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¿Qué hará Juan? La decisión “íntima” que retrasa a Sartori y puede cambiar la campaña electoral

El empresario y senador aún no definió si será precandidato, recibe sondeos por posibles alianzas y sopesa factores “personales”; mientras tanto, no pierde el tiempo para la activación de su propaganda política.

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Juan Sartori llegando a la Comision de Seguridad Social
Juan Sartori.
Foto: Leonardo Mainé

Al menos en su paso por la política, el empresario millonario Juan Sartori parece estar más frecuentemente rodeado de preguntas que de respuestas. Cuando desembarcó sorpresivamente en la interna blanca de 2019 para competir como precandidato, su carta de presentación fue entre signos de interrogación: “¿Lo conocés a Juan?”, preguntaban sus avisos en la televisión. “¿Vos sabés quién es Sartori?”, insistían. En los años desde que asumió como senador, compañeros y adversarios del ámbito parlamentario han compartido reiteradamente una misma inquietud: “¿Dónde está Juan Sartori?”

Ahora que se acerca de nuevo una elección, que todos más o menos saben quién es —y que aprendieron, por cansancio, a no desvelarse demasiado por su ubicación en el mapamundi— otra pregunta empieza a asomar.

¿Qué hará Juan?

Nadie lo tiene claro.

¿Se volverá a presentar como precandidato a la Presidencia? ¿Dará su apoyo a otro precandidato del Partido Nacional? ¿Hará campaña en la interna?

Juan Sartori. Foto: prensa Juan Sartori.

No lo tienen del todo claro los precandidatos del partido —sus potenciales competidores—, que lo han sondeado o bien para conocer de primera mano sus intenciones o para proponerle algún tipo de alianza.

No lo tienen claro las consultoras de opinión pública, que aun así recogen una nada despreciable adhesión a una potencial candidatura de Sartori cuando se lo presenta en la grilla de competidores.

No lo tienen claro tampoco sus principales lugartenientes, esos pocos dirigentes que le fueron fieles en todos estos años y ejercieron la representación del “sartorismo” ante las ausencias de su líder, y que ahora se esfuerzan por controlar —no siempre con éxito— cualquier señal de desconcierto y enojo ante la falta de definiciones.

No lo tienen claro quienes han participado, ya sea en el diseño o la ejecución, de las piezas publicitarias que por estos días promueven en redes el trabajo legislativo del senador y su equipo.

No lo tiene claro —juran quienes han hablado con él al menos hasta el fin de esta semana— ni siquiera el propio Juan Sartori.

Incierto

A menos de tres meses de las elecciones internas previstas para el domingo 30 de junio, el empresario que irrumpió por sorpresa en la competencia de 2019 —y logró un segundo lugar en la interna nacionalista, por detrás del hoy presidente Luis Lacalle Pou— todavía no ha comunicado si competirá nuevamente para ser presidente, y la respuesta a esa pregunta es esperada con ansias entre los dirigentes del Partido Nacional, que por un lado ven en Sartori un factor que puede agitar las aguas por ahora tranquilas de la competencia interna, y que al mismo tiempo depositan en él cierta expectativa para captar votos en sectores desinteresados de la política que serán claves para la elección de octubre.

Si bien una serie de spots publicitarios a comienzos de año hicieron creer a todos los blancos que el anuncio de la precandidatura era inminente, los últimos mensajes emitidos por el empresario —tanto en público como en privado— solo han traído mayor incertidumbre.

Juan Sartori y su esposa Ekaterina Rybolovleva. Foto: Fernando Ponzetto.
FERNANDO PONZETTO

En conversaciones privadas que mantuvo hasta el fin de esta semana, Sartori ha planteado que todavía no está pronto para comunicar una definición. Quienes han dialogado con él atestiguan que no solo tiene ganas de continuar en política sino de asumir un mayor protagonismo, pero dicen también que hay “motivos personales” que le hacen dudar de si está en condiciones de ser candidato y liderar una campaña electoral. Se trata, coinciden los consultados, de una definición “íntima”.

“Cuando hablás con él y le planteás que hacer campaña implica estar presente todos estos meses en Uruguay, él te dice ‘sí, tenés razón...’ No es que no lo sepa de antemano o que no lo haya considerado, pero es claro que es un factor que pesa”, dice a El País un dirigente blanco.

Otro consultado acota que la cuestión no pasa tanto por tener que estar estos meses recorriendo el país —ya que en su equipo ni siquiera lo ven como un método necesario o eficiente de campaña— pero que sí existen aspectos inherentes a la exposición y dedicación de una candidatura que todavía lo hacen dudar. “No quiere decir ni que se vaya a tirar ni que no se vaya a tirar; solo que no es tan lineal como puede interpretarse al ver alguno de sus avisos”, complementa otro.

En medio de esa incertidumbre, que ya de por sí trae consecuencias en la interna blanca y dilata otras definiciones, distintos referentes del Partido Nacional —como el presidente Luis Lacalle Pou, los precandidatos Álvaro Delgado y Laura Raffo, y dirigentes cercanos a cada uno de los comandos— han mantenido contacto con el senador o sus interlocutores, a la espera de que al fin revele sus cartas.

Juan Sartori, Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimón en acto de la lista 880
Juan Sartori, Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimón en acto de la lista 880.
Foto: Prensa Sartori

Los consultados por El País coinciden en algo: en las distintas conversaciones sobrevuelan “todos los escenarios”, desde la precandidatura propia de Sartori al eventual apoyo a alguno de los otros precandidatos —desde el entorno de Raffo, dicen algunos, ha habido particular interés en explorar posibles alianzas—, o la alternativa de no marcar preferencias por ninguno. Cada una de esas opciones, agregan las fuentes, implica contemplar a su vez negociaciones independientes, sobre todo de cara a octubre.

La inquietud y las especulaciones son solo el síntoma de que el lugar que ocupe Sartori en el mapa interno no es inocuo para la competencia nacionalista y la correlación de fuerzas.

Desde el comando de Raffo, por ejemplo, hay quienes plantean que una eventual precandidatura del empresario podría “amenazar” el lugar de “retador” del que hoy parte la economista en su competencia con Delgado. Otros dicen que las conversaciones son necesarias no solo para “sumarlo al bando propio”, sino para “evitar su adhesión a un bando ajeno”. También hay quienes, como el diputado herrerista Juan Martín Rodríguez, han declarado en cambio que el que quiera disputar la Presidencia debe estar dispuesto a competir con quien sea. “En el Herrerismo estamos muy tranquilos con nuestra candidata y nuestra estrategia. Como decía el viejo Herrera: ‘El que tenga miedo que se compre un perro’”, planteó Rodríguez a El País semanas atrás.

Lo que nadie niega es que aquello que decida Sartori tiene al menos el potencial de convertirse en un factor disruptivo en la campaña.

Mientras tanto, la postergación de la definición también genera cierto desconcierto y ansiedad en dirigentes nacionales o departamentales del espacio político de Sartori, que están a la espera de un lineamiento claro para comenzar a discutir el armado de listas o establecer nuevas alianzas, tanto en lo inmediato —de cara a junio— como de cara a la carrera más larga hacia octubre.

“Anímese Sartori”, escriben algunos de ellos en sus redes, aferrándose a cada pequeña pista en sus mensajes.

“Distante” producciones

Se abren las puertas de un despacho. Un hombre de calvicie prominente, traje desaliñado y lentes negros ingresa con una carpeta en la mano. Es “el senador Banquetti” y dentro de la oficina lo espera su secretaria.

—Llegó otro proyecto de ley para tratar -le dice ella.

—¿Otro más? No digas que es de… ¡Este Sartori me tiene podrido! ¿De dónde saca tantas ideas?

—Igual hay que reconocer que la idea del hospital público veterinario es interesante...

—A Sartori no hay que darle vida, Margarita.

—Entonces hoy presentamos un proyecto de ley sobre cambiarle el nombre a “Los cuernos de Batlle”.

—¡Exactamente! Dale prioridad a este, y metete con el de cambiarle los nombres a los puentes del interior. Eso a la gente le va a encantar.

El sonido de un cuac y el emoji de un pato le pone fin al breve intercambio ficcionado, y da paso a una voz en off: “De Sartori dicen cualquier cosa, pero la verdad...”

El spot publicitario —difundido por Sartori en sus redes a fines de marzo y realizado junto a la productora Distante Producciones, según supo El País— estuvo acompañado por el lanzamiento de un sitio web que incluye un relato propio sobre su desempeño parlamentario, así como avisos digitales que sugieren “tocá acá” para conocer “qué hizo Juan Sartori en estos 4 años”.

A cargo de la coordinación de esa campaña está Martín Silva, consultor en comunicación política que asesoró a Sartori en 2019 y ha trabajado con él desde entonces. Consultado por El País, Silva aclara de antemano que no tiene elementos para responder si Sartori será o no candidato, pero sí para explicar qué hay detrás de estas últimas piezas.

Y lo dice así: “La mayoría no tiene idea lo que ha hecho Sartori en estos cuatro años. Se han posicionado lecturas inexactas del trabajo parlamentario de Sartori. En estos mensajes hay un fin de explicar y dar contexto al trabajo que ha hecho en estos años. Los cuestionamientos parcializan mucho lo que es la gestión de Sartori. Muchos lo critican porque saben que rinde, y lo quisimos ejemplificar de una forma crítica a través de un sketch”.

Camara de Senadores
Juan Sartori - Sesion de la Camara de Senadores por varios asuntos, en el Palacio Legislativo de Montevideo, ND 20230510, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

¿Se viene el lanzamiento de la precandidatura? “No es necesariamente la previa de una campaña presidencial —eso, dice Silva, se sabrá más adelante—; es la previa de una campaña para que la gente conozca qué fue lo que hizo”.

Las interpretaciones, sin embargo, dan para todo. Para algunos, el inicio de una campaña de expectativa —un arma que utilizó en 2019—, son señales fuertes de que Sartori prepara su candidatura. Otros, en cambio, observan que el perfil de estos últimos mensajes —a diferencia de piezas anteriores en las que se lo mostraba con la banda presidencial o se lo vinculaba directamente con la competencia por la Presidencia— se han concentrado únicamente en su labor como parlamentario, y a partir de ello infieren que podría estar inclinándose finalmente por una campaña para retener la banca en el Senado. Están también los que aseguran que solo está “manteniendo la llama” para no empezar de cero, sea cual sea su decisión final.

Polémica

Senado debe definir si mantiene la sanción a Sartori por “omisión”

Uno de los asuntos que ha tenido a Sartori en la agenda pública es la polémica en torno a sus declaraciones juradas y la “omisión” en la que incurrió a juicio de la Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep).

Ese organismo señala que Sartori omitió incluir en su declaración los bienes de su esposa Yekaterina Rybolóvleba, hija del magnate ruso Dmitri Rybolóvlev. El artículo 12 de la ley 17.060 (“Ley Cristal”) obliga a los legisladores a transparentar algunos elementos de su patrimonio, incluyendo a sus cónyuges. Sartori ha defendido su actuación señalando que con su esposa tienen separación de bienes y que por lo tanto no se lo puede obligar a otorgar la información. Para ello presentó un recurso de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte, pero fue desestimado por tres votos contra dos. A raíz de la resolución de la Corte, a fines de 2023 la Jutep declaró por unanimidad que Sartori estaba “omiso” en su obligación, y lo sancionó con 50% de retención del sueldo.

En respuesta, Sartori presentó un petitorio exigiendo que no se aplique la sanción, señalando que la Jutep “no está actuando acorde a derecho”. Según informaron Búsqueda y La Diaria, la división Jurídica del Senado le dio la razón a la Jutep y aconsejó rechazar la petición de Sartori, aunque planteó que el tema debe dirimirse con el voto de los senadores.

El artículo 115 de la Constitución establece que cada cámara puede “corregir a cualquiera de sus miembros por desorden de conducta en el desempeño de sus funciones y hasta suspenderlo en el ejercicio de las mismas”, a través de “dos tercios de votos del total de sus componentes”. Por su parte, el artículo 16 de la Ley Cristal establece que los funcionarios omisos “serán intimados en forma fehaciente por parte de la Jutep para que lo hagan en el plazo de quince días” y que en caso de incumplimiento no justificado, ese funcionario “no podrá ejercer nuevamente la función pública hasta tanto no presente la declaración omitida”.

De todos modos, existen diferentes interpretaciones sobre el alcance de esa prohibición y quién es, en definitiva, el responsable de hacer que se cumpla lo escrito en la ley.

Mientras tanto, según informó el semanario Búsqueda, la Jutep evalúa declarar omiso a Sartori por segunda vez, en este caso por falta de datos sobre su propio patrimonio.

El rol de Sartori

La campaña, aun sin definición, sigue su marcha. Y contrario al nombre de la productora audiovisual a cargo de las piezas, la comunicación del empresario busca contrarrestar la idea de un Sartori ausente o alejado de los asuntos políticos del país.

Dice que “es el senador del Partido Nacional con más proyectos de ley y más propuestas presentadas en el Parlamento”, el “único senador que dona su sueldo” y que “gracias a Sartori” y su equipo “Uruguay se benefició con más de 300 millones de dólares de inversión de empresas”. Esto último, algo difícil de comprobar y cuantificar a partir de la información difundida por el senador, más allá que desde el entorno del exprecandidato mencionan que ha "acercado" a diversos inversores extranjeros para iniciar proyectos en el país.

Asimismo, los spots de Sartori destacan que él junto a sus suplentes han tenido 99% de asistencia al Senado —lo cual es estrictamente cierto para las sesiones del Plenario a las que fue convocado—, aunque no aclaran —al menos en la web oficial— que el empresario fue llamado a la mitad de sesiones que los otros titulares de las bancas en el Senado, por encontrarse de licencia, en muchos casos con descuento del salario por haber agotado los días amparados por la ley. La normativa habilita a los legisladores a ausentarse por “motivos personales” hasta 30 días al año, y luego otorga otros 30 días anuales que pueden ausentarse pero sin cobrar su salario.

Juan Straneo, Juan Sartori y Rosina Piñeyro. Foto: Prensa Juan Sartori.

De los senadores que han estado en el Parlamento los cuatro años de la legislatura hasta ahora, Sartori tiene aproximadamente la mitad de asistencia al Plenario (fue citado 81 veces y concurrió 80, contra un promedio de 170 citaciones y asistencias para el resto) y menos aún a las comisiones (93 citaciones y 77 asistencias, frente a un promedio de más de 300 citaciones y asistencias en el resto).

De hecho, el principal suplente de Juan Sartori —el dirigente Juan Straneosupera al titular de la banca en asistencias al Senado, con 88 participaciones. Sartori ha sido suplantado también por su madre, Rosina Piñeyro, quien asistió a 23 sesiones.

El argumento del empresario, al igual que el de sus asesores, es que desde un primer momento anunció que su banca sería ejercida “en equipo” y no solo por él, ya que no pasaría “encerrado mirando los puntos y las comas de las leyes” (ver nota aparte en esta página). En ese sentido, destacan que si se toma en cuenta a todos los integrantes del equipo, la asistencia es superior al promedio.

Los proyectos impulsados por Sartori, en tanto, incluyen la creación de un hospital veterinario público, la regulación de la inteligencia artificial, y la aplicación de multas a quienes tiren colillas de cigarros, entre otros.

Al menos en estos días, sin embargo, las conversaciones sobre el rol de Sartori pasan menos por sus capacidades ejecutivas o su técnica legislativa, que por lo que podría aportar en materia electoral.

En el oficialismo —en esto empezando por el presidente Lacalle Pou— consideran necesario “ampliar” todo lo posible el menú y los perfiles de los líderes de la coalición. Además, a pesar de contar con una estructura disminuida en comparación con 2019 y haber perdido una parte del factor novedoso, varios dirigentes entienden que Sartori es capaz, por su personalidad, el perfil de su comunicación política y por su billetera ancha, de llegar a sectores poco politizados que conforman una buena parte del botín de indecisos.

“En esta elección tan pareja, todo eso suma”, resume uno de los consultados para este informe.

Sartori se mantiene como factor de incertidumbre e imprevisibilidad, pero quedaron atrás los tiempos en los que se lo empujaba para afuera de la foto.

En primera persona

Aquella campaña de 2019: dinero y "propaganda negra"

Por Sebastián Cabrera

Tengo arriba cuatro campañas electorales, o más bien cuatro ciclos electorales, desde que empecé a trabajar como periodista en los primeros 2000; algunas más de adentro que otras. En 2009 El País me asignó la cobertura de la campaña de Danilo Astori —venía de ser ministro de Economía y garantía de estabilidad en el primero gobierno de Tabaré Vázquez— rumbo a las internas, que recuerdo muy compleja porque el precandidato cayó con una neumonía fuerte que lo dejó varias semanas internado y fuera de combate y terminó perdiendo con quien después sería presidente, José Mujica, algo que pocos imaginaban. Astori y Mujica, se sabe, eran como el agua y el aceite. Ese mismo año seguí de cerca los últimos meses de la campaña de Luis Alberto Lacalle hasta el balotaje. Lo acompañé en giras y recorridas por Montevideo y otras partes del país: el periodista que cubre a un candidato se convierte casi en su sombra para contarle al lector qué dice y qué hace el político (y los que lo rodean), o por lo menos así era en aquella época; en estos tiempos tan raros de TikTok algunas cosas pueden cambiar.

Aquella también fue una campaña dura entre dos personajes antagónicos. Estuvo llena de episodios polémicos: se habló un montón de la “motosierra” que el dirigente blanco había prometido aplicar en el presupuesto así como de sus desafortunados dichos sobre que Mujica vivía en un “sucucho”, en una “cueva”. Y hasta el descubrimiento del arsenal de Saúl Feldman se metió (o algunos intentaron que se metiera) en medio de la elección entre el dirigente herrerista y el tupamaro.

Pero nada se acerca a las elecciones internas de 2019 cuando el destino me colocó como testigo de la inédita y millonaria campaña de un hasta entonces poco conocido empresario, Juan Sartori, quien decidió competir en la interna del Partido Nacional. Fue un ascenso veloz a base de mucho dinero, trabajo de asesores, despliegue en todo el país (un día aparecía con su esposa Yekaterina Rybolóvleva en el Carnaval de Artigas, otro desfilaba en la Patria Gaucha y después viajaba a presentarse en los países de la región), una campaña publicitaria agresiva contra su principal rival, toques de campaña sucia y un personaje con un inocultable carisma. Y eso que en entrevistas demostraba llamativo desconocimiento de la realidad nacional. Una vez, en el programa En la mira de VTV, admitió que no sabía la cifra de desempleo ni la del salario mínimo nacional.

Atrás había un combo tan explosivo que por momentos parecía que le podía permitir ganar las elecciones internas del Partido Nacional, lo que fue solo una ilusión porque Luis Lacalle Pou terminó triunfando y con gran distancia.

Esa campaña tuvo de todo: audios adulterados, miles de llamadas telefónicas en la madrugada a casas en las que al atender sonaba el jingle de la Lista 71 que apoyaba a Lacalle Pou (pero, se supone, eran realizadas por el equipo de Sartori), aparente compra de votos y hasta la participación de un gurú de la estrategia electoral, el venezolano Juan José Rendón, a quien algunos llamaban “el rey de la propaganda negra”.

Cosas que en Uruguay nunca habían pasado o por lo menos no todas juntas.

“El Sr Noticias Falsas ahora puso a circular un audio adulterado con mi voz. Que poco respeto por nuestra democracia!”, tuiteó el propio Lacalle Pou, cansado, el 16 de junio de 2019 a 14 días de la elección. Eso después que se difundiera un audio supuestamente adulterado sobre un pacto con el Frente Amplio.

Al final Sartori quedó segundo y desplazó a Jorge Larrañaga a un doloroso tercer lugar en la interna. A inicios de agosto de ese año lo entrevisté en la sede del Edificio Unión en Plaza Independencia, que oficiaba como su comando de campaña. Recuerdo un edificio completamente vacío que contrastaba con el panorama de las semanas previas a la elección, lleno de gente interesada en subirse a la ola de Sartori, con un ir y venir constante; hasta un gran call center funcionaba en uno de los pisos.

Algunas de sus respuestas de aquella nota, leídas hoy, cobran más sentido. Él venía de descansar unas semanas en Europa junto a su familia. Le pregunté si iba a ser un senador presente. Respondió:

—Así como fui un candidato distinto, voy a ser un senador distinto. No pasaré encerrado mirando los puntos y comas de las leyes. Voy a renovar la forma de actuar en el Parlamento, haré algo más dinámico y pragmático.

Al final de la charla le pregunté si ya pensaba en una candidatura para 2024, a lo que Noelia Franco —encargada de comunicación en aquel entonces; hoy peleada con él— respondió veloz: “Desde el 1° de julio ya nos proyectábamos para el 2024”.

Él matizó:

—Cinco años son largos. No se puede decir con seguridad que haré. Pero para lo que el país me necesite, yo estoy dispuesto a comprometerme.

—¿Pero ya no está seguro de que será candidato a presidente otra vez? —insistí.

—Veremos las circunstancias. Es difícil decir que algo es seguro cuando falta tanto tiempo. Eso sí, mis ganas siguen más fuertes que nunca y la gente me dice que no baje los brazos.

Pasaron cinco años y no se sabe si volverá aquel Sartori sonriente que corría como loco en las giras, que prometía lo imposible, que generaba campañas sucias. En el medio fue senador aunque, como había prometido, estuvo más ausente que presente en el trabajo legislativo. No fue una figura destacada de la política nacional.

La pregunta es si volverá. Y, si vuelve, ¿qué Sartori será?

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