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Software dispara sus ventas y contrata trabajadores a "mansalva"

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Instalaciones de Pyxis, empresa que se dedica a las tecnologías de la información. Foto: Leonardo Mainé

RECONVERSIÓN LABORAL

La pandemia terminó beneficiando al sector TI. Sus referentes proyectan duplicar la facturación para 2025. En busca de incrementar sus recursos humanos, las empresas ensayan distintas estrategias.

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Durante más de 30 años, las empresas que se dedican a las tecnologías de la información (TI) habían visto pasar las crisis económicas de reojo. Ninguna llegaba a golpearlas directamente. Al ser un sector exportador con alta demanda, si un mercado se veía afectado migraba a otro: y listo. Pero la pandemia con su impacto mundial puso fin a esta inmunidad.

Habituado a registrar un récord de facturación año tras año, la primera etapa del desembarco del COVID-19 trajo una incertidumbre desconocida en el sector, y el pesimismo corrió por primera vez por los pasillos de las oficinas creadoras de software. En marzo, la llegada del virus coincidió con el cambio de gobierno, que trajo aparejado un anuncio de recortes frente al que los distintos entes —importantes clientes del sector— decidieron esperar a que fueran designados los nuevos directorios para continuar con los proyectos previstos y avalar otros a futuro. “Fueron dos golpes en simultáneo”, dice Aníbal Gonda, referente de la empresa GeneXus y directivo de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI).

Entre abril y junio pasado, el Monitor de la Industria TI en Uruguay recogió el escalofriante dato de que la mitad de las empresas consultadas había reducido sus ventas —16% significativamente—, y un cuarto avizoraba que la reducción, aunque leve, continuaría. Además, el 29% de las empresas había enviado a algún trabajador al seguro de paro, un evento extraordinario en un universo donde cada talento se cuida como si fuera de oro. De hecho, Andrea Mendaro, gerenta general de la CUTI, comenta que hubo firmas que —a pesar de haber sufrido una caída en la facturación— los retuvieron activos para no arriesgarse a perderlos.

Unos meses después, ese escenario mejoró. Parte del sector dice estar viviendo una “primavera en medio de un invierno”. El ánimo cambió cuandose abrieron nuevos negocios. Según un relevamiento de la cámara, más de la mitad de las empresas confía en que sus ventas aumentarán hacia el final del año y el 83% prevé ampliar su plantilla de empleados.

“Nuestro sector terminó fortalecido. ¿Por qué? Porque, como luego de todas las crisis, se observa quiénes son los ganadores para copiar lo que ellos hicieron bien, y en este caso fueron rubros (como el entretenimiento, las compras en línea, los servicios de delivery) con un componente grande de tecnología”, relata Gonda.

Hoy, todos esos sectores que se vieron beneficiados quieren mantener esa posición que obtuvieron y están apostando a seguir incorporando tecnología. Y los que no tuvieron la suerte de estar bien posicionados no quieren que les vuelva a suceder, así que también la están incorporando. Esto generó una aceleración de la transformación digital: ya mismo estamos consumiendo parte de la tecnología que el sector proyectaba que iba a demandarse en el próximo quinquenio.

Inefop

Empresas solicitan ayuda para digitalizarse

Debido a la demanda generada por parte del sector empresarial, Inefop abrió un curso gratuito de transformación digital. El propósito es “sensibilizar a los empresarios acerca de la necesidad de dar este paso y adecuarse a los nuevos hábitos de consumo en los tiempos de pandemia”, fortaleciendo su adaptación a los mercados online. Son 22 las empresas que realizan la capacitación, a cargo de profesionales informáticos de UPM. “Tenemos previsto un segundo curso en febrero de 2021 con Price Waterhouse Coopers en coordinación y capacitadores de la universidad ORT”, anuncia Pablo Puppo, director del instituto. Por otro lado, 39.867 personas se inscribieron en las 50.000 licencias gratuitas que se convinieron con la plataforma Coursera; todavía hay vacantes. Entre los más requeridos, está el curso de Estrategias en redes sociales, Excel aplicado a negocios y Pilares del marketing digital.

Por otro lado, algunas firmas consiguieron incorporar otras unidades de negocios de sus clientes habituales que exigen el trabajo presencial que Uruguay puede darse el lujo de cumplir gracias al efectivo control de la propagación del COVID-19. Y la fama del TI charrúa se elevó al ser el tercer país elegido por Apple y Google para utilizar sus actualizaciones de software en la trazabilidad del virus.

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Según información de la CUTI, unas 900 personas egresan cada año de las carreras relacionadas a las tecnologías de la información.

Por todo esto es que el sector siente que está ante un momento único y pronostica un crecimiento descomunal. En la actualidad, su facturación representa 2,5 puntos del Producto Bruto Interno (1.687 millones de dólares) y estima que para 2025 podría crecer a 5. Eso proyecta: eso sueña. El asunto es, ¿qué otras piezas deben moverse para que se concrete la ilusión de duplicar las ventas?

Un futuro asegurado.

Muy pocas personas saben realmente lo que cuesta arrancar, poner a andar y frenar un ómnibus. Mover una mole de 15 toneladas por la ciudad, con decenas de personas a las que se les debe cobrar el pasaje mientras se maniobra, y sentirse responsable —también— de la vida de los transeúntes, genera un estrés del que poco se habla. Diego Pereyra solía ser uno de los choferes que sufría este nerviosismo en silencio.

—Yo llegaba a casa, mi novia me hablaba y le respondía con un ladrido. Mi vida era dormir y manejar. Hasta que un día ella me encaró y me dijo que no quería seguir con un hombre amargado y que teníamos que buscar un cambio, algo que me hiciera feliz.

Diego, muchos años antes del ómnibus, había estudiado analista de sistemas. Cuando tomó la decisión de irse del mundo del transporte, arrancó por el sendero de las computadoras, con trabajos esporádicos cuya sumatoria de ganancia, a fin de mes, le hacían replantearse si habría hecho lo correcto. Durante un tiempo, “sobrevivir fue muy duro”, recuerda.

Le comentaron que la empresa Globant buscaba personal; pidió una entrevista. Cuando llegó el día, se puso su mejor camisa y llegó con puntualidad inglesa. Pero Bernardo Manzella, quién lo evaluaría y luego lo conduciría a realizar una prueba técnica, no aparecía. Pasaron los minutos, hasta que lo vio venir, muy tranquilo, de jean y remera.

—No sé lo que vieron en mí. Había averiguado qué pedían en la prueba técnica y me había preparado mucho, pero la verdad es que yo no fui a venderme. Pero me tomaron. Cuando llegué el primer día a trabajar, en Aguada Park, había un molinete, pasé la tarjeta de empleado por el lector y se abrió ante mí un piso espléndido, lustroso. Subí al ascensor y todo brillaba. La oficina era colorida, la gente sonreía. Me dije: estoy en el futuro, ¿qué hago acá? Tenía 35 años y venía de trabajar con las manos engrasadas, rodeado de mal humor. Esa primera entrada la filmé con el celular: me filmé empezando en ese mundo.

La anécdota de Diego está a punto de cumplir nueve años; ahora es gerente de tecnología. Esta es una de las historias de reconversión exitosas de las que a Globant le gusta presumir pero, dice Diego, “no todo es maravilloso”. “Los chicos con los que trabajo nacieron con una play station en las manos y yo recién vi una, prestada, a mis 16 años. Ellos entendían cosas que yo a mis 35, no. Es un desafío diario hacer bien mi trabajo y a la vez mantenerme constantemente aggiornado”, confiesa.

Previo a la pandemia y de que se incrementara ferozmente el consumo de tecnología, las predicciones mundiales indicaban que para 2030 habría un déficit de unos 4,5 millones de trabajadores de TI. De acuerdo a la opinión de varios expertos locales, ese número será sensiblemente mayor.

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Diego Pereyra: de chofer de ómnibus a gerente de tecnología. Foto: Leo Mainé.

En Uruguay, el sector emplea a 16.500 personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Cada año ingresan entre 500 y 800 recursos nuevos, pero no alcanza. “Necesitamos duplicar ese número”, dice Ximena Canale, encargada de recursos humanos de Overactive, empresa que cuenta con 500 colaboradores distribuidos entre Montevideo, Chile, Argentina, Puerto Rico, Estados Unidos y Colombia, oficina que se abrió en plena pandemia para poder responder con talentos de allí a la demanda de los clientes. Overactive prevé que en el próximo quinquenio necesitará sumar otros 2.000 trabajadores.

“Uruguay tiene una oportunidad enorme de abarcar más proyectos. Para que no se convierta en un problema el crecimiento, o que no haya estancamiento, necesita sí o sí proveerse de talento”, plantea Mendaro, la gerenta de la cámara.

La carencia de recursos humanos en el sector TI es casi un cliché: se advierte desde hace 10 años, pero su necesidad ahora sí es imperiosa.

El talento viene por dos caminos. A mediano y largo plazo se puede contar con los que egresan de las distintas carreras y tecnicaturas, que según información de la CUTI no son muchos. A pesar de que los líderes TI repiten que en este sector “el futuro está asegurado”, de unos 2.000 que se matriculan anualmente se reciben menos de 900. Estos se distribuyen en todo el mercado del software, que es vastísimo porque hoy está desparramado por todos lados, así que no quiere decir que necesariamente integren las nóminas de las empresas del sector. Por eso son tan codiciados. Ese número —calcula Gonda— debería crecer por lo menos a 2.500 para alcanzar la proyección de crecimiento deseada.

El otro camino puede ser un atajo: la famosa y repetida reconversión, como la de Diego, el exchofer de ómnibus. “Es la solución rápida porque tomás población que ya es económicamente activa y en uno y dos años les podés dar herramientas para ingresarlos”, dice Mendaro.

Esto buscan los diversos programas de formación apoyados por la cámara en alianza con distintos organismos e instituciones, como Jóvenes a programar o las becas b_IT. En este programa, el promedio de edad es de 33 años y lo han cursado arquitectos, contadores, biólogos, psicólogos e incluso un privado de libertad y un policía. “Pero no es un proceso tan lineal, porque es una industria que se ha acostumbrado a trabajar en la escasez de talento y a contratar perfiles más senior”, advierte Fabiana Hernández, coordinadora del programa b_IT, de la CUTI.

En conclusión, “hay muchas vidas que cambian para bien por la reconversión” —dice Hernández—, pero tampoco es un proceso tan romántico como se cree. “El querer ser productivo en la tecnología requiere de mucha especialización y las empresas debemos invertir mucho tiempo en formar a los talentos reconvertidos y luego esforzarnos para conservarlos en nuestros equipos”, plantea Diego Sastre, CEO de Pyxis. ¿Qué hacer entonces para atraer a más recursos humanos ya mismo?

Talento no mirado.

Para sumar trabajadores,hay empresas que entregan bonos a sus empleadosa cambio de que recomienden a un colega disponible. Se toman estudiantes de los primeros años de las carreras con sueldos con los que otros profesionales ni sueñan; les ofrecen días libres, masajes, seguros de salud; les regalan desayunos y en verano hasta hay quienes mudan la oficina a una casa en la playa. Además, las firmas gestionan proyectos en conjunto, o se subcontratan, para reunir las manos necesarias para cumplir con el cliente. Otras empresas abren filiales en el exterior y combinan los talentos. Pero aún así son necesarias nuevas estrategias.

Sastre, el CEO de Pyxis, plantea que la transformación digital que está ocurriendo diversificó el perfil demandado. Hoy se requieren más empleados para operaciones de sistemas, lo que es compatible con personas con experiencia en administración, marketing y contaduría. Y aún si se tratara de un puesto más complejo, el mensaje que los ejecutivos dan es que para que una aplicación funcione se necesita desde un programador a un diseñador, pasando por un sociólogo, a personas que testen su proceso y, una vez que esté preparada, prueben su efectividad.

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Diego Sastre, CEO de Pyxis.

Precisamente el testing se posiciona como una gran puerta de ingreso al sector, ya que es una tarea que suele tener pocas barreras de entrada. Gonda, de GeneXus, cuenta que es tanta la demanda que se está tomando personal “a mansalva”, con capacidad de manejarse con un celular y usar redes sociales. “Se la juegan a formar a trabajadores que otras empresas no hubieran tomado ni para cadetes”, lanza.

La meta de las empresas es encontrar ese capital humano valioso que nadie está mirando. Pyxis, por ejemplo, se apronta a repetir la experiencia de su programa “+ 50”, en el que seleccionó a 10 personas con algún conocimiento previo de software y las formó durante unos cuatro meses, para luego ayudarlas a presentarse en el mercado. Tres se quedaron en casa: una de ellas solía dedicarse a cuidar a una anciana.

La empresa Arbusta sigue reclutando jóvenes captados en contextos vulnerables, con primaria completa y de entre 18 y 28 años. Pasando raya entre los clientes que suspendieron sus servicios debido a la pandemia y los que ganó, el resultado viene siendo beneficioso y les permitió ampliar su nómina de 12 chicos a 60.

Abstracta, por otro lado, recoge los primeros frutos del programa ReconverTIte dirigido a mujeres que viven en el interior. En este momento hay 10 salteñas convertidas en testers funcionales, algunas de las cuales ya ingresaron al mercado, como Milagros Olivera, una nutricionista que a sus 37 años, con dos hijos pequeños y otro en camino, evalúa desde su casa la funcionalidad de distintas páginas web y aplicaciones para un cliente en Estados Unidos.

Abstracta, además de localizarse en Salto, abrió sus puertas en Juan Lacaze, la golpeada localidad de Colonia que busca cómo reconstruir su matriz laboral. Allí también se instaló GeneXus; Quanam desembarcó en Artigas y hay más proyectos en Rivera, Cerro Largo, Lavalleja y Maldonado. “El sector va detrás de la creación de carreras. Está poblando el país en busca de talentos que sabemos que aunque estudien luego no se mudan a Montevideo a trabajar”, dice Gonda, desde la CUTI. En este sentido, el desarrollo del teletrabajo —cuya regulación el sector lleva años solicitand— permitirá afianzar la descentralización de las oficinas en la capital: este podría ser un punto de inflexión.

Globant, en tanto, desarrolla otra experiencia. La empresa sumó nuevas unidades de negocios de sus clientes habituales para el testing de videojuegos, cuyas pautas de confidencialidad del producto exigen que se realice en una oficina cerrada, condición que la situación sanitaria local por el COVID-19 permite. “Cualquier filtración de una imagen podría generar una pérdida millonaria”, dice Bernardo Manzella —aquel que había recibido a Diego, el exchofer de ómnibus—. Cuenta que ya sumaron a 100 personas para esta función y prevén que necesitarán llegar a 500 en los próximos meses.

Por otro lado, el programa “Code your future”, que convoca a personas “con algo de experiencia, buen inglés y muchas ganas”, ofrece una formación de tres meses, pagando un sueldo. “Es una forma de achicar la brecha de lo que es la educación y lo que finalmente las empresas requieren”, plantea Manzella. Incluso elaboraron una lista de conocidos de sus empleados que están en seguro de paro y los reunieron para planificar su reconversión, ofreciéndoles un seguimiento a cargo de un mentor de la empresa.

Atento a este movimiento, el gobierno también quiere ser parte de la desmitificación de las TI. Recientemente la CUTI se reunió con la dirección de la UTU, que está buscando actualizar sus programas. Inefop generó un convenio con Microsoft y otro con Coursera, una alianza gratuita para ayudar a capacitar a trabajadores, en situación de desempleo o no. Se lograron 50.000 matrículas sin costo, de las cuales 39.867 ya se están cursando y quedan 10.133 disponibles. Esto, dice el director del instituto Pablo Puppo, es una señal de la estrategia de este período: “Priorizar la demanda de mano de obra de sectores modernos, que miran hacia afuera”.

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Empresas reciben más curriculum y sus CEO son contactados por trabajadores interesados, incluso desde el exterior.

Además, según supo El País, la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología está negociando con la plataforma educativa Platzi la adquisición de licencias. Freddy Vega, uno de sus fundadores, cuenta que durante la pandemia la matriculación de uruguayos se cuadruplicó: son 92.000 los que hoy estudian desarrollo web, marketing digital o inglés.

También las empresas TI reciben más currículum que nunca y los CEO son contactados por talentos extranjeros que planifican instalarse en Uruguay; dicen que las consultas de argentinos se multiplicaron por 10. El desafío, plantea Sastre, el CEO de Pyxis, es que las empresas resulten atractivas para conquistar a estos nuevos talentos que ingresarán al sector pero no necesariamente tendrían por qué hacerlo en firmas locales. Es que se sabe: el mundo de las TI no conoce fronteras y las tentaciones para seducir a los codiciados trabajadores se renuevan día a día.

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Un premio para las mujeres del sector y un plan para atraer a inmigrantes calificados

Hay dos carencias puntuales de recursos humanos que preocupan a los referentes del sector. La primera es la magra presencia femenina en las plantillas. Actualmente, apenas el 20% de quienes egresan de las carreras son mujeres. Esto se traduce en un 30% de participación en las oficinas, aunque cada vez alcanzan los puestos más calificados. “Contar con mujeres en los equipos es fundamental por algo básico, porque los productos tecnológicos deben estar en concordancia con la diversidad de la población”, plantea Fabiana Hernández, de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI). Algunas empresas desarrollaron estrategias de reconversión focalizadas, como Abstracta, o el programa de Ceibal Jóvenes a programar, que tuvo una edición limitada para mujeres. Por otro lado, este año se lanzarán los Globant Award Women that build, que buscan reconocer el liderazgo femenino en el sector y tener un efecto inspirador. En tanto, empresas del sector planifican una propuesta de proyecto de ley que busca promover la inmigración calificada de talentos, otorgándoles algunos beneficios (como “vacaciones del pago de impuestos”) a extranjeros que vengan a trabajar en el sector en cargos de relevancia. “La idea es que esa persona además de aportar su conocimiento utilice el gran sueldo que le pagamos en el país, derramándolo en distintos sectores de nuestra economía”, explica Aníbal Gonda, de la CUTI. Además, urge la regulación del teletrabajo y la necesidad de estudiar formatos de contratación novedosos, que se ajusten a los variantes requerimientos del sector. También se exige que se reincorpore el presupuesto para la ANII, ya que la inversión en investigación y desarrollo es esencial para promover proyectos novedosos que desafíen a los talentos, y además para que el sector genere productos con valor agregado.

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