Redacción El País.
Déborah Rodríguez, la máxima atleta uruguaya quedó afuera de los Juegos Olímpicos de París 2024 y fue un baldazo de agua fría para sus expectativas. Luego de una temporada intensa, no logró clasificar a una instancia con requisitos cada vez más exigentes.
“La pasé muy mal, muy triste”, comenta la deportista, de 31 años, sobre el impacto de la noticia. Pero del duelo deportivo y de la vida en general, Rodríguez sale a dar testimonio.
“Es importante racionalizar las cosas, ponerlas en perspectiva y entender que en el deporte y en la vida también es tan o más importante aprender de lo que no alcanzamos, que disfrutar de los resultados positivos”, asegura.
Además, confiesa que está iniciando una historia de amor y descubrió una pasión por un nuevo deporte.
—No lograste la clasificación a París 2024, que habrían sido tus cuartos Juegos Olímpicos. ¿Cómo fue el proceso y qué faltó al final para alcanzar los puntos?
—Fue un proceso difícil. Veníamos de ganar medallas en los Panamericanos y teníamos muchas expectativas respecto a estos Juegos Olímpicos. Me estuve preparando en Guatemala, también en Europa. Lo di todo y eso es algo que me deja tranquila. No me guardé nada: hice un esfuerzo muy grande estando lejos de casa y en un país donde no me sentía cómoda, como Guatemala. Extrañé muchísimo a mi familia y a mis seres queridos en virtud de esta preparación. Los resultados no se dieron porque así es el deporte; muchas veces son más las perdidas que las ganadas. Hay que rearmarse, aprender y seguir adelante.
—¿Las condiciones para clasificar a los Juegos son hoy más competitivas?
—Lo son, sí. La Federación Internacional de Atletismo busca que el deporte sea cada vez más comercial. Quieren que solo los deportistas top - top del mundo participen. Entonces, las exigencias de clasificación son cada vez más restrictivas. De repente los logros que en el pasado me alcanzaban para clasificar, hoy ya no.
—La noticia de que quedabas afuera se confirmó hace unas semanas, ¿cómo lo tomaste a nivel emocional?
—Mal. Fue un momento muy difícil emocionalmente. Pasé muy muy muy (sic) triste. Los niveles de estrés que estaba manejando eran bien intensos también, entonces fue como que se me vino el mundo abajo. Mi psicóloga, Patricia, jugó un rol fundamental porque la carrera de un deportista no solo se compone de la preparación física, sino que es bien importante el aspecto mental y emocional. Ella me acompaña hace muchos años y en este caso me ayudó mucho. Era natural mi tristeza porque tenía una expectativa muy fuerte de estar en París 2024 y cuando esto no se cumple, como le pasa a cualquiera que no logra un objetivo en el que invierte todas sus energías, su tiempo, su dinero, obviamente viene la frustración y el duelo cuando no se da. Hoy estoy bien. Es importante racionalizar las cosas, ponerlas en perspectiva y entender que en el deporte y en la vida también es tan o más importante aprender de lo que no alcanzamos, que disfrutar de los resultados.
—¿Se gana o se aprende, como dice el dicho?
—Sí. Yo me siento una privilegiada porque el deporte me ha dado muchísimos triunfos y ha moldeado mi personalidad y mi forma de ser. No tomo esto como una derrota, porque lo veo como un tránsito en mi carrera y sigo con confianza de lo que mejor está por venir.
—El año pasado lograste un récord nacional: sos la deportista uruguaya con más medallas…
—Sí. Tengo el orgullo de ser la mejor deportista en los últimos 50 años. El reconocimiento de la gente ha sido fundamental. Cuando comuniqué la noticia de mi no clasificación, me sentí abrazada. “Te admiramos”, “fuerza”, “un tropezón no es caída”… fueron centenares los mensajes que recibí. También me manifestaron apoyo todas las empresas que me acompañan y las instituciones. Creo que está cambiando el concepto de que en materia deportiva ya no importa solo el resultado, el éxito, sino todo lo demás. Los deportistas no somos máquinas, sino seres humanos, como todos, a los que a veces las cosas no les salen. Y no pasa nada. No se termina el mundo. Es un duelo que hay que atravesar y seguir adelante.
—Decidiste compartir la noticia en un video en tus redes sociales que tuvo mucha repercusión. ¿Por qué?
—Porque me pareció natural compartirlo. Así como publico fotos cuando gano una medalla, creo importante hablar de las otras, de las veces en que no conseguimos lo que tanto buscamos. Yo soy muy espiritual y creo que todo lo que pasa, pasa por algo. Entonces cuando a las personas nos toca atravesar por un momento difícil, el tiempo siempre nos lleva a entender por qué tuvimos que transitar esa situación. Todo es crecimiento. Sobre contarlo, siento la responsabilidad de naturalizar estas cosas y decir: “Está bien perder”. Hoy estoy pasando por esto y me permito tener paciencia para transitar por esto y darnos el valor de lo que nosotros valemos, y eso se mide no por los resultados, sino por lo que nosotros somos. Parece que me estoy haciendo la superada con esto cuando en realidad la pasé muy mal, pero quiero dar testimonio de que hoy estoy bien.
—En el mensaje también hablabas de la importancia de la salud mental…
—Sí, es un tema fundamental. Algunas personas me mandaban mensajes diciendo “lo lamento”, “qué pena”. No, no hay que lamentar nada. No se murió nadie, nadie tiene una enfermedad. No pude ir a los Juegos Olímpicos. La vida sigue. Hay cosas peores. Tengo para comer, tengo para vivir, tengo motivos para sonreír. Me hubiese encantado vivir esa experiencia por cuarta vez en mi vida, pero estoy segura de que hay un montón de cosas maravillosas que me esperan.
—¿Cuáles son tus objetivos de ahora más?
—Estoy de vacaciones en Uruguay desde hace unos días. Y por ahora lo que valoro es estar en casa, ver a mi sobrino creciendo, dándome besos y viendo a mi familia, a mis amigos, a mi gente. En cuanto a lo deportivo, voy a seguir corriendo obviamente. Mi próximo gran objetivo es el Mundial de Atletismo del año que viene en Japón, también tengo en la mira a los Juegos Olímpicos sudamericanos en 2025. Tengo muchas ganas de bueno de empezar otra temporada porque nosotros no podemos estar mucho tiempo sin correr.
—Tenés 31 años y hay atletas bastante mayores que tú, pero en el contexto de decepción del que hablamos, ¿se te pasó por la cabeza el retiro en algún momento?
—Sí, me ha pasado. Después de Tokio 2021, yo dije: “No quiero más nada”. Me iba a retirar pero decidí seguir. Hoy paso por un momento difícil y también voy a seguir. Correr me apasiona, el deporte es mi vida y mientras esté bien física y emocionalmente voy a seguir. Tengo otros intereses también, como la comunicación. Me gusta mucho y ahora que voy a pasar más tiempo en Uruguay, por gran parte de mi preparación será aquí, voy a dedicarme más. Estoy estudiando y creo que el deporte brinda muchísimas herramientas que se aplican al área empresarial, personal y de un estilo de vida. Los valores, la búsqueda de objetivos y también esto: qué hacer cuando no lo logramos, conforman experiencias que está bueno transmitir.
—¿Te interesa la comunicación en esa faceta de aplicación empresarial o también el periodismo?
—El periodismo también. Estoy muy abierta, me gusta explorar. Soy muy aventurera y me encantan los desafíos. De periodismo he hecho cursos. Me gustaría que la comunicación deportiva en Uruguay sea un poco más diversa, más allá del fútbol. Quizás en el futuro puedo aportar algo desde ese lugar.
—Fuiste a tres Olimpíadas. ¿Cómo es la vida en la Villa Olímpica?
—Es muy linda, muy bello todo. Porque uno está en ambiente deportivo todo el tiempo. Te encontrás con gente de todas partes del mundo, con deportistas mega famosos. Es una experiencia súper enriquecedora sobre todo para aquellos que todavía no han vivido un juego olímpico. Para mí que viví tres experiencias de ese tipo, no es tanta novedad, sino que uno está más enfocado en la competencia.
—En algunas notas previas se ha hablado de la incidencia del sexo en la Villa. Incluso las camas fueron noticia…
—Lo leí, sí. Pero no es real. Obviamente debe haber encuentros porque hay un montón de gente conviviendo en un mismo lugar, pero no es como la gente imagina. Creo que ese tipo de notas tienen como objetivo el morbo y generan expectativa por ese lado. Pero los deportistas están enfocados en su competencia.
—¿No tuviste un romance en la Villa Olímpica?
—No, no. Cada vez que me tocó ir me enfoqué en lo deportivo y la competencia que tenía por delante y después, en disfrutar de haber participado.
—¿Cuál es tu situación sentimental en este momento?
—Estoy saliendo con alguien. Estoy muy bien.
—A veces la vida del deportista de alta competencia puede tener algunas incompatibilidades con la vida en pareja…
—Es verdad que puede ser difícil encontrar a la persona que entienda los ritmos, los viajes.
—¿Alguien que sea deportista también?
—O que tenga un estilo de vida independiente, una profesión que le mantenga la cabeza ocupada, sin cargar demasiadas expectativas sobre el tiempo del otro.
—¿Y lo encontraste?
—Sí, tengo a mi lado a una persona que me acompaña, es súper compañero más alla de que no son muchos los momentos en que podemos estar juntos. Yo siempre fui súper independiente y solitaria. Mis padres están acostumbrados a que les diga: “Bueno, mañana me voy” y me tomo un avión. Esa parte de mí me identifica mucho y encontré una persona que entiende eso y disfruta también de sus momentos.
—Últimamente se te ha visto jugando paddle, ¿es un nuevo deporte para vos?
—Es un hobbie. La paso muy bien. Mi chico juega y fue él quien me acercó. Empecé a tomar clases y me lo estoy tomando cada vez más en serio. Me divierte mucho. En el atletismo es todo intensidad y fuerza pero aquí importa mucho la técnica. Estoy aprendiendo y quizás, quién te dice, no termine compitiendo.