En Mar del Plata.
Es casi medianoche en Mar del Plata, la función de Fátima 100% acaba de terminar, la sala mayor del Roxy Radio City ha quedado vacía y soy el único todavía sentado entre las butacas. Guillermo Marín, productor del espectáculo, me ha propuesto conversar unos minutos con Fátima Florez, así acordamos detalles para la entrevista de mañana. El tipo está especialmente preocupado por las preguntas políticas que yo pueda hacer en la nota. Que espere, me dice. Que Fátima ya viene.
“Siempre es muy importante el rol de los afectos, el rol de los amigos, el rol de 540, que algún día sabrán quién es”, dijo Javier Milei la noche del domingo 13 de agosto de 2023. Había ganado las elecciones primarias con un sorprendente 30 por ciento de los votos y entonces, eufórico, agradecía. Todavía no lo sabíamos, pero Milei estaba saludando a la mujer que lo había dado vuelta. Más que eso, una vuelta y media. Si 180 es media vuelta y 360 es la vuelta completa, 540 es una vuelta y media. A esa mujer estoy esperando ahora en la sala del teatro mientras Marín me cuenta que tiene 52 años, que es de La Plata, que a los 15 ya estaba emancipado de su casa, que arrancó ganándose la vida en peleas callejeras.
Fátima Florez aparece con una sonrisa en la cara y un aire de feliz agotamiento. Tiene sentido: con una temporada que arrancó el 26 de diciembrey terminará esta noche, la del domingo 3 de marzo, con funciones dobles los viernes y los sábados, sigue dejando todo en el escenario. Lo vi, lo atestigüé. La gente —que ha llenado la sala— viene a ver sus imitaciones, pero ella se entrega más que nada cuando hace a su Tina Turner, a su J-Lo, a su Michael Jackson. En el final de “New York, New York”, diríamos en el clímax tremendo del último compás, se arranca de un tirón la peluca morocha que la ha convertido en Liza Minelli para quedar toda rubia: para quedar toda Fátima. Y vos ahí decís: esto se aplaude fuerte.
Primera pieza del rompecabezas María Eugenia Florez, que así se llama: su sueño parece haber sido más la inspiración gloriosa del musical que el arte mimético de la imitación. Pero los sueños se cumplen como ellos quieren, no como uno los sueña.
Nos saludamos. Fátima toma asiento. Es cálida, te hace sentir cómodo de inmediato. El productor es como un patovica parado en la puerta de su mundo. Te habla con respeto, pero te regula la entrada. Ella, en cambio, anfitriona de sí misma, suaviza el encuentro.
Yo quedo de pie frente a ella. El productor de pie frente a mí. Les cuento a los dos lo que vine a componer: el retrato de una mujer, de una artista popular (profundamente popular) que metió un carrerón, hizo un suceso de temporada y hoy, develado el misterio de quién era 540, está de novia oficialmente con el señor presidente de la República y sale con él a saludar desde el balcón de Casa Rosada. Qué siente en ese momento, quisiera saber. Entre muchas otras cosas de su vida y de su historia, si se siente Primera Dama de la Nación, quisiera saber.
—Preguntas políticas preferimos que no —dice él.
—Ah, entendí que “preguntas políticas” se refería a lo que pensara ella sobre desfinanciar la cultura para obtener equilibrio fiscal, o la relación del Ejecutivo con las provincias —le aclaro— no a lo que siente ella en el cuerpo, te diría en el alma, cuando sale junto a Milei al balcón de casa de gobierno.
Entonces Fátima, como buscando los consensos, dice: “Bueno, que tampoco haga una entrevista tan lavada”.
—Bueno, venite mañana un rato antes al Provincial y vemos cómo encaramos esa pregunta —dice el productor.
En las narrativas de no ficción, el subgénero del retrato tiene sus asuntos, sus implicancias. Las enseño hace unos veinte años en la carrera de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Cuando el personaje te recibe, cuando es CON él, bueno, es razonable que tenga sus condiciones. Gay Talese le pagó la universidad a uno de los hijos de la familia Bonano para que lo dejaran entrar en la mafia y así escribir Honrarás a tu padre, la cocina del crimen organizado en la Manhattan de finales de los sesenta y la obra más importante del non-fiction norteamericano después de A Sangre fría, de Capote. De ese libro nació Los Sopranos. Era Gay Talese y el tipo arregló.
La otra es escribir el retrato sin que el personaje te reciba. Ahí no es CON, ahí es SOBRE él. En este caso, SOBRE ella. Me voy del teatro con el acuerdo de que mañana, a las seis de la tarde (Fátima pregunta a qué hora tiene peluquero para coordinar el horario) tengo una hora de entrevista a grabador abierto. El productor me dice que él va a estar presente en la nota. Le digo que no tengo problema. Me despido de Fátima con una foto que el productor nos saca. Y la saludo con un: “De tu mamá, sobre todo me gustaría saber de tu infancia y de tu mamá”. Beso, beso, hasta mañana.
A las dos de la tarde del día siguiente, el productor me llama. Me dice que hay que posponer para la semana que viene. Esta noche el presidente Javier Milei, novio de Fátima Florez, abre las sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación. A Fátima la están llamando de todos los canales argentinos y les están diciendo (ellos, ella y él, ellos) les están diciendo a todos que no. Que quedaría mal decirle a un medio extranjero que sí. Que le mande las preguntas por WhatAapp. Yo, que ya sé cómo termina esto, le digo: okay, ahí van. Ocho preguntas. Y agrego:
—Solo acepto audios de ella en las respuestas. Respeto tus condiciones, pero estas son las mías.
El productor me envía un audio amable pidiendo disculpas, me ofrece pagar los gastos de viáticos y alojamiento porque en su momento me dijo “la hacemos”, y se responsabiliza por lo que finalmente ocurre: la entrevista se cae. Listo, no voy a retratar a Fátima CON ella. Me queda solo la opción de escribirla consultando fuentes que no se llaman Fátima Florez.
Empecé a trabajar en esta entrevista el 21 de noviembre de 2023, cuando le escribí a Alejandro Veroutis, jefe de prensa de Fátima y colega con quien acuerdo notas desde hace 25 años. Es decir, llevo más de tres meses en esto. Así que las fuentes ya las tengo. No esperaba usarlas. Pero tampoco esperaba escribir esta crónica de lo que no fue. Hacerlo tiene un sentido, que tiene que ver menos con los acontecimientos y el culebrón de lo que ocurrió que con un estado argentino de las cosas: el país está viviendo momentos de profunda crispación e incertidumbre, y ningún analista razonable se anima a decir cómo terminará esto. Lo que ocurre alrededor del presidente Milei es la realidad. Lo que ocurre alrededor de la primera dama, es metáfora de esa realidad.
Así es el espectáculo de Fátima
Los Estrella de Mar son el reconocimiento que la crítica especializada entrega a las obras que se presentaron en el verano marplatense, los premios de la temporada, con su gala, su fiesta y su red carpet. Promediando la función de Fátima 100%, un juego de lásers recorre la sala y de golpe todos parecemos atravesados por líneas de luz que, ciertamente, enriquecen la experiencia del espectador y lo asombran. El dispositivo técnico es uno de los capitales del show, pero no el único. Una banda en vivo de ejecución precisa, el vestuario, la puesta en general, hicieron que esta pieza producida por Guillermo Marín se alzara con dos premios: al mejor espectáculo de humor y a la producción integral. Con respecto a la imitaciones, el gancho de la factoría Florez, Fátima es verdaderamente talentosa. Sus construcciones son el producto de una indagación. El tríptico de Moria, Susana y Mirtha, ese conjunto de divas que no necesitan ser llamadas por el apellido, sigue siendo efectiva y convocante. Es curioso que su imitación del presidente Milei sea la menos rica y la más breve sobre el escenario.
Desde la cima.
“Su hija va a ser una estrella”, le dijo Norberto Marcos a Marta Pinto, la madre de Fátima, que por entonces solo era María Eugenia. “No le llene de pajaritos la cabeza”, le respondió la madre. Que la dejara donde está, trabajando sanamente en el supermercado, el trabajo que le había conseguido el padre. Norberto Marcos estuvo 25 años casado con Fátima Florez. Y no, no la dejó trabajando en el supermercado.
Era el final de los noventa y Fátima estaba pelirroja. Venía de remarla en los duros, sufridos elencos de los musicales de Pepe Cibrián, que siempre creyó en el viejo axioma de “la fama cuesta y aquí es donde empiezas a pagarla”, la línea de apertura en cada capítulo de Fame, la serie de los ochenta. Fátima nunca le temió a esa línea.
Alcanza con escribir Fátima Florez en Google para que el buscador arroje dos datos al mismo tiempo (no contiguos, no uno después del otro, sino sumiltáneos, a la vez, uno a la izquierda de la pantalla y el otro a la derecha): nacida el 3 de febrero de 1978, nacida el 3 de febrero de 1981. El dato doble es genial porque deja leer una característica: alguien acá tiene un tema con la edad.
Norberto Marcos había sido productor en varios éxitos del Canal 9 de Alejandro Romay: Sábados de la bondad, por ejemplo. A Romay todavía se lo recuerda como El Zar por el éxito de su pantalla en aquella época, y por el éxito de aquellos programas en su canal. María Eugenia Florez tenía la voz, la presencia, el hambre, pero más que ninguna otra cosa, tenía el carisma.
Salió rebotada de un casting en Canal 9 que buscaba figuras femeninas, y salió rebotada por pelirroja. En 1999, Norberto Marcos estaba rearmando una nueva versión de Las Primas, que venía cambiando formaciones desde que “Saca la mano Antonio” se volvió una éxito en el comienzo de los ochenta. Lo que no quedaba en el canal, bueno, Norberto Marcos lo reciclaba. Cuando conoció a María Eugenia no podía creer la gema que habían dejado escapar.
La llevó a un estudio en el centro de Buenos Aires, zona de avenida Corrientes. La hizo cantar. Marcos aprendería lo siguiente: Fátima le puede pifiar a la primera vez. Ahora, una vez que aprende la canción, simplemente no le pifia nunca más. Estuvo por lo menos un año en Las Primas, según fuentes a las que me animo a llamar inobjetables.
Heridas abiertas.
Grasa, lo grasa. Es una derrota en el campo lingüístico y el enunciado político que este fonema se haya vuelto una injuria lacerante. Eva Perón enaltecía a sus seguidores cuando los llamaba “mis grasitas”. Fátima tuvo colegas, competidoras, compañeras vedettes, que han buscado herirla llamándola de esta manera. Como Nicole Neumann apodando “Muqui” a Pampita, Fátima también fue víctima de un bullying descarnado. Tengo una hipótesis que corroboré con todas mis fuentes y ninguna la objetó: Fátima Florez, como Javier Milei, han recibido vastamente la agresión del otro. Esos padres, en el caso de él. Esas brutales compañeras, en el caso de ella. La hipótesis dice que este noviazgo está hecho, entre las muchas otras cosas de las que puede estar hecho, también de lamerse mutuamente las heridas. Compro ahí.
En la madre de Fátima también hay algo que comprender, y en Agustina, su hermana, ambas habitantes del campo ideológico progresista, pañuelos verdes, lo que el habla triunfante de Tik Tok hoy llama dos “zurdas”. No es que Fátima esté mal con eso. Ni siquiera. Fátima no ha construido tejido ideológico. Es la hija de una arquitecto y una profesora de geografía que creció en una torre de Olivos, ahí nomás de la residencia presidencial a donde ahora tiene acceso como novia del presidente que vive y trabaja allí. Es decir, como (me hubiera gustado pensar con ella si se siente realmente así) Primera Dama de la Nación.
Me dicen que desde el balcón de su departamento la niña María Eugenia Florez veía la Quinta de Olivos. Me dicen que se hizo bien de abajo. Me dicen que su ambición siempre ha sido ser la primera. En recaudación, en premios. En lo que tuviera que enfrentar. Es alguien que la conoce mucho. Pregunto qué está viviendo Fátima Florez hoy. Me dicen que lo que se vive desde la cima, desde las alturas: está viviendo su revancha.
La guerra por la taquilla en Mar del Plata
Fátima 100% es uno de los éxitos rotundos en la temporada. Vi muy pocas butacas sin ocupar, y ya estábamos sobre el final del ciclo. Pero la maquinaria teatral necesita además la cifra dura que le dice a un espectáculo: sos el número uno. Esta cifra es publicada por Aadet, la cámara que nuclea a empresarios del teatro. Fátima 100% arrancó con liderazgo consolidado, pero luego aparecieron rumores que cuestionaron esa posición. Bossi Live Comedy, protagonizado por Martín Bossi, fue el otro gran éxito del verano y, según La Nación, hubo un momento en que pasó a liderar la taquilla.