Montañas de plástico por la crisis del agua: ¿cuántos bidones y botellas se reciclan y cuánto va a la basura?

La venta de agua embotellada sigue aumentando. ¿Pero cuánto más se recicla? Acompañamos el recorrido desde que se tira la botella al contenedor hasta que se convierte en escamas en una planta.

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Se sabe: los bidones son el producto estrella en cualquier supermercado montevideano o del área metropolitana. Llegan y se van como agua, literalmente. La imagen de gente cargándolos —y también fundas de esas con seis botellas— se ha convertido en una escena cotidiana desde hace algo más de dos meses, cuandose agudizó la crisis hídrica en el sur del país: el agua que sale de las canillas se puso más salada y el Ministerio de Salud Pública habilitó el aumento en el porcentaje de cloruros y sodio.

Esa es historia conocida. Pero este notorio incremento en el consumo de agua embotellada trae una consecuencia poco deseada: más plástico va a la basura.

Claro, esta situación se da en un país donde se recicla poco, al menos en comparación con el mundo desarrollado: la tasa nacional de recuperación del plástico es cercana al 4% y hay una meta del Ministerio de Ambiente de alcanzar el 30% en 2023 y 50% en 2024. Este año ya se sabe que no se llegará al objetivo planteado pero todo cambiará cuando a fines de 2024 se empiece a aplicar el Plan Vale, con un novedoso sistema de depósito-reembolso (ver recuadro más abajo).

¿Pero cuánto de las miles y miles de botellas y bidones que se compran al día terminan hoy en plantas de clasificación para ser recicladas? ¿Y cuánto muere en usinas como la de Felipe Cardoso, mezclado con el resto de la basura, y demora mucho tiempo en descomponerse? Se calcula entre 100 y 1.000 años.

Adelantamos un dato: a la planta de la empresa Ecopet en Pando, la única que hoy centraliza en Uruguay todo el reciclaje de botellas de agua y refrescos, donde las lavan y trituran para luego volver a fabricar nuevas botellas, hoy llega solo un 10% más que antes del inicio de la crisis a inicios de mayo. Eso según cifras de la empresa a las que accedió El País.

Parece demasiado poco.

Porque el aumento en la venta de botellas es, desde ya, muy superior. Según Id Retail, una empresa de investigación de mercado, en mayo la venta de agua en las grandes superficies fue 253% más que en el mismo mes del año anterior y en junio el incremento alcanzó 243%. Esto, llevado a números totales, implica que en mayo se vendieron unos 13 millones de litros y en junio 12,8 millones contra unos cuatro millones de litros mensuales en los mismos meses de 2022, siempre según cifras de esta consultora.

Los datos del mercado total —incluyendo almacenes, autoservicios, kioscos y otros pequeños comercios— también reflejan el salto: de 18 millones de litros en mayo de 2022 a 35 millones en mayo de 2023. El aumento es más grande, lógico, en el área metropolitana pero en el interior también “se multiplicaron por 1,5” las ventas, es un traslado de consumo por gente que viaja pero también “es fácil suponer que hubo un contagio, por las dudas muchos se abastecen”, dice la socióloga Ana Laura Gudynas, gerenta de Insights y Analítica en Id Retail.

Otro dato: desde el 21 de junio, cuando se concretó la exoneración de impuestos al agua embotellada, las ventas diarias aumentaron 15%, según esta empresa, que elabora su indicador en base al scanner de caja de los comercios.

Algo parecido muestran las cifras de la firma Scanntech, que recoleta información de tickets de compra cercanos al 50% del volumen total de Uruguay: registra un incremento de 270% en junio respecto al mismo mes del año anterior en Montevideo y Canelones y de 329% en los primeros 11 días de julio. El aumento es superior en botellas de agua sin gas (726%) que en bidones (330%) y agua con gas (125%).

Pero veamos cómo empieza el camino del reciclaje.

El primer paso.

Una de las cinco plantas de clasificación que hay en Montevideo está en la avenida Burgues casi Aparicio Saravia al lado del Parque Maracaná, ahí donde termina Cerrito de la Victoria y empieza Casavalle. El predio y la infraestructura es de la intendencia y la treintena de trabajadores, todos exclasificadores callejeros e integrantes de la cooperativa Burgues, cobra un sueldo base pagado por la Cámara de Industrias. Hay un complemento en base a las ventas. Cada día recuperan entre 1.500 y 1.900 kilos.

La cadena de reciclaje empieza en los hogares de miles de montevideanos y sigue en los contenedores o bolsones donde estos llevan los envases pero acá, en el predio casi sobre Aparicio Saravia, se da el tercer y decisivo eslabón de la cadena: cada día llegan varios camiones con material que debe ser clasificado.

Planta de clasificación de reciclables de la IMM en la Avenida Burgues.
Planta de clasificación de reciclables de la IMM en la Avenida Burgues.
Foto: Leonardo Mainé.

Buena parte es lo que recoge la Intendencia de Montevideo (IMM) en contenedores ubicados en supermercados y otros específicos para reciclables en las calles del municipio B (Centro, Ciudad Vieja y Cordón), además de nuevos puntos de reciclaje en diferentes sitios de la capital tras el inicio de la crisis del agua. Y también vienen motocarros —hay más de 100 en Montevideo pero entrarán 100 más este año; no son empleados de la intendencia, sino que tienen contratos unipersonales, les pagan por tarea— con la carga de bolsones ubicados en edificios, cooperativas y casas de particulares.

RECICLABLES

¿Dónde se llevan los envases?

Hoy cualquiera puede pedir un bolsón para reciclar, ya sea en edificios o casas. Basta con mandar un mensaje al WhatsApp 092 250 260. Una vez que el bolsón se llena, se manda otro mensaje al teléfono: van a buscar el contenido y dejan otro bolsón vacío. Y hay puntos de entrega voluntaria de materiales reciclables (plástico, cartón, papel, lata) en supermercados y varios espacios públicos. Se puede consultar el listado aquí.

En una salita un grupo de representantes de la cooperativa recibe a El País un martes a las 10 de la mañana: la coordinadora Yoselynn Vidarte, la presidenta Cecilia Vargas (empezó a trabajar a los 12 años en la calle con un carrito a mano), la tesorera Daiana Rodríguez y el secretario Rodolfo Amarillo. Invitan con café, té o agua con gas. Dicen que el cambio es radical y que hoy reciben mucho más plástico: el doble al menos, estiman.

—Hoy por hoy lo que nos deja más es el PET, que viene a ser la botella de plástico —dice Rodríguez—. Pero por el problema del agua nos bajó demasiado el precio hace un mes.

—¿Cuánto cayó?

—Estábamos vendiendo el material a 13 pesos el kilo y hoy lo vendemos a 8. ¿De qué nos sirve que entre mucho más si se le saca mucho menos? Y dicen que seguirá bajando el precio.

—¿La baja es porque hay demasiada oferta de plástico?

—Claro, como hay mucho material te bajan el precio. Ahora tenemos que vender más para llegar al monto mensual que ingresaba antes. Afecta muchísimo.

—¿Pero entonces los beneficia o los perjudica que haya más plástico?

—Que haya más nos beneficia porque se encuentra más fácil —admite Vargas—. Pero que el precio bajó, bajó.

Desde la empresa Ecopet, el gerente de planta Pablo Luis confirmará más tarde que el precio bajó pero dirá que no es porque hay más oferta, sino que se rige por valores internacionales: “Y a las plantas de las intendencias no se le aplicó toda la baja del precio por la poca cantidad que producen y por el contexto social de sus integrantes”.

Planta de clasificación de reciclables en la avenida Burgues.
Planta de clasificación de reciclables en la avenida Burgues.
Foto: Leonardo Mainé.

Al fondo de la planta un galpón acumula miles de envases. Son días de mucho trabajo, más de lo habitual, tanto que a veces hay que rechazar camiones. Se ve una montaña de basura que irá bajando a lo largo de la jornada. Afuera varios trabajadores con uniforme con el logo de Tu envase sirve (el plan de gestión de envases llevado adelante por el Estado y la Cámara de Industrias) están en medio de toda esa basura y van tirando algo de lo que encuentran a diferentes bolsones: en uno botellas transparentes, en otro botellas y bidones verdes, en otro diversos envases de plástico, en otro latas, en otro cartones, en otro papel y todo así.

La basura casi que se mete adentro del galpón y otro grupo de clasificadores la “apalea” hacia una cinta. Por ahí se ve un enorme nylon transparente, bolsas de galletitas, cajas de plástico de esas de helado, envases de detergentes, latas de cerveza y otras de Coca Cola, entre tantas cosas. Y, claro, botellas y bidones, botellas y bidones, botellas y bidones. Muchas botellas y bidones.

Dentro del galpón también separan lo que encuentran arriba de la cinta. Algunos bolsones están llenos y preparados para enfardar. Lo que no se enfarda son los envases de vidrio porque, tras el cierre de Envidrio, nadie los compra.

Las cosas que no sirven (llega basura orgánica, cosas que no se reciclan o materiales sucios) van a la basura y terminarán en Felipe Cardoso. La gestión “es mala”, denuncia la presidenta Vargas, porque a veces en los camiones “llega lo húmedo con lo seco, todo mezclado” y arruina “el trabajo de muchos vecinos”. Hay camiones de los cuales se recicla no más del 20% del contenido, dicen. No es el caso del material que llegó esta mañana: casi todo está limpio.

Desde la IMM admiten que, sobre todo en el caso de los contenedores ubicados en el Centro de Montevideo, a veces se desperdician enteros si la gente tira adentro basura común y queda “todo contaminado”.

Mucho más plástico.

En su oficina en el sexto piso del Palacio Municipal, el director de Limpieza de la IMM Ignacio Lorenzo mira la computadora y va disparando cifras. Lo que no tiene a mano, lo consulta con su secretario: “Después te las pasamos”, dice. Y confirma el aumento del material que reciben.

En junio los camiones traseros (los que levantan los contenedores de reciclables) llevaron a las plantas unas 190 toneladas de material (no solo plástico), 185% más que en mayo. Y en junio se levantaron 3.494 bolsones de edificios y casas (139 toneladas), 121% más que en mayo, cuando a su vez se había levantado 126% más que en abril. Por último, del 20 de mayo al 4 de julio se levantaron más de 24 toneladas de material reciclable de puestos en ferias y otros puntos. “Hemos notado una disposición mucho más homogénea”, explica Lorenzo, “antes era más mezclado con cartón y papel, ahora la gran mayoría es plástico, o sea botellas y bidones”. Y también marca que un problema es que mucha gente no solo no limpia los envases, sino que no los compacta, algo clave en el caso de los bidones para aprovechar el espacio y que no se llenen rápido los contenedores.

En Canelones también registran un notorio incremento y el dato es relevante porque se trata de la intendencia que más recicla en base a un sistema donde hay contenedores en cada casa en buena parte del departamento; el sistema alcanza hoy a 36.193 familias. Según las cifras del gobierno departamental a las que accedió El País, en junio se captaron para reciclaje 492 toneladas, un 62% más que en el mismo mes del año anterior. Si se mira todo el primer semestre, fueron 2.607 toneladas, 47% más que en el mismo semestre de 2022.

“A Canelones este problema del agua, este boom de envases descartables, nos encuentra con una estructura armada”, dice Leonardo Herou, director de Gestión Ambiental de la intendencia.

Marisol Mallo, gerenta del área de Información, Planificación y Calidad Ambiental del Ministerio de Ambiente, dice que por suerte el mayor consumo de agua embotellada se da en el área metropolitana, donde tanto Montevideo como Canelones tienen “desde hace tiempo” implementado el plan de gestión en el marco de la ley de envases, reglamentada en 2007 y financiada por el sector privado. A esos departamentos se le suman Flores, Rocha, Maldonado y Rivera. El resto del país debería sumarse de acá al próximo año, dice Mallo, “estamos cerrando acuerdos con las intendencias”.

El paso final.

La planta de Ecopet está en la avenida España, en las afueras de Pando. Acá, en este predio donde antes funcionó la textil Hilandería Sudamericana, se produce el cuarto y último eslabón de la cadena de reciclaje: las botellas de agua y refrescos que fueron enfardadas en plantas como la de Burgues son traídas para ser convertidas otra vez en botellas y que, casi como por arte de magia, el ciclo vuelva a iniciarse.

Luis, el gerente de planta, recibe a El País y oficia de guía por este lugar donde se reciclan dos toneladas por hora.

Ecopet fue comprada hace cinco años por la multinacional Envases Universales y se absorbieron los 30 empleados, cuenta Luis satisfecho mientras camina entre fardos de botellas de PET apilados uno arriba del otro; este es su hábitat. Entonces entra a un galpón donde se produce el proceso en el cual unas máquinas le sacan las etiquetas y las tapitas a los envases, los muelen, los lavan a 85 grados con soda cáustica y detergente y los convierten en escamas de 10 milímetros: es la materia prima para volver a hacer botellas. En medio de un ruido ensordecedor, algunos operarios vigilan que todo funcione bien y retiran materiales que se cuelan, como latas o botellas de PVC.

“Eso de que la gente lleve las botellas lavadas para reciclar es mentira, es una pérdida de agua y tiempo porque acá las limpiamos”, dice Luis y se ríe, mientras señala la máquina que realiza ese proceso, de la cual sale humo. “Hay botellas que han estado 10 años enterradas en un sitio de disposición y son reciclables”.

Fardos con envases de plástico en la planta de Ecopet.
Fardos con envases de plástico en la planta de Ecopet.
Foto: Leonardo Mainé.

El proceso termina en bolsones de 500 kilos de escamas, que se exportan a fábricas de Brasil, Argentina o Paraguay para convertirlas en unas bolitas blancas llamadas pellets, con las cuales se hacen las botellas. En Uruguay no hay máquinas para fabricar pellets pero eso cambiará a fin de año, cuando llegará equipamiento austríaco. “Por primera vez vamos a hacer todo el proceso completo: recibir la botella sucia, molerla, lavarla, hacer la bolita, volver a fabricar la preforma y la botella”, explica el gerente.

Escamas hechas con botellas de plástico en la planta de Ecopet.
Escamas hechas con botellas de plástico en la planta de Ecopet.
Foto: Leonardo Mainé.

Pero Luis baja algunos decibeles al optimismo por el reciclaje de plástico:

—A nosotros nos llegan más botellas, sí. Pero no es un volumen descomunal. Los recolectores y clasificadores se están acomodando. Antes tenían que recorrer más camino y hasta llegar a los sitios de disposición final, ahora encuentran las botellas fácil. Pero recolectan más o menos lo mismo que antes. Porque las plantas tienen sus limitaciones de capacidad. Si la crisis hídrica se sostiene en el tiempo, deberán comprar otras prensas o sumar otro turno de trabajo.

—¿Cuánto más reciben?

—Por ahora no superamos el 10% más, es muy poco.

—Con todo lo que se consume de plástico, debería ser 200% más...

—Fijate que la fabricación de bidones creció 400% respecto al mismo período del año pasado.

—¿Y puede cuantificar cuánto reciben?

—Estamos recibiendo un promedio de 400 toneladas de PET mensuales, pero en Uruguay se fabricaban 1.200 toneladas sin considerar la crisis hídrica...

—Si 400 toneladas llegan acá, ¿el resto a dónde va?

—A la basura.

PLAN VALE

Cómo funcionará el sistema de reembolso de envases en los súper

El Plan para la Valoración de los Envases y Materiales de Envasado (Plan Vale) fue aprobado por el Ministerio de Ambiente en agosto de 2022 y su implementación está en marcha por parte de un grupo de 2.500 empresas del sector industrial que producen o importan alimentos en envases. ¿De qué se trata? Es, por un lado, un sistema de depósito, devolución y reembolso de envases de bebidas con y sin alcohol, paralelo al sistema de entrega voluntaria que ya existe en algunos departamentos del país.

Lo más novedoso es este sistema de devolución, que implica que todos los envases descartables de bebidas “pasarán a tener un valor” que se devolverá. En concreto, a esos envases —de plástico, vidrio, aluminio y multilaminado— se les agregará un costo extra o “seña”, que se devolverá en supermercados y almacenes cuando el cliente retorne el envase. “La idea es que no hay que romperlo ni aplastarlo, se entrega como estaba”, explica Agustín Tassani, presidente del Plan Vale, y dice que “entrará solo la bebida” ya que “cuando el envase tiene restos de alimentos es más complejo”.

Botellas de plástico.
Botellas de plástico.
Foto: El País.

A fines del año pasado el Plan Vale hizo un llamado internacional a empresas interesadas en el diseño y operación del sistema: ya se recibieron tres ofertas y por estos días se evaluarán. “No hay experiencia en Uruguay ni en América Latina de un sistema así. Las experiencias son en Europa y Estados Unidos”, dice Tassani, “precisamos que venga gente que nos enseñe”. La logística es compleja y se estima que el plan empezará a operar en todo el país a fines de 2024, lo cual se supone hará subir el porcentaje nacional de recuperación de plástico.

¿Quién lo financiará? “Las empresas nos haremos cargo del sistema y buscaremos financiación bancaria. La inversión total son unos 40 millones de dólares”.

Para los clasificadores de basura, el Plan Vale es algo así como un enemigo. Eso cuentan desde la cooperativa Burgues, que lleva adelante una de las plantas de clasificación. “Es muy malo el plan”, dice Cecilia Vargas, presidente de la cooperativa. “Ya nos afecta inmensamente porque el PET no va a venir más”.

En cambio, Tassani dice que se asegurarán las actuales fuentes de trabajo. “Es verdad que el PET bajará pero hay muchos materiales que para ellos hoy no tienen valor y crecerán. Nosotros como plan los vamos a tener que recuperar igual, porque hay un mínimo de material a cumplir: un 25%”, afirma, en referencia a la normativa vigente.

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