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La actriz nata

| Natalia Oreiro en una nueva etapa. Será mamá de un varón. en enero. "Quiero disfrutar de este momento único".

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Por: Miguel Bardesio

Natalia Oreiro iba a los castings. Estudiaba en el liceo 26 e iba a los castings. Vivía en Brazo Oriental. Y se presentaba en los castings. Hasta que en uno quedó. A los 12 años hizo aquel comercial de tampones O.B. y le siguieron 30 publicidades más en Uruguay. A los 16 viajó sola a Buenos Aires, alquilaba un cuarto en una casa de familia. E iba a los castings. Más comerciales, pero en Argentina. Llegó la televisión, las telenovelas, un protagónico, otro... participó hasta ahora en 17 ficciones de TV y en 12 películas. Ya no es necesario ir los a castings: ahora el desafío de Natalia es elegir bien qué ofertas acepta.

En enero será madre por primera vez de un hijo varón. "Tengo ahora algunos compromisos en Argentina y otros en Uruguay. Después, a descansar y disfrutar del embarazo y del nacimiento... ver cómo es esto de ser mamá".

En la era de los castings, en cambio, cuando tenía 16 años recién cumplidos, Oreiro fue tapa de Sábado Show por primera vez. Había ganado el concurso de Súper Paquita, de Xuxa, algo que hoy rememora como lo "más emocionante de su carrera". Recuerda la nota, la ropa que eligió para las fotos: jeans, camisa, saco y corbata roja (ver páginas 14-15).

A 18 años de aquella publicación, Oreiro recibió a Sábado Show para un repaso de su carrera, las alegrías y de las otras. Y el desafío más grande que se le acerca: ser mamá.

-¿Cómo llegaste a ese comercial de O.B.?

-Me acuerdo claramente. No estaba nerviosa, a mí me encantaba hacer castings para publicidad. Yo fui con una vincha y me contó luego la productora que terminé llamando la atención por eso. Y de hecho, en el comercial tenía una vincha. Del rodaje, me acuerdo que fue un domingo, me llevó mi papá y comimos milanesas. Todavía no era vegetariana. También me acuerdo que enfrente a la productora había una Embajada y le pregunté a mi papá ¿qué era ser embajadora? Me explicó y le dije, cuando sea grande quiero ser embajadora. Y no seré una embajadora diplomática, pero de alguna manera terminé siéndolo. Pero lo que más me quedó es que yo tenía 12 años y la parte no tan grata del comercial es que yo no sabía que me enfocaban la cola. Entonces cuando lo vi al aire, me dio una vergüenza volver al liceo 26. Lo vi y dije: "¡Nooo!, todos me van a tomar el pelo!

-¿Y así fue?

-Sí, claro. Pero lo superé rápido digamos. Después seguí: filmé como 30 publicidades.

-¿Para ti era un hobbie, un trabajo?

-Yo quería ser actriz. De hecho, mi maestro de sexto en la escuela México, Julio, fue con quien empecé a estudiar. Él me dio las primeras armas. Después me anoté en la biblioteca Horacio Quiroga, en un curso de teatro para niños y adolescentes. Y la primera obra de teatro que hice fue en sexto, con el maestro Julio. Fue La Sirenita. En cada acto escolar yo hacía uno o dos personajes y me acuerdo en uno, que era la Luna de Jacinto Vera. Porque Jacinto Vera estaba al lado de Brazo Oriental, el barrio donde vivía yo.

-La vocación la tenías desde muy chica...

-Sí, desde muy chiquita. Y en Uruguay lo más cercano a la actuación en aquel momento era hacer publicidades. Yo me acuerdo que me tomaba el ómnibus y me iba sola a hacer los castings. Muchas veces las productoras me decían que no fuera, porque tenía dos avisos en el aire en ese momento. Pero yo iba con mi madre a la peluquería y le pedía que me cortara el pelo o me hiciera una permanente o algo distinto para que no me reconocieran y a veces pasaba. Había una publicidad de "Sanidor", un desodorante. Yo no tenía más de 14 años y me tiraron en una cama, con una camisa toda sexy y provocativa. ¡Yo era una nena! Haciéndome la mujer.

-Eras una adolescente con un nivel de trabajo y de exposición inusual para la edad, ¿hacías igual cosas de adolescentes?

-Sí, ¡claro! Mis padres no me dejaban salir a bailar. Entonces, yo me quedaba a dormir en la casa de mi mejor amiga, Rosa, que sigue siéndolo hasta ahora. Y nos escapábamos a bailar a Ton Ton, a La Locomotive, al Urreta... y mis padres pensaban que estaba durmiendo en lo de Rosa. Lo que hacía, por si llamaban, era desconectar el cable del teléfono. Pero desde el techo lo desconectaba. Y nos íbamos siempre al tablado, de campamento, íbamos a la rambla en bicicleta. Y algo que volvimos a hacer el año pasado, que la pasé a buscar y la llevé, fue ir a las canteras a hacer culipatín. La pasé a buscar por la casa, fuimos y encontramos dos cartones sucios y nos tiramos.... Era más peligroso de lo que recordaba.

-En el `93 ganaste el concurso de Paquita, ¿qué recuerdas de eso?

-Tenía 15 años. Fui a acompañar a Rosa; ella se enteró, me avisó, fuimos juntas a hacer la prueba y bueno, gané yo. Gané primero en Uruguay, que lo hacía Canal 12 y al año siguiente en Buenos Aires. Tuve que mentir allá porque era hasta 15 años. Y yo ya había cumplido 16, así que cuando me preguntaron, me saqué un año. Ese creo que fue el momento más emocionante de mi vida. Si bien he tenido lindos logros en mi vida y me he emocionado por muchas cosas, ese momento yo no me lo esperaba. Cuando gané y me puse el sombrero de Paquita, no lo podía creer y veía a mi hermana que no paraba de llorar. Fue un momento súper especial. Tuve muchos momentos emocionantes, pero es que yo era tan chica y no me lo esperaba. Y en la vida, cuando uno va creciendo le va poniendo más expectativas a las cosas, entonces espera más. Pero yo ahí yo no esperaba nada. Además, me gané un auto, un Fiat 147 color azul bolita, ¡horrible!

-¿Desde siempre pensaste que ibas a dedicarte a la actuación ?

-Siempre. Yo gané el concurso de Xuxa, pero nunca llegué a trabajar con ella, porque se enfermó de hernia de disco. Entonces, vendí el auto y con el dinero me costeaba los pasajes a Buenos Aires para ir a hacer los castings y el alquiler de una habitación en la casa de una señora en Palermo. Hice castings hasta que quedé en ara una novela que se llamó "Inconquistable corazón", en la que hacía una estudiante que ni hablaba. Me acuerdo que algunas me decían "¿para qué te maquillás si total no salís?". Y yo decía "no importa, alguien me va a ver". Entonces, cuando yo veía que la cámara se acercaba o que estaban los protagonistas cerca, yo hacía que hablaba y actuaba. Y alguien me vio. Romay me vio y me hizo un contrato, de hecho, y a las que hablaban las echaron (risas). O a muchas de ellas. De aquel bolo pasé a actuar en Inconquistable corazón, luego vino Dulce Ana, 90-60-90 y Ricos y Famosos. Eso fue lo último que hice en Canal 9 y me fui a Telefé. Después hice Un argentino en Nueva York, mi primera película y luego vino Muñeca Brava.... y así.

-¿Qué crees que ha sido clave en tu personalidad para generar esa carrera?

-Supongo que la convicción de que lo que estaba haciendo era parte de mi personalidad. Y la valentía también. En este momento que me estoy acordando, capaz que lo pienso y digo "¡Qué loca!". Venirme sola a Buenos Aires cuando tenía 16, 17 años. Además, extrañaba mucho a mis padres, a mis amigos y tenía un novio en ese momento, que obviamente no funcionó, porque me engañó con una muchacha... No importa, yo enseguida me puse de novia con uno acá mucho más lindo. (NDR. Se refiere a Pablo Echarri) No me duró mucho la tristeza (risas) Pero en aquel momento, aunque yo acá extrañaba, para mi era una aventura lo que estaba haciendo. También era muy responsable. Por un lado, para no defraudar a mis padres, que confiaron en mí para que me viniera sola acá. Y además, porque yo sabía que si era consecuente, en algún momento se iba a dar. Lo sabía.

-Ahora mirando en perspectiva, cuál fue el momento en que te has sentido más satisfecha?

-He disfrutado muchos momentos. Hubo cosas preciosas. Por ejemplo, ir al Kremlin a cantar y que cuando yo paraba de cantar la gente coreaba en español "soy del Río de la Plata, corazón latino...". No podías creer, todos estos rusos cantando que son del Río de la Plata. ¡Ni saben donde queda! También recuerdo con mucho cariño cuando me nombraron madrina de la selección y canté en el estadio. Que lo invité a Jaime Roos, que lo admiro mucho. Y después de eso él produjo mi tercer disco.

-Últimamente has cantado poco...

-Sí, lo último tuvo que ver con Miss Tacuarembó. Pero sí, me dediqué mucho más a la actuación, que es mucho más lo que soy, una actriz que canta. En un momento a la canción, pero me di cuenta de que no estaba siendo fiel a lo que sentía. No me arrepiento. Durante cuatro años me dediqué mucho a cantar, conocí miles de países que, de otra forma no lo hubiera hecho. Hice conciertos en la Polinesia, en Rusia, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Turquía, República Checa, en Filipinas, Estados unidos, España, en casi todos los países de Latinoamérica. Y como actriz, claro, sería imposible conocer todos esos lugares. Incluso grabé un video clip en el castillo del Conde Drácula, en Transilvania.

-¿Y cuál fue el momento que definirías como más duro?

-Cuando era más chica, yo no sabía separar mi vida privada de mi trabajo. Quizás tenía algún novio y veía que decían cosas que no eran ciertas, que me invadían. Después me di cuenta de que eso es parte de esto. Y uno con los años va aprendiendo un poco más a separar, a cuánto exponerse y cuánto no. Además, yo siempre intenté y por suerte siempre pude, dar notas cuando tengo algo que presentar a nivel laboral. Siempre trato de hacer notas cuando estoy promocionando algo. Y cuando me preguntan algo trato de contestar alguna cosa, dejarlos contentos, pero sin contar de más. Porque la gente siempre quiere saber qué es lo que a uno le pasa, pero no abrir la puerta de mi casa. Cuando era más chica eso me generaba angustia, porque no lo sabía manejar, pero con los años lo aprendí.

-¿Esa fue la principal lección de estos años?

-Sí, eso y el apoyo a causas por las que siento mucha afinidad. Los derechos humanos, la ecología, los derechos de la mujer. Lo que tiene que ver con Unicef, con la Peluffo Giggens. También el tema de la megaminería, que acá en Argentina se está haciendo y que ahora en Uruguay también lo quieren hacer y que para mi sería desastroso a nivel ecosistema. Entonces, puedo utilizar mi reconocimiento profesional, por decirlo de alguna manera, para comunicar a la gente no solo el estreno de una película. Creo que eso le da sentido a eso que se llama popularidad, porque si no sería solo para beneficio propio. Y el fin mío es entretener o emocionar, pero si además puedo concientizar sobre distintas cosas, uno no tiene que ser egoísta.

-¿Tenés momentos de nostalgia? ¿De extrañar tu vida en Uruguay?

-Sí, mucho. Sobre todo de grande, antes no me pasaba. Nunca había pensando en volver a vivir en Uruguay. Pero ahora, de hecho, vivo mucho de mi tiempo en Carmelo, es como mi lugar en el mundo. Cuando no estoy trabajando estoy allá. Y si no tengo tiempo me lo hago. Hay algo de la tranquilidad que siento cuando llego a Uruguay, que me cambia todo. Uno se pone nostálgico y necesita un lugar de pertenencia. Montevideo me encanta y voy mucho, porque está mi familia, pero Carmelo es mi lugar en el mundo, donde me gusta estar, plantar árboles, descansar en el campo. Es donde puedo ser yo, sin la mirada del otro.

-¿Cuál es tu próximo desafío?

-Ahora, ser mamá. Eso es lo más importante. Muchas veces preguntaban para cuándo y yo decía "qué presión, cuando tengas ganas". Y por suerte ahora tuve muchas ganas y se dio. Ahora tengo el estreno de Mi primera boda y un par de compromisos que tengo en Argentina y alguno en Uruguay y después descansar y disfrutar del embarazo, del nacimiento y ver cómo es esto de ser mamá.

-¿Te tiene nerviosa eso?

-No, súper relajada. Además, todos me dicen cosas distintas sobre la maternidad y supongo que la mía va a ser muy particular.

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