 18 años hablando todos los días, trabajando juntos en tele y teatro, siendo vecinos. Imaginate lo pegados que estábamos.

Marcelo Polino
Marcelo Polino. Foto: Leonardo Mainé.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

—Vos fuiste quien lo acercó a Ideas del Sur.
—Sí. En realidad, él se fue del programa de Susana. Marcelo Tinelli siempre lo quiso y ya lo habían convocado varias veces, pero mientras estaba con Susana no podía. Cuando se fue de ahí, me dijo que le interesaba, y yo le contesté: “¡Ya!”. Me acuerdo que estábamos haciendo Soñando por cantar, en las provincias, con el Chato Prada y Fede Hoppe. Les dije: “Hablé con Antonio, estaría para venir al programa”. Y me respondieron: “Llamalo ya”. Lo llamaron y vino a ser jurado. Fue mágico.

—Era un gran artista.
—Sí, tenía un gran poder de observación. Veía a una moza servir la mesa, cómo agarraba el mantelito, y lo transformaba en un personaje. Sus creaciones eran arquetípicas: ¿quién no fue a una oficina pública y conoció a una empleada así?, ¿quién no tuvo una abuela que se olvidaba de lo que estaba diciendo?, ¿o una madre castradora, una madre Yolanda? ¿O una amiga triste, como Soledad? Todos personajes del Río de la Plata.

—Es rarísimo que nunca hayas trabajado con Carlos Perciavalle.
—Nunca. Y un día me enteré de que vivía en mi edificio. Cuando estaba en Buenos Aires, Carlos vivía en el mismo lugar que yo. ¡Con los millones de habitantes que hay! Un día abro el ascensor y me lo encuentro: “¿Qué hacés, Carlos?”. Y me dice: “Vivo acá”. Antonio en la otra esquina… cosas de la vida. Siempre estuvimos en comunicación. Cuando Antonio se enfermó hice todo lo posible para que lo viera. Y sí, también me tocó ayudar a limar asperezas entre ellos.

—Se dijo que habían estado peleados.
—Nunca. Ellos se conocieron a los 17 años, vivieron más de 80, imaginate todo lo que atravesaron. Como en toda amistad, hubo idas y vueltas, pero yo nunca vi una pelea ni supe de un distanciamiento real. Siempre se quisieron mucho.

—¿Cómo era Gasalla y cómo lo conociste?
—Muy ácido, con un carácter fuerte. Yo, de hecho, arranqué mal con él. Empecé peleando, porque en ese momento yo era como una especie de manager de la Pradón, que trabajaba con Antonio. Un día ella le dijo que quería hacer un cambio, lo llamé, y él me reputeó y me cortó: “No me llames nunca más”. Así comenzó nuestra relación. Pero después nos reencontramos, me invitó a su casa a cenar, y cuando llegué me dijo: “No voy a salir porque fui al dentista, pero quedate y charlemos”. Me quedé hasta las cuatro de la mañana hablando. Desde ese día nunca dejamos de vernos. Fue mágico. Antes de conocerlo, Moria me decía: “Vos sos gasallita”, porque decía que tenía un humor parecido al de él cuando era joven. Cuando lo conocí, efectivamente, nos reíamos de lo mismo. Había una conexión natural.

—¿En esa época ya trabajabas en medios?
—Sí, empecé en Zap y después vino el teatro. Hice Zap en 2002. Parece ayer, pero pasaron más de veinte años. Una vida.

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Marcelo Polino. Foto: Leonardo Mainé.
Foto: Leonardo Mainé.

—Ahora estás en Los 8 escalones.
—Sí, sigo siendo jurado. Guido Kaczka siempre fue muy amoroso conmigo, y con Pampita ya llevamos como 10 o 12 años trabajando juntos. Además, aunque hace tiempo estoy en el rol de jurado, nunca dejé la parte de analista de medios. En Argentina me llaman hasta para opinar de la sensación térmica. Como todos mis amigos son muy famosos -Moria, Luciana Salazar, Flavio Mendoza, Fátima Flores-, siempre hay algo para comentar. Mantengo mi programa de radio desde hace 27 años, que es un montón. Allí hago entrevistas y ejerzo la parte periodística. Y aunque siempre me ofrecen hacer programas de chimentos, siento que esa etapa ya está cerrada para mí.

—¿Entonces no pensás volver al género?
—No. Prefiero ser jurado, opinar, divertirme con eso. Ya llevo 20 años en esa profesión impensada, y me llaman de muchos países de Latinoamérica. Estuve en Chile, en Paraguay, me convocaron de Ecuador. Me gusta, lo disfruto y parece que rindo. En Los 8 escalones además es más intelectual, porque son preguntas de cultura general.

—¿Entonces guardás secretos de famosos que nunca vas a contar?
—¡Muchísimos! Imaginate: llevo 30 años en la tele, vi pasar generaciones enteras. Gente que estuvo arriba y desapareció, gente que nadie conocía y hoy es figura. Compartí escenarios y camarines con todos.

—¿Y quién te sorprendió que se haya convertido en figura?
—No me gusta subestimar. Yo valoro al que trabaja. A Flavio Mendoza lo conozco desde chico, cuando era amigo de su hermana. Venía del circo, de pueblo en pueblo, y construyó un imperio con su show. Hoy incluso trabaja en China, montando espectáculos. Eso es impensado para un argentino. También Carmen Barbieri, a quien adoro. Con ella trabajamos mucho y me divierte.

—La última vez que viniste a Uruguay fue con Fátima Flores.
—Sí. Para mí Fátima es la gran referente de la comicidad en la Argentina. No creo que en el mundo haya una mujer que haga cien personajes. En nuestro show hace treinta. Yo estuve de jurado en un reality en Chile, donde había imitadores excelentes, pero todos hacían solo un personaje. Fátima es distinta: pasa de Mirtha Legrand a Shakira en segundos. Es única. Ahora estamos preparando la nueva temporada de verano en Mar del Plata, la tercera juntos, y me entusiasma mucho.

—¿Y qué pensás de fenómenos como Wanda Nara o las Xipolitakis, que se hicieron famosas casi de un día para otro?
—Wanda es increíble. Hace 20 años que no vive en Argentina y, sin embargo, siempre se habla de ella. Sabemos todo: qué cartera compró, cuándo se peleó, cuándo volvió. Ella es hábil para manejar eso. A veces es complicado porque hay niños de por medio. Yo conozco a las hijas porque una va al colegio con mi ahijada, Matilda, la hija de Luli Salazar. Son amorosas. Pero Wanda no puede dejar de estar en los medios. Jorge Rial inventó una palabra buenísima: “exitoína”, la adicción al éxito. Creo que eso les pasa: están enamorados de sí mismos y no pueden correrse del centro.

—Y si no, ellas mismas generan el tema.
—Exacto. Publican algo en redes y todos especulan: “¿Qué significa esa cartera en el piso?”. Lo mismo pasó con aquel lío de la colcha manchada de Milei y Fátima: fueron los gatos que tiraron un té, pero hablaron días de eso.

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Marcelo Polino. Foto: Leonardo Mainé.
Foto: Leonardo Mainé.

—¿Y cómo es tu relación con Milei?
—Yo soy amigo de Fátima y la acompaño en lo que la haga feliz. Con Javier tuve trato en eventos sociales y es muy simpático. Es eufórico, explosivo. Lo conocí en Mar del Plata cuando fue a vernos, fue una revolución. Después volvió para el cumpleaños de Fátima y hasta me levantó en brazos. En los shows siempre lo menciono, porque la gente quiere saber, y eso genera risas.

—¿Con Perciavalle también vas a hacer de las tuyas en el show?
—Sí, le dije: “Mirá que el sábado te voy a hacer un reportaje a vos”. Porque alrededor suyo hay muchos mitos: si está bien, si tiene plata, qué pasa con su casa, si está acompañado. Él me dio carta blanca y la voy a usar, siempre desde el humor. Queremos que la gente se ría.

—¿Y qué te pregunta la gente a vos cuando te ve?
—Siempre lo mismo: “Qué joven que estás” y “Cómo hacés para estar tan flaco”. Les cuento que hago medicina ortomolecular hace 15 años, como Moria, que me cuido con la comida, hago un poco de ejercicio. Pero también influye la genética y, sobre todo, trabajar. Mantenerse ocupado hace bien. Y rodearse de buena gente, elegir trabajos que te hagan feliz. Antes hacía todo lo que aparecía porque no tenía opción. Hoy puedo elegir. Trabajo en radio, con Pampita, con Fátima, con Carlos. Eso se refleja: la gente me ve contento.

—Hace poco ibas a estar en el Bailando que al final no se hizo.
—Sí, este año se cumplían 20 años del Bailando, pero no se hizo por una cuestión de presupuesto. Marcelo quiere hacer el año que viene una edición especial, como cierre de ciclo. Ya me había convocado para este año, así que seguramente esté en el próximo. Imaginate: 19 años de trabajo y fui el único que estuve en todos los formatos, en el Bailando, Cantando, Patinando. Pasé por todos los “-ando” de Tinelli, y estoy recontra agradecido por todo lo que viví.

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