NOTA DE TAPA
El periodista toma las riendas de Televisión Nacional y las radios públicas. "Nadie va a dejar de estar en el canal porque haya trascendido lo que votó", asegura.
El flamante director del Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional asegura que Canal 5 y las cinco radios públicas deben devolver contenidos de calidad y equilibrados a cambio del dinero que destina la sociedad en ellos. Unos 400 funcionarios y 500 millones de pesos de presupuesto anuales son los grandes números de los medios estatales.
Luego de la polémica desatada por su nota a los coordinadores de informativos, Gerardo Sotelo anuncia que creará un documento con normas de estilo y una declaración de principios para asegurar el equilibro y profesionalismo de los contenidos.
Concede que la “mayoría” de la ciudadanía considera a Canal 5 (“con razón”) como el medio del gobierno de turno y tiene el objetivo de terminar con esa asociación. Instrumentará un mecanismo para que cualquiera pueda reclamar si cree que un medio público trató de forma parcial un tema. “Esta administración no va a aceptar que haya programas o comunicadores con un sesgo político”, asegura, aunque aclara que no hará revisionismo de lo sucedido en el pasado.
—Lleva unos días en la dirección del Secan, ¿cuáles son las principales medidas que va a tomar?
—Lo que me preocupa mucho en el manejo de la cosa pública es el cumplimiento de la ley. Algo tan obvio y sencillo como eso me parece que es lo esencial. En este caso, debemos cumplir con desarrollar una programación y una oferta audiovisual que resalte los valores de nuestra sociedad, tanto los valores artísticos o culturales, como los democráticos. Y propender a que haya una ciudadanía más enterada para que pueda tomar decisiones más libremente. Esos aspectos son los cruciales. Para ello, pondremos en claro criterios, condiciones o prácticas profesionales que garanticen a la comunidad que va a recibir, a cambio del dinero y del espacio que destina a los medios públicos, productos de calidad, donde todos los ciudadanos encuentren que su voz, su sensibilidad o su perspectiva de la vida está reflejada en las propuestas que se hacen a nivel informativo, periodístico, de documentales o incluso de ficción.
—¿Cuál es su análisis de la situación actual del Canal 5 y de las radios del Sodre?
—Tenemos unos 400 funcionarios y por suerte se cuenta con excelentes profesionales en todas las áreas, pero a veces están enfrentadas a una dinámica o una estructura de funcionamiento que no favorece el mejor desarrollo. A nivel general, formamos parte del mayor multimedio del país. Tenemos 5 radios y hay frecuencias repetidoras en toda la república. El canal está en todos los cables y tiene alcance a nivel nacional. No hay ningún grupo de medios, público o privado, con tanto alcance. Esto nos da un potencial enorme si podemos articularlo en vez de duplicar gastos o compitiendo entre nosotros.
—¿Los resultados cómo los va a medir?
—Lo que importa no es competir con los canales privados, pero sí que el mensaje llegue a la mayor cantidad de personas posibles. No pienso estar pendiente del rating, pero sí tenemos que tener el horizonte de llegar a la mayor cantidad de público posible. Y el rating es uno de los indicadores de ello. No tiene sentido que la sociedad invierta en algo que no consume. Es cierto que hay programas en el canal que tienen su público, al igual que en las radios, pero veo que la potencialidad es aún mayor.
—¿Cuál es el diferencial que deben tener los medios públicos?
—El diferencial es que vos tenés responsabilidades que los canales privados no tienen. Yo trabajé en medios privados toda la vida. Algunos hicieron fortunas y otros perdieron mucho también. Y entiendo que ellos tienen que salir a pelear el rating para convencer a los anunciantes para que inviertan ahí. Nosotros, en principio, tenemos financiado el trabajo. Y esa ventaja hay que convertirla en mejores productos. Porque al final, lo que importa es que hagamos productos audiovisuales de calidad. Ese es el objetivo, No quiero decir que no se hagan hoy. Pero creo que hay un enorme potencial, que con mayor coordinación y una puesta en común de los criterios de rigor profesional, e independencia, se puede arribar a mejores resultados en corto plazo.
—¿Cuál es el presupuesto de los medios públicos?
—Unos 500 millones de pesos anuales. Es un presupuesto importante que tenemos que devolver a la sociedad, que es, en definitiva, la dueña del negocio.
—Los productos periodísticos de Canal 5 han estado casi siempre bajo la sospecha de ser oficialistas, ¿con o sin razón?
—Yo creo que siempre con razón. Transformar esa concepción es de nuestros objetivos prioritarios. Llevo meses trabajando en un documento que replica los valores de los medios públicos más importantes del mundo y que son referencia global. Además, estaré asignando una comisión asesora y de seguimiento para aplicar esa guía de principios, prácticas y estándares de calidad de los medios públicos. Eso será una garantía para todas las partes. Para empezar, es una garantía para la sociedad de que los contenidos se comunican con un criterio de balance, de respeto, profesionalismo e independencia. También será garantía para los periodistas de que trabajan con un respaldo en un documento compartido. Porque ese documento también le genera limitaciones al presidente del Secan y a los jerarcas. Es la primera vez en la historia de los medios públicos que las autoridades deciden limitar su poder, que es muy grande, en función de un beneficio común.
—¿Quiere decir que usted mismo va a recortarse la posibilidad de influir sobre el contenido?
—Sí. En Uruguay, los jerarcas de gobierno tienen un poder casi que absoluto sobre los medios públicos, cosa que no ocurre en ninguna de las otras áreas del Estado. Por ejemplo, el presidente de ASSE o del Codicen, tienen su poder limitado por la ley y a riesgo de delito, no pueden usar la salud o la educación en beneficio propio o de su colectividad política. Esa limitación no existe en los medios públicos. Los directores, coordinadores, productores pueden hacer y deshacer lo que quieran en el canal y en las radios porque no hay un marco. Llegó el momento de darnos garantías para todos.
—Sería como una especie de manual de estilo para los contenidos y una comisión para evaluar su aplicación.
—Sí. Una mezcla de manual de estilo con una declaración de principios y mecanismos de auditoría y de reclamo, también. Cualquier persona puede decir: “Creo que manejaron mal tal tema y lo hicieron mal con arreglo a las normas de ecuanimidad que están plasmadas en este documento que ustedes mismo emitieron”. Es decir que si alguien entiende que su punto de vista partidario, religioso, de género o de lo que sea no se vio reflejado en un programa o un segmento de un programa, va a existir el mecanismo para reclamar una corrección. Y no va a ser el director, que fue elegido por el gobierno en definitiva, quien evalúe, sino esa comisión independiente. Se analizarán los casos y, eventualmente, sugerirá el cambio de una práctica o que el programa se disculpe o no. El objetivo es que la gente diga: “Me gusta más este informativo o aquel”, pero no que Canal 5 o las radios públicas son los medios de comunicación del gobierno, como ha pasado mucho tiempo.
—En los años de gobierno de izquierda esto se ha dicho con más énfasis, ¿coincide?
—Se ha dicho todo el tiempo con todos los gobiernos. Es probable que en los últimos años haya crecido el problema. Pero no puede seguir pasando. No puede haber programas ni profesionales que sistemáticamente estén reflejando al aire únicamente la mirada de su propia ideología o de su partido. En un medio público eso es inaceptable. En un medio privado, cada uno resuelve con sus espacios. Pero en los medios públicos hay que hablar de lo político, de lo social, lo cultural, lo religioso o de lo que sea desde una perspectiva de servicio a una comunidad que tiene sobre estos temas miradas diferentes. Y todas son respetables.
—Tras las elecciones y en el marco de la famosa “grieta” se ha reportado cierto nerviosismo en los comunicadores, en cuanto a si la nueva administración hará algún tipo de revisionismo sobre cómo se trabajó en los medios públicos.¿Habrá un análisis retroactivo?
—No va a haber ningún tipo de análisis político o ideológico sobre las personas. Nadie va a seguir en el canal o va a dejar de estar en la pantalla porque pertenezca o haya dicho o trascendido que votó a un partido u a otro. Me consta que se hizo antes y seguramente lo hicieron todos los partidos que pasaron por el poder, pero no se va a pasar más, al menos no estando yo y tengo argumentos para afirmar que no va pasar durante todo este gobierno. Por lo tanto, en ese sentido creo que los funcionarios están tranquilos. Los profesionales de los medios públicos no tienen ninguna razón por la cual temer nada. Es cierto que hay criterios de programación que son diferentes a los que se estaban aplicando antes. Y repito: esta administración no va a aceptar que haya programas, contenidos o discursos en el sentido amplio con un sesgo político a favor ni en contra de nadie. Habrá quienes se adapten y quienes no y resolveremos en consecuencia.
—¿Esos serán los criterios de continuidad? Porque la mayoría de los comunicadores no son funcionarios públicos, sino contratados y sus contratos vencen en diciembre.
—Esos son los criterios de mínima. Quienes no los acepten, amigos como siempre, pero cada uno para su casa. Luego estarán los que acepten esos criterios, pero aún así tengan un mal desempeño, lo que se evaluará, siempre desde pautas profesionales. Lo que queremos dejar en claro es que esos criterios no son negociables. Nunca debieron ser otros. Porque la ciudadanía uruguaya tiene que empezar a desterrar la idea de que el Estado, y los medios públicos en particular, son el botín del partido que gana las elecciones. Esto es inaceptable, es una rémora de nuestro peor pasado.
—Una de las primeras acciones que tomó fue una reunión con los sindicatos. ¿Qué receptividad encontró a sus planteos?
—Encontré una respuesta excelente. Tenemos muy buen vínculo con los sindicatos y no veo ninguna razón para no tenerlo en el futuro. No quiere decir que siempre estemos de acuerdo en todo, pero sí lo estamos en lo esencial, que es jerarquizar el trabajo de los medios públicos. Después de la polémica que hubo, por ejemplo, coordinamos la grabación de un mensaje de parte del Pit Cnt para emitir el 1 de mayo.
—¿Tiene que haber entretenimiento en un medio público?
—Sí, en la medida en que ese entretenimiento sea convergente con los objetivos. Hacer entretenimiento sin más cometido que tener a la gente mirando y vender publicidad, no es aceptable. Pero el entretenimiento es un espacio de la vida humana rico y didáctico. Si en algo aprendemos es con el juego y hay que reflejar eso en pantalla.
—No es lo mismo ejercer el periodismo, como ha sido su caso muchos años, que gestionar un medio y uno público además. ¿Cuál es su principal desafío personal al frente del Secan?
—Ha sido un doble cambio, es cierto. Pero la vida y el presidente de la república me han puesto en este lugar. Aunque no estoy en ese rol, sigo siendo periodista y sé lo que corresponde exigir y lo que no a los profesionales. Luego está la dimensión de lo público que va desde la burocracia a una cosa que no es menor. Aquí, todos los meses llega el dinero para pagar los sueldos y el dinero que te comprometiste a gastar. No hay que salir corriendo a aumentar un punto de rating o cambiar sobre la marcha porque la audiencia bajó. Aunque parezca utópico, yo creo que los medios públicos tienen todo que convertirse en el estándar de calidad periodística. Para ser referentes. Está el presupuesto asegurado y están las garantías de que nadie te va a presionar. Entonces, si un ciudadano tiene que elegir un parámetro de calidad, yo quiero que esa medida de calidad sean los medios públicos. Si alguien sospecha que la radio, el canal o el portal privados donde se informa habitualmente está sesgando la información, tiene que encontrar en los medios públicos el estándar de profesionalismo y balance la información. Lo que yo quiero, al final, es que los medios públicos sean y repito que no hay razones para que no lo sean, exactamente lo contrario a lo que piensa la mayoría de los uruguayos sobre ellos.
—¿Cuál imagina que puede ser la primera medida para llegar a más público?
—Los medios públicos vienen muy atrasados o erráticos en cuanto al ámbito donde la gente hoy básicamente consume los medios, que es el ámbito digital y de las redes sociales. Tenemos a algunos profesionales que trabajan de manera no coordinada en esas plataformas. Ese trabajo del canal y de las radios tiene que convertirse en un único gran portal informativo que cumpla con los cometidos que se le encargan al Secan por ley. Ese es el corazón del negocio mediático y ya estamos trabajando en ello. Me refiero a dar información y streaming, como hacen todos los medios. No vamos a lograr la audiencia de TV de hace una década. Aunque si queremos maximizar los recursos tenemos que ir a donde está la gente y desde ahí podremos traccionar hacia los medios tradicionales. Pero si damos la misma noticia en la radio y en el canal, cubiertas por dos equipos diferentes y sin una buena pata en los medios digitales, no solo dividimos los esfuerzos, sino que no los defendimos bien allí donde está la gente.
—¿Extraña el periodismo?
—No he tenido tiempo, aunque el otro día me pasó algo insólito. Cuando miraba la página de Inumet para ver cómo iba a estar el clima al día siguiente, me vino como una especie de angustia, de vacío. Pensaba en que ese era el hábito que tenía todos los días a las 6:00 de la madrugada, porque con esa información se abre siempre el informativo. Fuera de ese instante melancólico, me estoy adaptando a mi nueva rutina, que es muy intensa.
—¿Qué perdió y qué ganó con la decisión dedicarse a la política?
—Fue una decisión que medité mucho. En toda elección hay cosas que dejás por el camino pero más valoro lo que gané en términos de desafíos.
—¿Lo que seguro ganó fueron haters (odiadores) en redes?
—Eso puede ser bueno en definitiva. Pero en un universo de 104.000 personas, que son los seguidores que tengo en Twitter, ¿cuántos miserables puede haber? ¿Un 5%? Bueno, yo tengo muchos menos haters que eso. Y me duele por ellos. Me cuesta imaginar cómo hace su familia para soportarlos con ese nivel de odio y de resentimiento. Ellos sí que los padecen. A mí me alcanza con bloquearlos.
—Cultiva un alto perfil en Twitter, ¿lo va a bajar?
—Sí, ya estoy en eso. No corresponde que un director de los medios públicos tenga tan alto perfil en Twitter.
—Crearon una cuenta fake (falsa) que denunció en Twitter, ¿qué resultados obtuvo?
-Ninguno. Es una cuenta fake porque trata de simular que soy yo, lo que es distinto a una parodia. Es diferente a Salle Loreal, por ejemplo, que hasta ha generado intercambios divertidos con la persona real. En este caso, se usa mi foto, un nombre parecido y genera confusión. Por lo tanto, puede hacer daño. Eso denuncié a Twitter, que aún no ha respondido al reclamo.