—Cerraste el año con varias presentaciones de Disculpadas, la obra teatral con el elenco de La culpa es de Colón. ¿Vuelven a las tablas?
—Sí, tenemos varias fechas pendientes, algunas por el Interior que cumpliremos después de que terminen los compromisos de algunas de las chicas con Carnaval. El año pasado cerramos la temporada en Atlántida el 15 de diciembre y fue muy lindo todo lo que pasó con la obra en muy corto tiempo. Nos gratifica porque tiene que ver con el cariño generado desde La culpa…
—Una vez que bajó el programa, Disculpadas surgió al poco tiempo. ¿Cómo se dio el proceso?
—Nos organizamos rápidamente. No nos permitimos quedarnos en el duelo y todo fluyó: enseguida se sumó el director Federico Longo, la producción de Leticia Sorondo y Yoni Kurlender. El equipo se ensambló enseguida y la amistad que generamos hizo que todo fuera más fácil y ameno. Nosotras cinco o más bien seis, porque también está Gige (Vázquez), consideramos que luego de la bajada del programa, era importante salir con una propuesta porque como equipo somos como una marca registrada de mujeres haciendo humor. Si esperábamos, el tiempo nos hubiera jugado en contra.
—¿Hubo conversaciones o algún intento para volver al formato televisivo en virtud de que el elenco de hombres continúa?
—Sí, sobrevoló la idea. Fue extraño porque el formato estaba concebido con dos elencos y también nos quedamos con las ganas de trabajar con ellos. Llegamos a hacer un piloto en conjunto. No se dio. Pero también nos empezamos a enterar de que en muchos países donde se hizo La culpa es de Colón pasó lo mismo: las mujeres bajan primero. No soy de las personas que adjudican todo al tema del género pero evidentemente hay una realidad, hay un lugar referido al humor y al desenfado que todavía está más avalado o permitido para las mujeres que para los hombres.
—¿Sintieron esa diferencia?
—No fue el mensaje que recibimos del canal ni de la productora. Al contrario, siempre nos sentimos iguales desde ese lado. Y en rating nos iba bien. Pero se ve que obedece más a un tema con el público en general y también a lo comercial.
—Al comienzo sobre todo en redes sociales hubo muchas críticas. ¿Tiene que ver con esa misma “resistencia”?
—Seguramente. Al principio fue impresionante la violencia que tuvimos que aguantar y nos respaldamos entre nosotras. Lucía Rodríguez comentaba en broma: “Estoy a punto de ponerme un kiosco”. Pero te diría que es maldad nos fortaleció como grupo en un punto. Todos los que integramos los medios de comunicación estamos expuestos a los comentarios y sabemos que entre ellos habrá algunos luminosos y otros muy violentos. Como personas todos tenemos nuestra parte oscura. Pero nunca había visto semejante nivel de violencia contra un grupo de mujeres que no le hicimos nada a nadie y lo único que buscamos era entretener en televisión en medio de un proceso doloroso como la pandemia. Lo conversamos entre nosotras y concluimos que no teníamos por qué hacernos cargos de la violencia de la gente en las redes. A la vez descubrimos que al ponernos en el lugar de hacer humor, la reacción se potencia: el amor se potencia y también el odio. Elegimos quedarnos con el amor. En el final, más allá de que no queríamos bajar el programa, quedó demostrado el cariño que se generó. Recibimos miles de mensajes emocionantes de gente que nos seguía. De hecho, hasta ahora llenamos todas las funciones de Disculpadas. Se generó ese vacío que lo llenamos con la obra.
—Más allá de Disculpadas, ¿cómo asoma tu 2023?
—Tenemos un título de una obra que podría volver, con la producción de Diego Sorondo. Sería para la segunda mitad del año. En cuanto a lo televisivo, sigo ligada al Canal y es posible que este año surja algún formato en el que pueda desempeñarme y sentirme cómoda. De todos modos, siempre hay cosas para hacer. Nunca me aburro.
—¿En los comienzos de año sos de hacer balance sobre lo que pasó y proyecciones respecto a lo que viene, plantearte objetivos?
—Me parece un poco tedioso eso: hay gente que recapitula, hace evaluaciones y escribe. En mi caso tomo esta etapa como un recargue de pilas pero no me fijo mucho en lo que pasó, ni me obligo con metas.
—En lo familiar, tu marido Federico Buysan estuvo más de un mes en Qatar cubriendo el Mundial. ¿Cómo se adaptó la dinámica con esa ausencia?
—Fueron 42 días en los que extrañamos a Fede pero que se pasaron rápido. Con las chicas planificamos muchas actividades propias del cierre de año. Nos fuimos para afuera varios fines de semana. En lo laboral, por suerte, me tocó hacer de maestra de ceremonia en varios eventos y despedidas. Fueron días intensos de estar mano a mano con las chicas pero se me pasó volando. Cuando volvió Fede nos vinimos enseguida para Punta del Este a desconectar y hacer un intensivo de vida familiar, más allá de que los primeros días él estaba como fuera de órbita. A las 8 de la noche caía dormido y se levantaba a las 5 de la mañana.
—A poco de comenzado el Mundial compartiste una foto de él y con una declaración de amor y también admiración. ¿Por qué sentiste que debías hacerlo?
—Sentía que quería hacerlo. Yo convivo con él desde su rol de padre, de compañero y marido pero al mismo tiempo lo admiro profesionalmente, de verdad. Me encanta lo que hace y cómo lo hace. Me parece el periodista más importante de su generación. En un ambiente que puede ser complicado como el del fútbol, es valiente, responsable y seguro en todo lo que opina o informa pero al mismo tiempo es divertido y ameno escucharlo y verlo. Más allá de que sea mi compañero soy gran fanática de él y me pareció que había que celebrar el trabajo de él desde Qatar. Además, sé que le pesa estar 40 días sin su familia entonces me pareció importante mandarle ese mensaje, decirle que desde acá le hacíamos el aguante. Los resultados fueron brillantes. Al equipo del canal le fue increíble, con Rodrigo (Romano) en los relatos. Todo salió a la altura de lo que son ellos, tremendos profesionales. Conozco a todos en el grupo que viajó y son también buena gente. En este tipo de coberturas, de 16 horas por día de laburo lejos de tu país y tu familia, es muy importante que las cosas fluyan desde el punto de vista humano y eso se notó.
—¿Cómo les gusta disfrutar del verano?
—Venimos a Solanas desde hace varios años. Nos encanta la piscina pero también la playa. Un verano sin baños de mar, no es verano. Me gusta mucho tomar sol también. Punta del Este también es demandante en materia de eventos en la noche, a los que nos invitan y tratamos de cumplir. Y como la mayoría de la movida está hacia el lado de La Barra, nos pasamos mucho en la ruta. Eso es algo que hemos conversado para cambiar en el próximo verano porque nada pasarse manejando las vacaciones.
—No ocultas que sos hincha de Nacional y muchas veces hacés posteos en las redes con camiseta. Por la profesión de Federico, ¿no te has sentido limitada?
—No, no tengo problema en postear cosas de Nacional. He trabajado para Nacional o integrado campañas. Creo que la gente separa muy bien y más en Instagram, la red donde más he crecido y donde soy más activa. Tampoco soy una persona polémica en el sentido de entrar en debates de ningún tipo. Si necesito dar opiniones las doy pero lo mío es más destacar a determinada gente o poner cosas positivas. Soy una leonina, pero muy tranquila, no sirvo para el combate.