El periodista Esteban Queimada inició una nueva etapa de su periplo como comunicador. Producto de la rebeldía y de las ganas de emprender, está al frente de Bajo la Lupa Contenidos, una plataforma radial pero también audiovisual desde donde emite su ciclo insignia, además de otros programas como 24/7 Express o Machos.
“Le estamos dando forma a un medio de comunicación totalmente virtual e independiente de otro. No nos quedó otro camino dado que mi forma de encarar las cosas es muy chocante y disruptiva”, asegura el periodista.
Bajo la lupa, su programa, estuvo en varias emisoras hasta el final del ciclo en la 1130 AM, donde Queimada fue invitado a retirarse por su posicionamiento polémico. Crítico con el sistema político, en igual proporción hacia la izquierda que hacia la derecha, Queimada es uno de los guerreros periodísticos contra “lo políticamente correcto” y lo que llama la “agenda globalista”, que impone determinados asuntos sobre la autenticidad de otros.
Por sus posiciones en contra de la vacunación masiva sin mayor experimentación contra el covid-19 fue especialmente castigado. De hecho, YouTube le bajó su canal y por el momento no lo ha recuperado. Lo mismo sucedió con Facebook. Ambas plataformas consideraron que la difusión de consignas antivacunas eran “fake news”. Para Quiemada, se trata de una caso de “censura”.
De todos modos, los contenidos se pueden ver en la plataforma propia bajolalupa.uy y en otras redes como Twitch.
El nuevo emprendimiento, del que también es el rostro comercial, implicó el montaje de un estudio de radio y TV y prevé el armado de un segundo. “Vamos a crear un espacio para que quienes quieran expresarse y hacer radio tengan ese lugar. Aunque no piensen como nosotros, no importa. Podemos no coincidir, pero sí convivir”, comenta Queimada.
Sobre los programas que se pueden ver y escuchar en la plataforma, el periodista señala que la línea editorial pasa por un abordaje genuino de la realidad. “Hoy vivimos encorsetados en lo políticamente correcto, y la demonización y el escrache están a la orden del día. Si llegás a decir algo que no agrade a los oídos de la masa y su agenda LGBT, profeminismo, procambio climático, ya uno queda en la picota. Nosotros buscamos la mirada real. Hablamos de la misma forma que en un asado, con los amigos, sin temor a que alguien nos señale por pensar como pensamos”, comenta.
“Si el periodista, que tiene más información que cualquier otro ciudadano común porque trabaja diariamente con la información, no puede opinar o no puede interpelar porque es demonizado, tenemos un grave problema de la democracia”, añade.
En el programa Bajo la lupa, que va todas las mañanas en vivo, Queimada está acompañado en la conducción por los columnistas Hoenir Sarthou y Aldo Mazzucchelli.
El entretenimiento también forma parte de la propuesta, bajo el mismo concepto del desprendimiento de lo “políticamente correcto”. Los programas 24/7 Express, conducido por Katherine Velázquez, y Sin anestesia, con Verónica Martínez, apuntan al género magazine.
En el programa Machos y no tan machos, por ejemplo, se habla del rol masculino en la actualidad. “El hombre está siempre bajo sospecha”, asegura. El programa en cuestión está integrado por Gonzalo López Tuana, Daniel Pignata, Federico Rivero y Bernardo Cruz.
La postura de Queimada sobre la vacuna del covid la sustenta en una actitud periodística escéptica. “Durante la pandemia me llamaba la atención que la mayoría de los periodistas iban detrás de todo lo que decía o recomendaba el gobierno. Nadie lo cuestionaba o dudaba cuando el periodista tiene que ser naturalmente desconfiado”, dice.
Cada tanto se viralizan videos de Queimada con potentes editoriales: uno de los más famosos fue cuando criticó al “sindigarquismo” y apuntó especialmente contra Marcelo Abdala. Otros colegas, como Ignacio Álvarez, también han sido blanco de su mordacidad. “Lo que está haciendo (Álvarez) es tristísimo como periodista. Se pone a denunciar a uno que vende calefactores truchos en lugar de investigar los grandes temas”.
Esteban Queimada también critica al discurso político que a su juicio se “queda en la chiquita” del cruce de declaraciones, fomentando la famosa “grieta” y evitando temas de fondo, como la crisis del agua potable o de la educación. “Creo que el discurso de los políticos no se eleva porque el pueblo no lo exige, se queda en la disputa de las banderas político partidarias, y estamos perdiendo tiempo y recursos”, dice.