El director Nicolás Gil Lavedra dirige Como el mar, un drama sobre Azul, una adolescente que descubre algunos secretos acerca de su madre, y su identidad. Eso llevará a estos personajes a viajar hasta Cabo Polonio en busca de respuestas. Gil Lavedra habla de trabajar con Carmen Maura, Sofía Gala y Zoe Hochbaum, filmar por primera vez en Uruguay y sus próximos proyectos.

—¿Cuándo te sumas a esta película?
—Conocía a Zoe (Hochbaum, actriz y coescritora de la película) y ella estaba empezando a hacer Como el mar, como obra de teatro. En 2019 la convoqué para una obra, un unipersonal de Ana Frank, y después que terminamos la obra ella me dice que tiene algunas dudas, se plantea la opción, en su cabeza, de convertirla en película y me sugiere para la dirección. Yo le dije que sí pero que primero tenía que trabajar el guion con Gustavo Gersberg, el co-guionista. En el verano de 2022 me acercan el guión y cuando lo leí, automáticamente dije que sí. Me interesaba cómo se acercaba esta historia y contaba este mundo tan femenino de estas mujeres y de lo que hablaba la película, me parecía apasionante.

—Es una exploración de la naturaleza humana, algo que abordás desde tus cortometrajes y hasta tu anterior película, Las grietas de Jara.
—Sí, habla de la identidad y de los vínculos. Y sí, hay algo en toda mi filmografía que tiene que ver con esta búsqueda de la identidad, o la búsqueda de quién es uno, pero lo hago sin juzgar a los personajes. Tanto en Las grietas de Jara, donde los personajes eran un poco más oscuros, como en esta, la idea es acompañar su camino en la estructura que la peli lo pide. En este caso, una road movie con toda esa reconstrucción del vínculo que ellas van haciendo. Yo intento mostrarlo desde un lugar muy humano y lo mejor como para ellas, para, de alguna manera, ser funcional a las actrices y al vínculo que ellas están transitando.

—Ahora que hablas de actrices, están Carmen Maura y Sofía Gala.
—Sí, siempre tuve mucha suerte con los actores que me tocó trabajar, los conocidos y los no conocidos. Acá tenemos tremendas actrices. Ya había trabajado con Zoe, y a esta altura ya con la mirada nos entendemos; Sofía tiene una profundidad enorme, y Carmen, de alguna manera también amalgamaba muy bien lo que ellas estaban viviendo. Las unía para lo que sería el siguiente paso del viaje; y cuando me cuentan que estaba interesada y quería sumarse, fue increíble. Ya trabajar con ellas durante los ensayos y ver cómo, entre las tres, también generaban determinados códigos, estuvo buenísimo.

—Imagino que daban ganas de quedarse todo el día viéndolas.
—Sí, por eso lo más difícil es la edición. Cuando se tiene que cortar, porque te lo pide la película y las escenas. En esos momentos uno está ahí, porque no las quiere dejar.

—Filmaron en Cabo Polonio y Montevideo. ¿Cómo fue trabajar acá?
—Para mí era todo nuevo, nunca había trabajado en Uruguay. No soy como muchos otros directores argentinos que habían hecho publicidad allá. Y la verdad que me encontré con un enorme equipo técnico, artístico, cabezas que hoy ya son amigos, gente súper talentosa y una industria que está creciendo. Fue hermoso poder recorrer de alguna manera Uruguay, y por ahí un Uruguay no tan comercial, o no tan visto con la cámara.

—Y al ser una road movie, el equipo se vuelve una familia.
—Sí, éramos como una familia en el viaje, porque así como en la película uno viaja, también viajaba el equipo y todos nosotros. Hay un equipo técnico hermoso y gente muy talentosa en Uruguay. Cuando buscábamos locaciones, intentaba que mostremos estos lugares increíbles que tienen, desde Montevideo y todo el viaje hasta Cabo Polonio.

—¿Qué peso tienen las locaciones con respecto a los personajes? Porque parece haber una connotación entre lo que se ve y lo que sucede internamente a los personajes.
—Hay una connotación desde la manera en que lo mostramos, que tiene que ver siempre con el vínculo entre ellas. En un principio la película es mucho más apretada y como con otra textura y color. Y a medida que ellas se van liberando, y aceptando como son, la película y la cámara se abren también. Y Uruguay, de alguna manera, es otro personaje en la película. Entonces, poder mostrar todo eso estaba buenísimo, me daba más riqueza a la hora de pensar los planos. Y cuando salen de Montevideo, todo se les empieza a salir un poco mejor, pero porque el vínculo de ellas se va empezando a ubicar en otro lugar. Y la película lo que hace es eso, hablar de la aceptación. Entonces, a medida que viajan y se aceptan como son, y se la juegan, también lo hace la cámara. Para ese momento la cámara tiene otro movimiento, otros colores y otras búsquedas.

—La película se va a estrenar en el streaming Star+.
—Sí, ya fue adquirida por una plataforma y no sé cuándo se estrena. Primero están las proyecciones en Uruguay, y esperemos que le queda algún festival más. Después sí va a la plataforma Star+.

—¿Te molesta la poca ventana de proyección en cine y lo rápido que llega al streaming?
—A mí no me molesta. No es una película concebida de sus inicios para estar en una plataforma. Es una película para ver en cine, disfrutar en el cine, pero que la adquiere una plataforma y después la estrenan ahí. Está buenísimo, porque logra mayor masividad para una película, y cuantas más pantallas uno vaya teniendo es mejor.

—¿Tenés algún proyecto en desarrollo?
—Estoy terminando un documental que filmé el año pasado sobre los vuelos de la muerte, lo que sucedió en la Argentina en la dictadura militar. Lo que en esa época se llamaban traslados, espero terminarla en estas semanas.

—La búsqueda de la identidad, la verdad, son temas que te interesan y atraviesan toda tu filmografía.
—Cuando uno se involucra en un proyecto y más allá que es un trabajo, si no te conmueve sería muy difícil hacerlo. Son muchos años, es mucho tiempo de tu vida, y si no te conmueve lo que se está contando, si no te pasa algo… Yo siempre intento pensar cuál sería mi aporte o desde mi mirada, ¿por qué yo, no? Y desde ahí voy construyendo y va apareciendo un poco esa marca que decís. Si uno ve las películas en conjunto, lo puede percibir más allá de los géneros diversos que hice, y más allá que el documental me parece súper importante, a mí la memoria me parece algo que tiene que ser preservado y cuidado. Desde la memoria del archivo hasta la memoria de la cultura, el pueblo argentino y la dictadura militar, son temas de los que no hay que dejar de hablar, para que no vuelva a pasar. Entonces, si uno puede encontrar la manera de contar eso a través del arte, podemos sostener un poco la memoria.