Julián Serrano y Joaco Ojeda: la química como DJs, los recuerdos en Uruguay y el parecido al asesino de una serie

Los DJs de techengue animaron al público de Jackson Bar y de la fiesta Oversize en el Antel Arena. “Siempre me gustó entretener y ser creativo”, resume Serrano.

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Joaquin Ojeda y Julian Serrano
Joaquín Ojeda y Julián Serrano en la rambla de Montevideo.
Estefania Leal/Archivo El Pais

El celular se apoya sobre la mesa y empieza a grabar la entrevista. Del otro lado, Julián Serrano se distrae con su teléfono, se excusa y explica que “el 90% del trabajo es eso”. El influencer, actor y ahora Dj de 31 años está pendiente de su dispositivo desde antes que existiera Instagram o Tik Tok. Es que alcanzó la popularidad en internet cuando era apenas un adolescente que tuvo la idea de mostrar su vida cotidiana en la ciudad de Paraná a través de You Tube. Aquel fue el puntapié de una carrera que reconvirtió una decena de veces y que hoy lo encuentra como Dj conformando una dupla junto al músico Joaco Ojeda. Este último, de 23 años, hizo sus primeras armas en el medio dentro de la cumbia cheta y hoy está consolidado como un Dj de techengue, el género de moda.

Ambos llegaron hace un día a un gélido Montevideo. Hicieron su primera presentación en Uruguay como DJs en Jackson Bar y todavía los espera el cierre de la fiesta Oversize en el inmenso Antel Arena. Su primer show superó las expectativas. “Pensamos que iba a haber poca gente por el frío que hacía, así que estábamos poco motivados”, confiesa Serrano. Sin embargo, “la onda del lugar y la gente” enseguida los entusiasmó. Ojeda cuenta que llegaron al lugar un rato antes del horario previsto para el show con el objetivo de hacer un “análisis del público”, y una vez que terminaron de tocar se quedaron para brindar y disfrutar del boliche. “Nos gustó cómo estaba ambientado”, destaca.

Al día siguiente tocarán en la fiesta Oversize en el Antel Arena. Allí la cabina se ubica en el medio de la cancha y el estadio se condiciona especialmente para recibir a 15 mil personas en una experiencia visual y de sonido única. Ojeda explica que en los eventos masivos "la energía de la gente es distinta": "E más eufórica, canta y baila más. Mientras más grande es la fiesta, más show tenés que hacer y más arriba tenés que estar. Las canciones suelen ser más comerciales. En un bar podés hacer canciones más largas".

Al buscar el origen de la dupla, podría decirse que el primer intento fue fallido. En 2018, Julián Serrano estaba detrás de un productor para una incipiente carrera musical y Ojeda le mandó un mensaje para presentarse, pero no tuvo éxito. No fue recién hasta 2023 cuando un amigo en común los reunió y Julián le mostró varios estribillos y versos que tenía preparados. Se había comprado un equipo durante la cuarentena con el que había empezado a producir de forma amateur y compartió este material con Ojeda, quien al tiempo le confesó que ya había intentado contactarlo tiempo atrás.

Joaquin Ojeda y Julian Serrano
Joaquin Ojeda y Julian Serrano en Montevideo.
Estefania Leal/Archivo El Pais

En un proceso de cuatro meses fueron incorporando el género de house y finalmente se decidieron a volcarse de lleno a la electrónica: “Hubo bastante trabajo de prueba y error. En un verso pusimos una parte de house y nos gustó tanto que seguimos haciendo música de ese estilo. Y nos dimos cuenta de que para hacer eso nos teníamos que presentar como Djs”, narra Serrano.

Ambos coinciden en que se “complementan muy bien” y que en el mismo momento de show determinan qué es lo que puede preferir el público. “Tenemos gustos musicales parecidos. Al comienzo tocamos en ambientes más de la movida electrónica y el público era más exigente. Después nos empezaron a llamar de más lugares”, recuerda Ojeda, que junto a Serrano ya viajaron a gran parte del interior argentino y recientemente sumaron Ecuador, además de Uruguay.

Hoy ya los identifican como una dupla de DJs y así los reconocen en redes y en los sitios que van a tocar. A Serrano además lo recuerdan por su trayectoria mediática, y a Ojeda aquel que no lo conoce igualmente lo observa por su particular parecido físico al asesino protagonista de la serie Dahmer. “Desde que me cambié los lentes me lo dicen seguido, al principio me molestaba”, ríe Ojeda, y Serrano lo alienta: “¡tiene levante! Está buena la serie”.

Mediático.

Corrían los primeros años de la década del 2010. En el Río de la Plata, Ricardo Fort estaba en el auge de su popularidad, los Teen Angels llenaban estadios, las revistas del corazón seguían el romance de Zaira Nara con Diego Forlán (por entonces el mejor jugador del mundo) y los jóvenes se dejaban mensajes en sus respectivos “muros de Facebook”. Apenas surgía el concepto de "redes sociales" y en ese incipiente universo digital, inconscientemente aparecían quienes elegían compartir su vida con una masa anónima que los observaba del otro lado. Julián Serrano es hijo de ese tiempo.

Todavía menor de edad, Serrano bailaba frente a la cámara los temas de moda y le mostraba a sus seguidores de You Tube la vida con sus amigos y su familia en la ciudad argentina de Paraná. Ganó miles de seguidores, por lo que lo empezaron a llamar de boliches y así empezó una carrera que incluyó protagonizar una ficción de Pol-ka, otra de Cris Morena y ganar un Bailando por un Sueño. Fue el primer "influencer" del Río de la Plata, mucho antes de que existiera ese término.

-¿Sentís que fuiste el primero que vio lo que se venía en términos de redes?

-Tuve que bancar un año y medio mientras la gente decía “qué hace este”. Yo no sabía si la estaba viendo o estaba flasheando. Yo estaba seguro de que iba a pasar algo, pero no sabía qué. Fue un acierto. La gente todavía se acuerda de mis amigos y mi familia.

-¿Hoy dirías que tenés vocación de DJ o es la forma que encontraste de conectar con tu audiencia?

-Siempre me gustó entretener y ser creativo. En su momento hacía más humor. La idea es contar lo que me pasa o lo que siento, sea a través del humor, de la actuación o la música, que es de lo que más me gusta.

-Años atrás venías seguido a Uruguay a hacer presencia en boliches, ¿qué recordás de aquella época?, ¿salías a bailar aparte por tu cuenta?

-Vine a hacer un montón de presencias a Uruguay cuando era chico y siempre me recibieron de diez. Salir a bailar lo hacía más en Punta del Este. Me acuerdo que estaba lleno de rugbiers que nos querían cagar a piñas. El desafío era salir sin que nos maten. Nos teníamos que ir antes.

-¿Te querían pegar por ser Julián Serrano?

-Sí, yo era como su enemigo natural en Uruguay y Argentina. Nunca me agarraron, excepto en Santa Fe. Ahí me agarró un equipo de waterpolo, que son como los rugbiers acuáticos.

-¿Cómo evoluciona tu audiencia en cuanto a la franja etaria?, ¿te siguen las adolescentes que crecieron con vos o hubo un recambio generacional en tu público?

-Me sigue sorprendiendo eso. El público de este verano en Pinamar era de entre 15 y 18 años. Me paraban un montón en la calle para pedirme fotos. Me hace ruido, ¿de dónde me conoce alguien de 14 años? Entiendo que es por las propias redes. Cuando llego a ser tendencia, entran a ver quién soy, me buscan en You Tube o miran alguna serie que grabé. También tengo gente más grande por los realities en los que estuve.

-¿Dirías que disfrutaste 100% estar en el Bailando?

-No, disfruté un 60%. Me terminé estresando mucho porque estaba demasiado tiempo adentro del programa. Eran 16 horas ahí. Por eso ganamos. Me sirvió mucho, pero nunca me había sacrificado tanto. Aprendí a bailar ocho coreografías en una sola semana. No me creía capaz de hacer eso.

-En aquel entonces la gente había comprado mucho tu dupla con Sofi Morandi, ¿la exposición y los rumores en torno a ustedes afectaron la amistad?

-Es que lo que más vende es eso. Yo nunca me la agarré con los medios porque entiendo que es lo que vende. Con Sofi seguimos teniendo buena onda y hablamos cada tanto. Yo después de la cuarentena me puse de novio y entré en otro momento de mi vida. Pero en aquel momento nos cagábamos de la risa.

-El año pasado se hizo el Cris Morena day, ¿te invitaron teniendo en cuenta de que vos formaste parte de Aliados, una de sus últimas ficciones?

-No me invitaron. No sé ni qué era, pero hubiera estado divertido ir a hacer las canciones. Yo en aquel momento la pasé increíble. Grabamos un año y al siguiente hicimos teatro. Me puse de novio y se armó un grupo re lindo. Me sigo hablando con los chicos y tengo buena onda con todos.

-¿Llegaste a tener alguna fan muy obsesiva al punto de asustarte en aquellos momentos de tanta exposición?

-Cuando vivía en Paraná se filtró dónde vivía y me esperaban 20 personas afuera de mi casa todos los días. Dormía la siesta y me tocaban timbre. Venía mi mamá para decirme que había una chica en la puerta que quería una foto. En un momento era insostenible porque estaba tres o cuatro horas hablando con la gente en la puerta de mi casa. Después me mudé a Buenos Aires. Me pasaba en el hotel y en Telefé. Durante dos meses hubo chicas que se quedaron a vivir en la puerta del hotel. No entendíamos dónde dormían o iban al baño. Les decíamos que se fueran a su casa, pero se quedaban ahí. En invierno nos preocupamos y pedimos en el hotel si las dejaban dormir en el lobby pero nos decían que no. Encima era al lado de las vías del tren. Era peligroso.

-¿Y cómo te impacta cuando el nivel de exposición baja y el fervor de las fans no es el mismo?

-La carrera del actor es así y es de las peores cosas del oficio. Yo venía de otro rubro y tenía mis cosas en internet. Sabía que eran unos meses y volvía a lo otro.

-En todos estos años en los que te reinventaste tantas veces, ¿no hubo ocasiones en las que no supieras hacia dónde direccionar tu carrera?

-Un millón de veces, pero es parte de emprender. Hay que solucionarlo sobre la marcha. Es parte de la vida que elegí. Podría elegir laburar para alguien y no me pasaría eso. No es fácil, por eso muchos colegas están diagnosticados para la ansiedad y tienen ataques de pánico. No salen sanos mentalmente de la popularidad. Yo lo manejo bastante bien, voy tranquilo. Tampoco nunca me afectó mucho lo que opinen de mí las personas que no conozco. Es importante hacer terapia y tener familia y amigos para apoyarse.

-Vos además de fans empezaste a recibir mensajes de odio siendo muy chico, en un momento en el que todavía no era común.

-Cuando empecé a subir videos a los 16 años me acuerdo que 18 de 20 comentarios eran malos. Era puro odio. Entendí que eso era parte del camino que quería emprender. Lo procesé desde chico. En aquel momento me ponía medio en pedo los fines de semana y los mandaba a todos a la concha de su madre. Después lo asumí y me calmé. Me daba bronca, pero nunca me dio tristeza. Hoy veo que nadie se salva de eso.

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