Redacción El País
A los 15 años, su madre la anotó en un concurso de belleza sin decirle nada. Ese fue el puntapié para una carrera versátil que llevó a Patricia Wolf de promotora a modelo, de figura televisiva a DJ con presencia en las principales fiestas. También es maquilladora y rematadora, como su padre.

Su primer paso en televisión fue en Estilo (Canal 10) pero la exposición real llegó con Mundo Cruel (Canal 10), donde su papel de villana le trajo más de un dolor de cabeza, incluyendo enfrentamientos con Eunice Castro y Claudia Fernández, con quienes se reconcilió años más tarde, tras mucho aprendizaje.

Luego vinieron Malas Compañías (Canal 10), Algo Contigo (Canal 4), Verano Perfecto y ¿Quién es la máscara?, ambos en Teledoce. También hizo teatro, participó en numerosas publicidades y protagonizó el recordado videoclip de “Flaca”, de Andrés Calamaro, por el que nunca le pagaron.

Dueña de un estilo filoso y sin medias tintas, se anima a hablar sin filtro sobre su sexualidad. Sorprendió al hacer pública su relación con Agustina Zuasnabar, con quien se casó, y más tarde declaró mantener una pareja abierta con su actual novio, Nacho Conti.

Este miércoles cumple 51 años, y en esta nota repasamos cinco momentos y aspectos de su vida que quizás no conocías.

En su adolescencia, lejos de sentirse la más linda de su grupo, vivió una real “crisis de belleza”. Mientras sus amigas tenían curvas, ella se describía como “una tabla, con granitos y aparatos”. Y hablamos de una época sin Photoshop. Recién cerca de los 18 años, cuando se liberó del acné y dejó atrás los brackets, empezó a amigarse con su imagen: “La gente cree que porque salís bien en las fotos siempre estás linda. Pero uno también tiene días en los que se ve horrible”, contó.

Años más tarde, en Buen Día Uruguay, confesó que el paso a los 30 no fue fácil: “Tuve esa vocecita que te estresa, esa incertidumbre”. Reveló que en Chile incluso le sugirieron no decir su edad para no ser mirada diferente. “No me interesa competir con chicas jóvenes ni hacerme la nena”, dijo a los 40.

Una década después, aseguró que aceptaba el paso del tiempo, aunque con sus altibajos: “Me miro al espejo y hay días en que no me gusto. A veces soy más crítica, otras más benevolente”, dijo quien se cuida y hace deporte.

Foto: Archivo El País.

Reconoce que su mayor error en los medios lo cometió en Mundo Cruel, programa de Canal 10 conducido por Orlando Petinatti, donde era panelista junto a Rufo Martínez y Diego González.

Al ser la única mujer del panel, y con una imagen asociada al modelaje, sintió la presión de no quedar como “la tonta”. Para evitarlo, eligió construir un personaje de villana, y ese rol la llevó a herir a otros sin querer.

“En esa época la tele era megamachista. Se me ocurrió ser la mala para defenderme”, admitió. El tiempo le enseñó a pedir perdón y así logró entablar amistad con Eunice Castro, a quien había criticado públicamente. Esa imagen suya pegó tanto que hasta hoy algunos se sorprenden cuando la conocen en persona.

Con Claudia Fernández también hubo una reconciliación, nacida a partir de un elogio inesperado a su faceta de DJ luego de una fiesta. “Acepté esa buena onda con los brazos abiertos”, contó. Hoy son íntimas y hasta comparten salidas de a cuatro ya que sus parejas también son amigos.

Cruzó el charco en 1996 decidida a probar suerte, y logró abrirse camino. Participó del último Jugate Conmigo y compartió ensayos con Tomás Yankelevich y Juan Ponce de León. Aunque el piloto nunca salió al aire, disfrutó mucho la experiencia: “Teníamos clases de canto, actuación y baile. Fue recompleto”, contó en una nota.

En esa época también apareció en el videoclip de “Flaca”, de Andrés Calamaro. “No sabía que era ese tema hasta llegar. No cobré, pero lo volvería a hacer”, admitió. Más tarde, Cris Morena le ofreció un papel en Verano del 98, pero estaba embarazada de Dani y debió rechazarlo. Desde que fue madre, a los 24 años, su carrera se concentró en Uruguay, ya que priorizó a su hijo.

Representó a Uruguay en certámenes internacionales de belleza, pero lejos de sentirse una reina, la pasó mal. Su única motivación era viajar. En El Salvador vivió la peor experiencia: trabajaban todo el día y apenas comían. “Soy terrible revolucionaria cuando se trata de comida”, advirtió en Malos Pensamientos.

Contó que cuando vio al organizador cenando a escondidas con Miss El Salvador, lo enfrentó: “Fui y le dije: ‘de acá al final del concurso, room service para mí y para todas o se pudre todo’”. No ganó, pero sus compañeras la eligieron Miss Simpatía. Anduvo por Bolivia, Puerto Rico y Grecia, sin ganar dinero ni trofeos, pero le sobraron anécdotas. “Estaba todo digitado”, dijo alguna vez.

Intentó ingresar a la Escuela Nacional de Danza, pero luego de tres meses de recibir siempre la misma calificación (“regular”) abandonó. “Me estresé y no volví nunca más”, admitió a El País. Se definió como una “bailarina frustrada”, aunque encontró otra forma de canalizar su pasión por la música.

Se convirtió en DJ y asegura que lo suyo va más allá de pasar temas: le gusta ver la pista moverse. “Amo bailar, y si hay baile, me entusiasmo el doble”, dijo. Si bien se crió en una casa rodeada de vinilos, su conexión con la música creció durante su relación con Danilo Astori Sueiro. “El mundo DJ me recibió con los brazos abiertos”, dijo agradecida.