El manager: el invisible de la banda

| En el último tiempo el rock se profesionalizó y por eso las bandas o solistas necesitan de un integrante más...

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Por: Martín Cajal

Con el auge del rock nacional, a comienzos de 2000, la figura del manager se hizo imprescindible. Tanto para bandas que arrancan de cero como para aquellas ya consolidadas y exitosas. Propulsar, desarrollar o sostener la carrera de los artistas exige un tiempo y dedicación que ellos no pueden realizar de forma íntegra. La composición de canciones, la dinámica de los ensayos y la energía depositada a la hora de tocar ya disponen de su propio tiempo. Por eso, se necesita de un miembro invisible que se ocupe de todos los movimientos extra musicales.

"Es quien organiza todo lo que tiene que ver con los toques de la banda, el contacto con el diseñador gráfico para los afiches, hablar con el boliche, con el flete, con los sonidistas, firmar contratos, ir a pagar los gastos, agendar las notas de prensa, el contacto con las radios…", explica Cococho sobre su función a la hora de hacer el management de un grupo. Hoy en día, representa a Malacate y a Max Capote, aunque también hizo trabajos puntuales con grupos masivos como La Trampa o No Te Va Gustar. "Me manejo con artistas under, por lo que mi forma de trabajo es a mucho huevo. Yo pego los afiches, por ejemplo, y lo hago porque me encanta", cuenta.

Danilo Astori define la labor del manager como "el encargado de representar a su artista en todo lo que hace: editar sus discos, sacarlos a la venta, ocuparse de sus shows y de su agenda". Representa a Jaime Roos, Mateo Moreno y Chicas Japonesas, y también se ocupa del management para artistas extranjeros como Divididos, Fito Páez, Juana Molina y Adriana Varela.

Claudio Picerno fue manager de Alvacast, Niquel, Peyote Asesino, Traidores, Hereford, Buitres, entre otros, y "durante períodos cortos de tiempo, también de El Cuarteto de Nos y La Trampa. Hice mucho trabajo absolutamente honorario en distintas épocas. Más que un trabajo, esto ha sido un apostolado", explica. "Menos que tocar en vivo, hace todo lo demás. Coordinar, organizar, proponer y todos los verbos relacionados que se te ocurran, menos robar".

En el caso de Andrés Rega, representante de La Tabaré, La Trampa y Fernando Cabrera, su trabajo lo entiende "como un ejercicio completo. No sólo ser un intermediario entre el sello, el boliche, el público y el artista, sino que tener también una relación particular con el músico. Para conocerlo no sólo desde el punto de vista artístico sino que también personal, así se genera un vínculo de confianza que es clave en todo esto, porque el artista delega en vos toda su trayectoria y sueños".

En general, se trata de una profesión que surge de forma natural o casual, más que algo decidido de antemano. "Comencé haciendo producción de shows. En una ocasión, el sonidista de La Vela Puerca me sugirió ser manager, me presentó a La Galponera Soul y así arranqué", recuerda Valeria Piana, quien se encargó del management de figuras locales como Snake, Astroboys o Bajofondo Tango Club. A la vez, también desarrolla en Uruguay la carrera de artistas extranjeros como Lisandro Aristimuño, Catupecu machu o Árbol. "Yo tenía 17 o 18 años y me cargué el título de manager y en esa época (años `80), `los mayores` se mataban de risa", dice Picerno en relación a sus comienzos.

Cococho empezó en una banda pero ese no era su camino y optó desde temprano por la representación de músicos. "Tocaba en un conjunto que se llamaba Aliento a chorizo. Las canciones no me gustaban, no tenía una capacidad creativa. Un día mi grupo tocó con Malacate y me partieron la cabeza. Y bueno, les ofrecí ser su manager. Desde que empecé me fascina, no podría ser otra cosa".

"La Tabaré estaba haciendo un ciclo de teatro musical en el Circular y yo me encargaba de la gestión de prensa del evento. Uno de esos sábados, la banda me invitó a ir después de la función a un recital en Las Piedras. No entendía mucho cómo después de todo el desgaste anterior se fueran a tocar a treinta y pico de kilómetros de Montevideo. Esa experiencia de subirse a la camioneta, el viaje, llegar a un lugar con otra gente, otro clima… Fue muy fuerte y dije: `Cuánta energía se genera por parte de una banda en todos sus movimientos. Esto me gusta, me siento cómodo acá y bueno, veré cómo funciona`. No quería ser músico ni tampoco público, pero sí ser parte de este juego", recuerda Rega.

El management es una labor que se realiza de manera conjunta entre el artista y su representante. "Tiene que haber una interacción y no una relación en que cada uno haga su parte", afirma Rega. "Yo me reúno con el artista y decidimos qué hacer, qué metas tenemos, qué queremos transmitir, qué tipo de banda somos. Armando toda esa psicología conceptual del producto que vamos a vender, se desarrollan estrategias a futuro, a proyección. Y después vas dando los pasos necesarios para ir concretando las metas propuestas", dice Valeria. "En mi caso, los artistas con los que trabajo son muy profesionales, por lo que tomamos decisiones entre los dos. Jaime, por ejemplo, está siempre encima del detalle y le interesa estar informado de todo", explica Danilo.

A veces es el manager quien ofrece su servicio pero casi siempre son los propios artistas quienes lo solicitan. Según sostuvieron todos, la aceptación o negación depende de la calidad del producto artístico y no de su potencial económico. Cada uno afirmó que no le haría el management a un grupo o solista del que no les gusta su música. "Antes que nada, soy fan de las bandas que represento. Cada toque de ellos, por más que haya diez personas me copan mal. Esa fascinación funciona como un motor para cuando las cosas no salen bien, igual seguís. Porque creés en esos grupos y querés ser parte de ese proyecto, como si fueras un músico más. Por eso, si no me gusta la banda, no voy a ser su manager porque me aburro", declara Cococho.

Valeria contó al respecto: "A mí lo que me movió siempre fue la pasión: amo y amé las bandas que representé. No puedo vender algo que no compro, que no me parezca de calidad. Me copa estar copada". En la misma línea, Rega dice que en relación a sus músicos se siente "identificado con sus trayectorias, con su música y con lo que quieren transmitir".

Es que para convencer y seducir al público y a la prensa, o para organizar espectáculos o giras, los propios managers tienen que estar convencidos del producto que representan. Quizá, el ingenio en marketing o la destreza para persuadir les permita introducir a un artista, pero si éste no posee una calidad artística notoria ni tiene una convicción auténtica en lo que hace, su carrera tendrá una duración fugaz y no perdurarán. El ejemplo por excelencia son los certámenes de pop stars como Operación Triunfo, donde los cantantes son rápidamente impulsados, aparecen en la televisión, alcanzan una fama artificial y después desaparecen por completo.

De ahí que Valeria recomiende que "no hay que considerar al éxito como una causa sino que como una consecuencia, algo que llega después de mucho laburo. Subir al escenario y estar preocupado en cuántas personas hay no tiene sentido, tenés que estar ahí para gozarla. Todos los resultados dependen de las elecciones, decir sí y decir no. Y a veces esa vorágine de éxito te lleva a estar tan sediento de tocar, de estar en las radios o en tal programa, y eso te puede hacer que te vaya mal. Las elecciones que se tomen deben ser frías en el sentido de pensadas y no guiadas por la testosterona y la ansiedad de éxito. Si sos auténtico con lo que hacés y si hacés música que te copa, podrás tener buenos resultados Todo es un recorrido y no todos los puertos son necesariamente los mismos". La Trampa o El Cuarteto de Nos, por ejemplo, alcanzaron una masividad y éxito más de diez años después de sus inicios.

Por otra parte, no hay recetas del buen management. "Para mí, el trabajo deber ser a pasos cortos pero sólidos. Y claro, se necesita de sentido común, de olfato, de contactos y, sobre todo, de confianza y cercanía con el artista", explica Valeria en relación a los atributos necesarios para lograr un buen desempeño. Danilo dice que el manager debe ser "una persona inteligente para ir con mucha cintura y vender su producto". Cococho, por su parte, comenta: "Tenés que saber cómo son los músicos, que son medio pelotudos, pueden llegar tarde a todos lados y bueno, no quemarte por eso sino vivís estresado. Tenés que ser consciente de que estás con gente muy creativa, hay que respetar sus manías y, al mismo tiempo, tratar de enderezarlos un poquito. Además, la paciencia es clave en un país lento y burocrático como el nuestro. Cuando hay un toque, por ejemplo, soy el primer en llegar y el último en irme para que todo salga perfecto. Nada de ir con una minita, fumarme uno, colores. No. Es un laburo como cualquier otro". Picerno habla de "la honestidad, la constancia en el trabajo, mucha imaginación y defender con uñas y dientes a tu artista" como rasgos principales del management a un músico.

Andrés Rega agrega la formación y capacitación constante. "Para tener una visión general de la realidad musical y de la realidad en general, tenés que informarte siempre y de todo. No trabajás ocho horas, es un laburo full time. Además, debe tener conocimientos en comunicación, marketing, derecho, economía y hasta nociones de psicología".

Un representante copado

El pez gordo trajeado de negro y forrado de cadenas doradas fue desmitificado por cada uno de los entrevistados. "Acá en Uruguay llegó tarde ese concepto de manager que está copado con sus bandas y que es parte de una especie de familia. Antes, se lo veía más como una figura trucha, que sacaba plata", cuenta Valeria Piana. "Un manager en Uruguay no gana mucho más que la banda o solista que representa", explica Andrés Rega. Por su parte, Picerno contó que hace bastante que no representa a nadie nuevo porque "no es algo redituable en nuestro país, es al revés. Y con artistas nuevos tenés que invertir, ya lo hice con gusto muchas veces". Se trata de un trabajo en equipo en la mayoría de los casos, por lo que una extracción unilateral y encubierta de dinero es difícil que suceda.

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