NOTA DE TAPA

Claudia Fernández: amor por el Carnaval de Melo, el año televisivo en espera y su relación con Lacalle Pou

Desfiló en el cierre del Carnaval de Melo, que la tiene como madrina. En TV, analiza con Canal 10 posibles formatos porque no estará "Got Talent". Volverá al teatro.

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Claudia Fernández en el desfile del Carnaval de Melo.
Foto: Richard Sosa.

—Desfilaste en Melo el fin de semana pasado y te han dado el título de madrina de ese Carnaval. ¿Cómo surgió el vínculo?

—Llevo 13 años desfilando en Melo. Me convocó una de las personas que trabajó mucho en la organización, Juan Pimentel, ahora fallecido lamentablemente. Fue durante la primera administración como intendente de (Sergio) Botana. Yo no tenía referencia ninguna. Me acuerdo que fuimos con Leonel (Delménico, su esposo) y mi abuelo. Era un Carnaval bien de pueblo: la gente iba con su sillita playera a ver el desfile. Desde ese primer día la conexión con la gente fue increíble y no falté más. Vi año a año el crecimiento, cómo se sumaban más figuras y grupos, cómo se pusieron las gradas o cómo se alargaba una cuadra más y otra más. Ya al segundo año que fui no eran 1.000, sino 2.500 los que iban al desfile, después 5.000 y así. En el último desfile que cerramos con Florencia de la V había 30.000 personas.

—¿Habías tenido experiencia carnavalera antes de aquella primera vez en Melo?

—Con El Piñe salimos en una comparsa, Chin - Chin, pero que hacía actuaciones fuera de concurso, en los tablados. Me había gustado mucho esa experiencia y siempre me sentí atraída por el ritmo de los tambores.

—En la transmisión desde Melo lo definiste como “el Carnaval de la familia”.

—Lo siento así, porque más allá del crecimiento del que te hablaba, se mantiene ese contacto con la gente. Pasan cosas maravillosas como estar en medio del desfile y que venga una señora muy mayor a darme la mano muy emocionada y decirme: “Yo fui la que hice el budín de naranja en el hotel donde te estás quedando”. Eso tiene Melo: todo el pueblo está en la calle. De pronto el chofer que te llevó, se cambia y sale en la misma comparsa a bailar contigo. Es tan familiar el Carnaval que no tiene vallas: el que quiere se pone a bailar a tu lado o saludar y sacarse una foto. Todos lo hacen con respeto y sin desbordes. Florencia de la V volvió maravillada. Ella estaba acostumbrada al Carnaval de Gualeguaychú que es divino pero está todo protocolizado, vallado y con seguridad. Y acá se encontró con una fiesta de todo el mundo. Eso es lo que diferencia nuestro carnaval del de otros países.

—Al Carnaval de Melo se lo ha comparado con el de Montevideo. ¿Con cuál te quedás en esa comparación?

—Son distintos y me quedo con los dos. Más allá de que sea un concurso, me encanta el Teatro de Verano. Este año no pude ir porque estuvimos mucho en familia en Punta del Este pero recuerdo que con mi abuela sacábamos abono e íbamos siempre. Me gusta mucho la murga como género.

—Mucha gente critica últimamente el sesgo político de las murgas...

—Yo no soy de meterme en política. Me quedo con lo que artísticamente me ofrece el Carnaval. Entiendo que es una manera popular de reclamo pero no reparo en ese contenido. Me quedo con la murga como expresión artística. Lo llevé a mi esposo hace años, que conocía a la murga porteña, pero es muy diferente y quedó encantado. Fuimos a ver Don Timoteo el año que salía Rafa Cotelo (2015), se emocionó y desde entonces se hizo fan de la murga. Para su cumpleaños le llevé a La Trasnochada y fue muy emocionante.

—Volviendo a Melo, ¿qué implica la preparación, en especial del traje?

—Es obra de Marcelo Péndola. Yo le doy ideas de lo que quiero y luego él lo confecciona tratando de variar de color cada año. Este año quería que tuviera los colores de la diversidad y así los lucí en el espaldar.

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Claudia Fernández.
Foto: Carla Baldisseri.

—El año pasado usaste el celeste. Hubo muchos que interpretaron que se debió al color de la papeleta por el NO en el referéndum por la LUC.

—Sí, usé ese color. Pero uno no puede hacerse cargo de las interpretaciones de la gente.

—Antes de ser presidente, Luis Lacalle Pou asistió a un cumpleaños tuyo y han coincidido en otros eventos. ¿Son amigos?

—Tenemos una muy buena relación. También hemos almorzado en alguna oportunidad, con mi esposo y con su familia. Estaba invitado a mi último cumpleaños, pero no fue. No va a fiestas.

Claudia Fernández

—Solés desfilar con la Escuela de Candombe, que es una agrupación histórica en Melo.

—Sí. Edith González está al frente. Es la vedette histórica de Cerro Largo y ella siempre me recibe. Todos en la Escuela son muy generosos conmigo. Cada año yo trato de bailar mejor. Y cuando llego a Melo, ensayamos un poco con Edith para conectar juntas. Este año fue especialmente desafiante porque llevaba más peso que nunca y cuando llegué me dijeron lo de todos los años: se agregó una cuadra más de desfile. Así que hice las 10 u 11 cuadras con unos 12 kilos en la espalda. Me quedan marcas en el cuerpo pero en ese momento no siento nada. Es una adrenalina y una energía tan linda que no puedo parar: yo digo que no bailo sola, esas noches en Melo bailo como incorporada por alguna diosa del candombe, no sé, que me hace mover las piernas, a pesar del cansancio.

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Claudia Fernández y Edith González.

—Desde el punto de vista de la técnica del candombe, ¿cómo te definís?

—Trato de mejorar siempre. Hace 20 años tomé clases con Lola Acosta. Soy una admiradora de Yessy López. Ella tiene ese ángel para el candombe que sale a bailar y de inmediato te cautiva. Parece Rosa Luna. Este año me quiero acercar aún más al candombe y voy a tomar clases con Matías Silva, de C1080, para tocar el tambor. Lo conocí cuando se fueron a presentar a Got talent y lo invité con sus tambores a mi cumpleaños. Hicieron con la DJ Ciara Nin una fusión increíble entre la percusión y la electrónica. La gente deliraba.

—En materia televisiva, este año no vuelve Got talent. ¿Se habló de algún otro proyecto para ti en Canal 10 en 2023?

—Estamos en conversaciones. Por el momento no hablamos de nada concreto. A mí me gustan mucho los programas de juegos, como Escape perfecto, que lo hicimos varios años. Creo que el entretenimiento es lo que más me va. Esperemos que pueda surgir un proyecto de ese tipo.

—¿Volvés al teatro en 2023?

—Sí. Después de muchos años estamos con Alfredo Leirós en la etapa de escritura de un unipersonal. Va a tener mucho de biográfico pero no por el lado del stand up, sino mostrar otro tipo de contenido, como fotos inéditas, vivencias curiosas... Hace 22 años que estoy en TV, trabajé muchos años en Buenos Aires. Hay material. Estamos en este momento en la etapa creativa, escribiendo entre los dos con Alfredo. Para mediados de año esperamos estrenar.

—¿Qué te dejó la experiencia como jurado, algo nuevo para vos, en Got talent?

—Fue de las primeras veces en que si bien estoy en una postura, vestida y maquillada, pude ser yo. La que hablaba era Claudia y daba su opinión de lo que estaba viendo. Podía gustar o no mi comentario, pero era mi visión sincera. Por otro lado, hicimos una buena fusión con el resto del jurado. Nos llevamos muy bien. Cada uno tenía su rol muy definido y éramos muy compinches. Con María (Riccetto) nos hicimos amigas. Agustín es como si fuese un hijo, es un niño grande. Y con Peti ya habíamos trabajado y nos llevamos bárbaro.

—La acidez o la dureza en el comentario solía aportarla Petinatti y ustedes se mostraban más empáticos. ¿Se habló así?

—Surgió naturalmente, de la personalidad de cada uno. De repente, por momentos yo opinaba igual que Peti, pero me ponía la mano más en el corazón y suavizaba un poco para dar un “sí“.

Imagen promocional de "Got talent Uruguay". Foto: Difusión

—El programa fue un suceso de audiencia pero también en redes sociales. Se comentaban mucho las decisiones de ustedes, generando controversia en algunos casos. ¿Cuánto estaban pendientes?

—Yo no miraba las redes los días de programa. Creo que los demás del jurado hacían lo mismo. Me parece lo más sano porque siempre habrá alguien que no esté de acuerdo con la decisión que tomemos. Después de algún programa sí nos pasó, charlando entre nosotros, de decir: “Nos equivocamos con tal persona. No tendría que haber pasado y en su lugar, debería haber seguido este otro”. De repente en algún caso nos dejamos conmover por la historia de vida, que era un componente que jugaba su papel y más ahí, en vivo. Una cosa es verlo desde tu casa y otra estar ahí, al pie del escenario, cuando una persona se emociona y eventualmente te toca una fibra que te conmueve.

—Una de las críticas es que en el jurado no había, en tu caso y el de Petinatti, una formación docente, por ejemplo.

—Cualquiera puede decir lo que quiera. Desde mi experiencia artística puedo decir que hice de todo: hasta circo. Llevo 22 años en televisión: patiné sobre hielo y en el Bailando por un sueño bailé absolutamente todos los ritmos. Estuve en un circo como Stravaganza e hice teatro de comedia. Salvo el canto, conozco por dentro todos los rubros en los que alguien se puede presentar a un concurso de talentos como Got talent. Y al cantante, si bien no tengo formación técnica, puedo evaluar como televidente si conmueve o no, si tiene esa llegada con el espectador que es fundamental.

—Fuiste parte de la etapa más exitosa de Bailando y Patinando por un sueño. ¿Por qué crees que a Showmatch no le fue tan bien en los últimos intentos?

—Por varios motivos. Me parece que uno de los factores tiene que ver con las redes sociales. Hace 15 años, si alguien quería ver a la vedette o la chica sexy del momento, iba al teatro o esperaba a que se presentara en Showmatch, donde hacía el baile del caño. Hoy, en sus propias redes sociales, está la chica en cuestión con fotos, videos o vivos de todas sus presentaciones. Todo disponible las 24 horas. Lo otro es que me parece que la pelea vacía, como formato, está agotada. Cuando ves a dos personas pelear en televisión y más sin mucho argumento, aburre. Creo que esas dos cosas, sobre las que estaba un poco apoyado el Bailando, hoy no tienen mucha vigencia. El otro día hablábamos con Flor de la V, que está en Intrusos, sobre cómo ha cambiado ese aspecto: ya no rinde tanto el conflicto y el quilombo sin sentido.

—En tu caso, que tenés una personalidad fuerte que te ha valido algunos conflictos, ¿has cambiado también? ¿estás menos conflictiva?

—No sé si menos conflictiva. Trato de que las cosas no me afecten tanto. Tengo una nueva filosofía: entendí que no todos pensamos igual y que hay cosas que, si no te las entendieron en años, no te las van a entender. No insistas. Entonces solté algunas cosas y trato solamente de estar con lo que me nutre y lo que me aporta. No quiero conflicto. Esa es la realidad.

—En los medios te has hecho de una barra de amigas, que se juntan una vez a la semana, entre ellas Varina De Césare, Ximena Torres, Belu Marenales...

—Sí. Eran amigas mías por separado y me pasaba que no podía verlas a todas de forma independiente porque no me daba el tiempo. Entonces, propuse cortar la semana con un día de encuentro entre todas. “Si ustedes son amigas mías, tienen algo en común que seguramente va a hacer que se lleven bien”. Entonces empezamos a juntarnos los miércoles y hoy, además de amigas mías, son amigas entre ellas. No solo hay personas de los medios, sino de muchos ámbitos. Somos totalmente diferentes todas. Fue muy lindo ver cómo nos fusionamos y complementamos. Tenemos un grupo que se llama “la tribu” y nos seguimos juntando. La pasamos muy bien.

—En redes sociales fuiste pionera en compartir rutinas de entrenamiento u otro tipo de contenido. ¿Qué te gusta compartir en la actualidad?

—Comparto mucho de mi día a día, pero las redes no son mi vida. De mi familia no comparto prácticamente nada, porque la persona pública soy yo. También creo que las redes sociales, bien usadas, son un medio de comunicación. Trabajo con algunas marcas. El año pasado hice un ciclo que se llamó Un minuto con Claudia y entrevistamos a muchos artistas, Rubén Rada, Graciela Rodríguez, entre otros.

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